Mauricio
Epsztejn—
Entre las PASO y los pases
Estos son mis principios;
si no le
gustan, tengo otros.
Groucho Marx
![]() |
Groucho Marx |
No crea el lector que aquí hablaremos
sobre cine histórico y algunos de sus genios, aunque algunas semejanzas, a
pesar de las distancias en el tiempo y los escenarios, podrían atenderse. No,
en esta nota no vamos a tratar sobre el séptimo arte, sino de ciertas
particularidades de la actualidad política.
En un artículo anterior, al que quién
esto escribe remite (ver: www.unoytres.com.ar- Opinión-Política-24/02/2013), se
daban los datos sobre los cargos nacionales que se pondrán en juego durante las
próximas elecciones de octubre. A la información allí consignada cabe agregarle
el de las renovaciones a producirse en legislaturas provinciales y municipios, con
lo que desde diciembre tendremos un nuevo mapa político de poder estatal.
Este escriba no va a especular sobre los
futuros resultados, ejercicio al que no es afecto, por lo que resigna ese rubro
a favor de gente con más recursos, como consultoras, opinólogos y promotores de
candidaturas. Para sacar conclusiones prefiere tener datos más palpables tales
como las cifras oficiales del escrutinio definitivo o, por lo menos, la certeza
de una tendencia irreversible.
De lo que sí va a opinar es sobre lo que
ya está a la vista y se desprenden al mirar las alianzas inscriptas para los comicios
y las listas de sus candidatos, porque ambos episodios permiten apreciar el estado
alcanzado por las diversas fuerzas político-partidarias nacionales después del
desparramo que produjo el estallido de 2001, donde el país quedó al borde de la
disolución por el fracaso del proyecto que venían ejecutando desde hacía
décadas tanto las dictaduras como por gobiernos elegidos por el voto popular a
través de los partidos que se ajustaron al libreto de las políticas
neoliberales.
Es necesario recordar aunque más no sea
que someramente la situación del país a partir de diciembre de aquel año y
durante muchos meses: que la mayoría de los dirigentes políticos conocidos por el
público, no podían caminar por la calle sin recoger el repudio generalizado de
la gente; que producto del desgobierno que dejó la huída de De la Rúa y su
gobierno, fueron los movimientos piqueteros los que mantuvieron un mínimo de
servicios públicos entre las masas de desocupados y marginados, organizando por
lo menos la comida para las multitudes obligadas o revolver los tachos de
basura para subsistir; que eso llevó a que masas empobrecidas hicieran surgir y
proliferar los mercados de trueque, donde se canjeaba un corte de pelo o un par
de zapatillas usadas por medio kilo de pan, una tortilla o un pantalón usado y
se usaban vales para resolver la ausencia de moneda de curso legal.
Eso sucedió en este país, no como
producto de una guerra ni de catástrofe natural, sino por la devastación que dejaron
las políticas llevadas a cabo por partidos y dirigentes que aún hoy circulan
por los medios dominantes y se atreven a dar consejos que insultan la memoria ciudadana.
Sin embargo, a partir de la sorpresa que produjeron los resultados electorales
de 2003, los grupos tradicionales de poder empezaron a probar reemplazos
socialmente potables para esa colección de figuritas gastadas con los que,
aunque obtuvieron algunos éxitos parciales, en líneas generales no tuvieron
éxito y van en retroceso. Pero como en la política y en la sociedad no hay nada
asegurado al margen de la participación popular, conviene que quienes ansían
ampliar derechos y mejorar la distribución de la riqueza no caigan en la
tentación de hacer la plancha; y los indecisos o los que están conformes con muchos
de los logros, pero miran con ojo crítico las falencias, los errores, los
defectos y las metidas de pata del kirchnerismo, deben entender que una
supuesta equidistancia pone en riesgo lo logrado, lo debilita y nada aporta a
lo que es necesario corregir.
En el mundillo adepto a la ética de Groucho Marx, no hay nada imposible
Para no errarle hay que abrir bien los
ojos y oídos, prestando atención a las figuras nuevas que se presentan como
relevo de las quemadas. Para quién no está demasiado embebido sobre las
respectivas internas o si a esos descubrimientos mediáticos hasta ahora no les ha
escuchado propuestas claras, cuando de golpe empiezan a prometer el paraíso
desde la vereda de enfrente, conviene observar con quienes y contra quienes se
junta. En esto bien vale parafrasear el refrán: “dime cuáles son tus amistades
y quién te alienta, así sabré quién eres y cuál es tu propuesta”.
Hasta la fecha en que se cerraron las
alianzas y se presentaron las listas de candidatos hubo más pases entre
partidos y alianzas que los normales en los torneos de la AFA y todos por la
misma razón: mejorar las chances particulares en la clasificación general, a
cualquier costo y sin importar programas, trayectorias, ni calificaciones
previas de sus nuevos aliados y posicionarse como los mejores exponentes para
enfrentar al gobierno. Dado que ese libro de pases se cerró el 22 de junio y no
se reabre hasta las próximas elecciones, el que quiera juntar tras de si los
votos opositores al oficialismo, debe convencer a quienes compiten sobre su
mismo andarivel, para que sean altruistas, declinen sus candidaturas y se suiciden
políticamente en aras de un interés superior. Ese es el consejo que los grandes
multimedios les vienen repitiendo sin éxito y desde siempre.
En esa disparada por ocupar una banca,
parece que vale todo. Entonces uno ve a personajes con historia, que la rifan
por un centímetro de columna en Clarín o un espacio en TN. Cualquiera puede ver
que la Biblia junto al calefón tienen entre si más en común, que un pino buscando
cobijo bajo el apocalipsis; el realismo mágico también tiene sus adeptos entre
ultra revolucionarios que publicitan a su candidata como una modelo que vende ropa
interior y se alían con niños mimados de la Banca J. P. Morgan.
Pero allí no se agotan las ofertas. Si al
lector le apetecen otros, como los principios de Groucho Marx, encontrará más
en la mesa de saldos.
En cuanto a descubrir algún rasgo de la
coherencia que caracterizó a Alem, Yrigoyen o Lebenshon entre los que hoy dilapidan
la herencia de aquel partido, va a costar encontrarla con sólo mirar las
cambiantes alianzas tejidas según con quién se hayan cruzado en la esquina de
cada barrio.
También se presentan socialistas y
progresistas, conceptos que será necesario redefinir en su contenido, porque cuando
uno escucha a su candidato presidencial coincidir con el discurso de Macri
hacia Latinoamérica, en particular Venezuela, y en la coincidencia con la Mesa
de Enlace ruralista a nivel local, se cae de madura preguntar ¿qué clase de
socialismo es ese?
Y la cosa sigue con de la Sota, Moyano,
de Narváez, Rodríguez Saa, Cavallo, Cobos…
La más reciente estrella del universo
opositor es Sergio Massa, que no quiere llamarse opositor, pero arma su lista y
su espacio con opositores como Alberto Fernández, macristas puros y sus aliados
radicales que se quedaron colgados del pincel en la provincia de Buenos Aires,
duhaldistas que ponen un huevo en cada canasta antikirchnerista, periodistas de
Clarín tras un mejor candidato que Macri para 2015, devaluacionistas como
Mendiguren, Felipe Solá que por fin alguien le dio un lugar, un representante
de los Gordos que de a poco se van escurriendo de la CGT encabezada por Caló,
un cómico que quiere entrar al Congreso porque piensa que es una academia donde
se aprender algo de política…
Algunas listas parecieran armadas a
partir de un aviso del tipo: “Partido con personería electoral busca candidato
taquillero, con o sin experiencia política”. En otros casos es al revés:
“Candidato con experiencia busca ubicación en lista de partido necesitado”.
Lo tragicómico de este panorama es que tal
variopinto conglomerado se define a si mismo como “la nueva política”.
Las PASO y la renovación política y generacional
Las elecciones Primarias Abiertas
Simultáneas y Obligatorias (PASO) y otras leyes impulsadas por el kirchnerismo
en 2011 para reformar el sistema electoral, fue un intento por darle cierta
estabilidad al volátil sistema de partidos existente. Si bien fueron un
instrumento que le dio más transparencia a la contienda electoral, no logró que
se armara un sistema de partidos en los cuales la ciudadanía pudiera
identificar una ideología, un programa, una propuesta de país o una dirigencia.
Ni siquiera lo logró el oficialismo en su propia fuerza, a pesar que por lejos
es la más coherente en la propuesta sobre el tipo de país, la sensibilidad
social y su convergencia con el clima de época.
Por eso, si bien las PASO le dan teóricamente
mayor posibilidad a la ciudadanía de incidir sobre las listas de candidatos que
presenta cada fuerza, en la práctica las competencias internas están ausentes,
porque se deciden en otro tipo de negociaciones. De todos modos es necesario
tener claro que no hay artilugio legal capaz de reemplazar el necesario debate
político sobre qué proyecto de nación quiere la mayoría de los argentinos, un
debate que obligatoriamente deberá concluir con una reforma constitucional
donde el tema de la reelección de los mandatarios deberá tratarse, pero como
algo completamente accesorio.
Este debate es absolutamente necesario,
porque al concepto de ampliar y profundizar la democracia se lo debe llenar de
más contenido, afirmando lo conseguido y dejando claro el rumbo por el cual el
pueblo soberano quiere avanzar.
En esto lo generacional también tiene su
valor, porque si bien el ser joven por si sólo no da garantía de renovación, no
cabe duda que sin la participación de los jóvenes no hay cambio ni progreso
posibles y menos aún si se les cierran los caminos. Sobre eso, la Argentina
tiene sobrada y trágica experiencia.
Mientras tanto, hay que ir a votar
masivamente porque las próximas PASO no son una elección más, sino una donde se
juega mucho de nuestro futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por participar, compartir y opinar