Mauricio Epsztejn—
Por supuesto que los desafíos que tenían por delante los
pueblos que en 1816 declararon su independencia son distintos a los de la
presente generación. En principio, porque lo que hoy llamamos Argentina ocupa
un territorio notablemente distinto al que entonces se declaró independiente; también
lo es su conformación política y su entidad jurídica. Sin embargo, quedaron
tareas que aquella independencia no resolvió porque las clases más influyentes
de aquella época se quedaron con el poder político y económico que aún conservan
a pesar de haber sufrido algunas mutaciones. Eso les permitió elegir el camino por
el que avanzó el país, el de la asociación subordinada a las potencias mundiales
dominantes, aunque durante breves intervalos aparecieron competidores que
intentaron disputarles el espacio, pero fueron destruidos o cooptados. Un
ejemplo de quienes son los reales detentadores del poder, sin intermediarios, se
comprueba sabiendo quienes integran el actual gobierno y la política que
ejecutan.