domingo, 30 de junio de 2013

Groucho Marx y sus discípulos

Mauricio Epsztejn—

Entre las PASO y los pases

Estos son mis principios;
 si no le gustan, tengo otros.
Groucho Marx
Groucho Marx
No crea el lector que aquí hablaremos sobre cine histórico y algunos de sus genios, aunque algunas semejanzas, a pesar de las distancias en el tiempo y los escenarios, podrían atenderse. No, en esta nota no vamos a tratar sobre el séptimo arte, sino de ciertas particularidades de la actualidad política.
En un artículo anterior, al que quién esto escribe remite (ver: www.unoytres.com.ar- Opinión-Política-24/02/2013), se daban los datos sobre los cargos nacionales que se pondrán en juego durante las próximas elecciones de octubre. A la información allí consignada cabe agregarle el de las renovaciones a producirse en legislaturas provinciales y municipios, con lo que desde diciembre tendremos un nuevo mapa político de poder estatal.
Este escriba no va a especular sobre los futuros resultados, ejercicio al que no es afecto, por lo que resigna ese rubro a favor de gente con más recursos, como consultoras, opinólogos y promotores de candidaturas. Para sacar conclusiones prefiere tener datos más palpables tales como las cifras oficiales del escrutinio definitivo o, por lo menos, la certeza de una tendencia irreversible.
De lo que sí va a opinar es sobre lo que ya está a la vista y se desprenden al mirar las alianzas inscriptas para los comicios y las listas de sus candidatos, porque ambos episodios permiten apreciar el estado alcanzado por las diversas fuerzas político-partidarias nacionales después del desparramo que produjo el estallido de 2001, donde el país quedó al borde de la disolución por el fracaso del proyecto que venían ejecutando desde hacía décadas tanto las dictaduras como por gobiernos elegidos por el voto popular a través de los partidos que se ajustaron al libreto de las políticas neoliberales.
Es necesario recordar aunque más no sea que someramente la situación del país a partir de diciembre de aquel año y durante muchos meses: que la mayoría de los dirigentes políticos conocidos por el público, no podían caminar por la calle sin recoger el repudio generalizado de la gente; que producto del desgobierno que dejó la huída de De la Rúa y su gobierno, fueron los movimientos piqueteros los que mantuvieron un mínimo de servicios públicos entre las masas de desocupados y marginados, organizando por lo menos la comida para las multitudes obligadas o revolver los tachos de basura para subsistir; que eso llevó a que masas empobrecidas hicieran surgir y proliferar los mercados de trueque, donde se canjeaba un corte de pelo o un par de zapatillas usadas por medio kilo de pan, una tortilla o un pantalón usado y se usaban vales para resolver la ausencia de moneda de curso legal.
Eso sucedió en este país, no como producto de una guerra ni de catástrofe natural, sino por la devastación que dejaron las políticas llevadas a cabo por partidos y dirigentes que aún hoy circulan por los medios dominantes y se atreven a dar consejos que insultan la memoria ciudadana. Sin embargo, a partir de la sorpresa que produjeron los resultados electorales de 2003, los grupos tradicionales de poder empezaron a probar reemplazos socialmente potables para esa colección de figuritas gastadas con los que, aunque obtuvieron algunos éxitos parciales, en líneas generales no tuvieron éxito y van en retroceso. Pero como en la política y en la sociedad no hay nada asegurado al margen de la participación popular, conviene que quienes ansían ampliar derechos y mejorar la distribución de la riqueza no caigan en la tentación de hacer la plancha; y los indecisos o los que están conformes con muchos de los logros, pero miran con ojo crítico las falencias, los errores, los defectos y las metidas de pata del kirchnerismo, deben entender que una supuesta equidistancia pone en riesgo lo logrado, lo debilita y nada aporta a lo que es necesario corregir.

En el mundillo adepto a la ética de Groucho Marx, no hay nada imposible

Para no errarle hay que abrir bien los ojos y oídos, prestando atención a las figuras nuevas que se presentan como relevo de las quemadas. Para quién no está demasiado embebido sobre las respectivas internas o si a esos descubrimientos mediáticos hasta ahora no les ha escuchado propuestas claras, cuando de golpe empiezan a prometer el paraíso desde la vereda de enfrente, conviene observar con quienes y contra quienes se junta. En esto bien vale parafrasear el refrán: “dime cuáles son tus amistades y quién te alienta, así sabré quién eres y cuál es tu propuesta”.
Hasta la fecha en que se cerraron las alianzas y se presentaron las listas de candidatos hubo más pases entre partidos y alianzas que los normales en los torneos de la AFA y todos por la misma razón: mejorar las chances particulares en la clasificación general, a cualquier costo y sin importar programas, trayectorias, ni calificaciones previas de sus nuevos aliados y posicionarse como los mejores exponentes para enfrentar al gobierno. Dado que ese libro de pases se cerró el 22 de junio y no se reabre hasta las próximas elecciones, el que quiera juntar tras de si los votos opositores al oficialismo, debe convencer a quienes compiten sobre su mismo andarivel, para que sean altruistas, declinen sus candidaturas y se suiciden políticamente en aras de un interés superior. Ese es el consejo que los grandes multimedios les vienen repitiendo sin éxito y desde siempre.
En esa disparada por ocupar una banca, parece que vale todo. Entonces uno ve a personajes con historia, que la rifan por un centímetro de columna en Clarín o un espacio en TN. Cualquiera puede ver que la Biblia junto al calefón tienen entre si más en común, que un pino buscando cobijo bajo el apocalipsis; el realismo mágico también tiene sus adeptos entre ultra revolucionarios que publicitan a su candidata como una modelo que vende ropa interior y se alían con niños mimados de la Banca J. P. Morgan.
Pero allí no se agotan las ofertas. Si al lector le apetecen otros, como los principios de Groucho Marx, encontrará más en la mesa de saldos.
En cuanto a descubrir algún rasgo de la coherencia que caracterizó a Alem, Yrigoyen o Lebenshon entre los que hoy dilapidan la herencia de aquel partido, va a costar encontrarla con sólo mirar las cambiantes alianzas tejidas según con quién se hayan cruzado en la esquina de cada barrio.
También se presentan socialistas y progresistas, conceptos que será necesario redefinir en su contenido, porque cuando uno escucha a su candidato presidencial coincidir con el discurso de Macri hacia Latinoamérica, en particular Venezuela, y en la coincidencia con la Mesa de Enlace ruralista a nivel local, se cae de madura preguntar ¿qué clase de socialismo es ese?
Y la cosa sigue con de la Sota, Moyano, de Narváez, Rodríguez Saa, Cavallo, Cobos…
La más reciente estrella del universo opositor es Sergio Massa, que no quiere llamarse opositor, pero arma su lista y su espacio con opositores como Alberto Fernández, macristas puros y sus aliados radicales que se quedaron colgados del pincel en la provincia de Buenos Aires, duhaldistas que ponen un huevo en cada canasta antikirchnerista, periodistas de Clarín tras un mejor candidato que Macri para 2015, devaluacionistas como Mendiguren, Felipe Solá que por fin alguien le dio un lugar, un representante de los Gordos que de a poco se van escurriendo de la CGT encabezada por Caló, un cómico que quiere entrar al Congreso porque piensa que es una academia donde se aprender algo de política…
Algunas listas parecieran armadas a partir de un aviso del tipo: “Partido con personería electoral busca candidato taquillero, con o sin experiencia política”. En otros casos es al revés: “Candidato con experiencia busca ubicación en lista de partido necesitado”.
Lo tragicómico de este panorama es que tal variopinto conglomerado se define a si mismo como “la nueva política”.

Las PASO y la renovación política y generacional

Las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) y otras leyes impulsadas por el kirchnerismo en 2011 para reformar el sistema electoral, fue un intento por darle cierta estabilidad al volátil sistema de partidos existente. Si bien fueron un instrumento que le dio más transparencia a la contienda electoral, no logró que se armara un sistema de partidos en los cuales la ciudadanía pudiera identificar una ideología, un programa, una propuesta de país o una dirigencia. Ni siquiera lo logró el oficialismo en su propia fuerza, a pesar que por lejos es la más coherente en la propuesta sobre el tipo de país, la sensibilidad social y su convergencia con el clima de época.
Por eso, si bien las PASO le dan teóricamente mayor posibilidad a la ciudadanía de incidir sobre las listas de candidatos que presenta cada fuerza, en la práctica las competencias internas están ausentes, porque se deciden en otro tipo de negociaciones. De todos modos es necesario tener claro que no hay artilugio legal capaz de reemplazar el necesario debate político sobre qué proyecto de nación quiere la mayoría de los argentinos, un debate que obligatoriamente deberá concluir con una reforma constitucional donde el tema de la reelección de los mandatarios deberá tratarse, pero como algo completamente accesorio.
Este debate es absolutamente necesario, porque al concepto de ampliar y profundizar la democracia se lo debe llenar de más contenido, afirmando lo conseguido y dejando claro el rumbo por el cual el pueblo soberano quiere avanzar.
En esto lo generacional también tiene su valor, porque si bien el ser joven por si sólo no da garantía de renovación, no cabe duda que sin la participación de los jóvenes no hay cambio ni progreso posibles y menos aún si se les cierran los caminos. Sobre eso, la Argentina tiene sobrada y trágica experiencia.

Mientras tanto, hay que ir a votar masivamente porque las próximas PASO no son una elección más, sino una donde se juega mucho de nuestro futuro.

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