Mauricio Epsztejn--
Sin embargo, lo que ahora está en juego no es el contenido de la ley, que fue aprobada hace tres años en el Parlamento argentino por amplia mayoría, sino la obligación de ser acatada por todos, incluido el grupo Clarín. Nadie le pide a este grupo, como a ningún otro o ciudadano, que le guste, que la sienta cómoda o lo que sea, sólo que la cumpla igual que cualquier, porque así funciona la democracia a la que Clarín se niega a reconocer porque se considera por encima de la democracia y de la ley. Entonces recrudecen las casualidades.