Mauricio Epsztejn—
La etapa de la globalización capitalista que el mundo está
transitando se caracteriza por que la batuta pasó a manos del gran capital
financiero. Desde hace ya unos cuantos años hay diversos autores que destacan
la incidencia que en ese proceso tuvo la revolución de las telecomunicaciones y
la informática, sin lo cual el mismo hubiera sido imposible. Eso vuelve a poner
sobre la mesa un postulado marxistas formulado hace unos 150 años, sobre cómo
los avances en los instrumentos de trabajo inciden en el desarrollo de las
fuerzas productivas y a la larga en todas las relaciones sociales. Dado que el
debate particular que encierra este ítem excede largamente el objeto de este
blog, aquí sólo interesa señalar que cualquier proyecto de desarrollo en
beneficio de las mayorías populares que hoy se piense, no se puede concebir del
mismo modo que hace setenta o más años atrás, porque las condiciones materiales
y los actores sociales han cambiado y, en consecuencia, las metodologías para
alcanzar tal objetivo no deben repetir cánones obsoletos, llámense tipos de
organizaciones políticas, metodologías de funcionamiento, alianzas políticas y
sociales o estructuras estatales.