miércoles, 5 de diciembre de 2012

ENRIQUE SANTOS DISCÉPOLO

Poeta-compositor-actor y autor teatral (27/03/1901- 23/12/1951)

Ana María Cafarelli--

Enrique Santos Discépolo
Discépolo, fue un poeta urbano que ahondó en temas existenciales, siempre en torno de una misma preocupación, “la Injusticia”.

Sensible, profundo, ético, inmerso en los vaivenes de una sociedad conflictiva, llegó a conocer la esencia humana en sus virtudes y miserias. Auténtico en sus expresiones, logró trascender con su pensamiento. Sus creaciones literarias y sus reflexiones reviven con frecuencia en cada tiempo…en cada lugar…con absoluta vigencia.

Nació en el barrio de Once el 27 de marzo de 1901, en la calle Paso 113.

Fue el quinto hijo del matrimonio formado por el napolitano Santo Discépolo y la argentina Luisa Delucchi… Amalia, Armando, Rodolfo y Otilia eran sus hermanos. Santo, el padre, ancló en Argentina huyendo de un fracaso amoroso. Traía conocimientos musicales del Real Conservatorio de Nápoles, tocaba el contrabajo, el violín, el piano e instrumentos de viento. Compuso canciones y hasta incursionó en el tango incipiente. Llegó a tener un conservatorio en su vivienda. Pero en 1906, Santo, muere de un síncope y todo cambia en la familia.
Tratan de sobrevivir como pueden, pero Luisa cae en un pozo depresivo y la tuberculosis termina con su vida. Y así es como de repente cambia la vida de los hermanos Discépolo. Otilia y Enrique van a vivir con una hermana de la madre. Ésta era una familia en la que reinaba un ambiente burgués, opresivo y disciplinado. Se vestían para almorzar y cenar y no jugaban en la calle. Eran costumbres diferentes a las que el pequeño Enrique no estaba preparado. Además fue a una escuela estricta de curas alemanes. Cuando hablaba de su infancia, se refería de esta manera:

“…de mi infancia procuro no acordarme porque solo me trae tristezas. No tuve infancia, nunca pude decir aquello de… Cachurra, monta la burra” ni jugar a las bolitas u otros juegos infantiles. A los cinco años perdí a mi padre y a los nueve me quedé sin madre. Entonces mi timidez se volvió miedo y la tristeza desventura. Por las noches me acostaba de costado y procuraba no hacer el menor ruido para no molestar y permanecía quieto hasta dormirme”…

Los hermanos mayores, ingresan a la bohemia intelectual. Armando se casa con Teresa de Rosa, hija de un dramaturgo y van a vivir a un departamento de Once, en la calle Pasteur. Como lo indicaría Don Santo en su momento, Armando decide llevar a su casa a Enrique y lo cuida como un hijo. Cosa que agradecería toda su vida; y prosigue sus estudios en una escuela pública de Anchorena y Santa Fe. La tutoría de su hermano resultó vital para Discepolín. Armando hizo de padre y de madre y además lo introdujo en los ámbitos intelectuales influyendo en su vocación teatral con lo cual se le abrieron las puertas de los cafés, reductos de escritores, saineteros y músicos. En el “Centenario” de Rivadavia y Pichincha o el “Oberdam” de Once, y años después revive esas escenas en su obra “Cafetín de Buenos Aires”.

El matrimonio, se muda luego a Parque Patricios, en Rioja y Salcedo. Cruzando la vereda vivía Guillermo Facio Hebecquer y allí conocen al sainetero Juan Palazzo, el pintor Abraham Vigo, Quinquela Martín, Agustín Riganelli, José González Castillo, el Negro Techera, Juan de Dios Filiberto, Santiago Stagnaro, Florencio Sánchez y otros que precedieron a las tertulias del grupo de Boedo. Es así como conoce a la bohemia “pobre” que describe así:

…”vivíamos la bohemia de comer salteado, de perseguir un peso con un palo. Muchas ideas y poca plata. Muchos gritos y discusiones y poca comida”…

La semana trágica la vive muy de cerca…Un conflicto en la empresa vecina “Vassena” desemboca en la masacre de varios obreros. Frente a la casa de Armando desfilan la multitud de féretros. Al llegar a la placita Martín Fierro, se produce un ataque de las fuerzas policiales comandadas por el ultraderechista Joaquín de Anchorena. Se producen nuevos disparos y otros obreros caen bajo las balas.

Cómo borrar esas imágenes!!! Quedarían grabadas a fuego en el pequeño Enrique, quien a esta altura ya siente que el mundo “estaba mal hecho” y comienza a encaminar su poesía para el mundo de los perdedores de la sociedad.

Luego , toma la decisión de dejar sus estudios de Magisterio en la Escuela Mariano Acosta y se dedica al teatro. Debutó en una obra de la autoría de su hermano Armando que ya a los 30 años era un prestigioso autor “El chueco Pinto”, junto a Roberto Casaux, Felisa Mary  entre otros. “Mustafá” y “Mateo” fueron cumbre de su interpretación y entre muchas cosas más en 1.925 escribe junto a su hermano “El Organito” de gran conmoción junto a Olinda Bozán y Paquito Busto.

Discepolín…flaco…triste…sufrido…de gran imaginación es además un poeta que va metiéndose en el tango y queda para siempre en la cotidianeidad  de los argentinos con una mirada filosófica y profunda de la esencia humana que va a trascender más allá del tango y de los argentinos.

En 1.928, Azucena Maizani estrena en el Maipo su tango “Esta noche me emborracho” y a los pocos días, este tema se cantaba en todo Buenos Aires. Y llega a España y triunfa y hace revivir a un tango antes rechazado por reflexiones como “el verdadero amor se ahogó en la sopa / la panza es reina y el dinero es Dios”. Se llamaba “Que Vachaché”. Relanza “Chorra” grotesco discepoliano y así otros: “Malevaje”, “Secreto” “Quien más…quien menos”…“Confesión”…

Nació el Discépolo del tango”.

En un contexto social, de miseria y desolación, en que se produce la ruptura de la trama social de la solidaridad, expresa lo siguiente:

“las ciudades grandes, no tienen tiempo de mirar el cielo…el hombre de las ciudades se hace cruel…Caza mariposas de chico…de grande no…las pisa…no las ve…no lo conmueve…”

En “Yira Yira”  lo dice de esta forma:

“cuando rajes los tamangos / buscando ese mango / que te haga morfar / la indiferencia del mundo / que es sordo y es mudo / también sentirás”.

“Cambalache”, letra y música de su autoría (1934), significa la cumbre de su perfil filosófico-literario-tanguero.

“que el mundo fue y será una porquería ya lo sé / en el 506/en el 2.000 también”

¿Porque lo dice? En el 506, Teodorico “El Grande” Rey de los ostrogodos bárbaros, que invadieron el Imperio Romano, luchó contra Odoacro, lo hace prisionero, lo asesina en Roma y se apodera de toda Italia. También asesinó a Anicio Manlio Severino, filósofo romano. El primero de los escolásticos. Años de invasión, dominación y muerte…y en el 2.000, que no llegó a ver. También desde el poder y el dinero, se avasalla, se sumerge en la pobreza, la marginalidad y se mata. Fue premonitorio en su denuncia, en esta letra. Y la columna vertebral de esta denuncia es el trastrocamiento de valores. Esencialmente, la justicia, la solidaridad, el amor al prójimo, valores que se disipan en la sociedad moderna.

Discépolo escribía letra y música…una melodía imaginaria que materializaba con dos dedos sobre el piano y algún músico amigo lo llevaba al pentagrama (generalmente Lalo Scalise). Letra y música conformaban una unidad perfecta. Carlos Gardel grabó casi todos sus primeros tangos.

“Yira Yira” en 1930, se lo recuerda como momento glorioso de nuestra música.

En 1928, conoció a Tania quien fuera su pareja durante más de veinte años. Su verdadero nombre Anita Luciano Divis. Una diva toledana, que quería mucho a Enrique pero quien no sacrificó sus devaneos (según Lucía Gálvez) Pero en un paréntesis de esta relación, Discepolín conoce a Raquel Díaz de León en México, y en medio de un intenso amor nace un hijo. Cuando Tania ve que la ruptura es ya definitiva, lo va a buscar y dicen que bajo amenaza de tirarse por la ventana, logra que vuelva con ella. ¿Acaso pesaron los años vividos? ¿El fracaso de su proyecto de una película en México? ¿Su sensibilidad? ¿Los reunió la costumbre...el interés…el cariño?...Sólo él lo supo. Mediante en una carta que le escribe a Raquel, le dice que mientras él esté vivo o muerto ella y su hijo no tendrían problemas…Pero ocurrió que más tarde ese hijo no figuró como heredero. También solo él supo porqué. ¿Que lo hizo cambiar? Se lo escuchó decir en un brindis de fin de año “yo acá brindando y el chico allá solo”.

Discepolín, un hombre…ni más ni menos que eso…tierno y sensible…es posible que esto fuera unos de los detonantes de su depresión, sumado a otro hecho relacionado con sus manifestaciones políticas.

Para entender el universo Discepoliano, es necesario comprender también su postura ideológica. Las lejanas ideas anarquistas que conformaron su pensamiento allá en la calle La Rioja, lo fueron conduciendo hacía el peronismo que estaba en plena ebullición. Aceptó desarrollar en radio un monólogo “¿A mí me lo vas a contar?”. Sus palabras se dirigían a Mordisquito un personaje que representaba a los opositores del gobierno. Esto le trajo el repudio de muchas personas del ambiente artístico. Y hasta de su peña habitual “El Tropezón”. García Buhr, Petrone y María Rosa Gallo le dieron la espalda. Lo insultaban por teléfono y le llovían anónimos. Mordisquito encarnó al opositor y la oposición lo castigó. Alguien compró las entradas de una cena en su homenaje, sólo para dejarla desierta. La temporada de teatro declinó y antiguos amigos lo despreciaron.

Discépolo defendió con vehemencia sus ideales políticos dentro de la idea de “justicia social” y lo hizo por pura convicción sin recibir nada cambio.

Entre tantas cosas le decía a Mordisquito:

“vos siempre viviste sin la angustia del peso que falta y nunca llegaba hasta tu mundo el rumor doloroso de las muchedumbres explotadas”

Era un hombre que sufría ante la imposibilidad de enfrentar este mundo que los mismos hombres creamos y como él decía “el hombre está solo en medio de muchos hombres solos”. Fue defensor de la vida digna, de la justicia social, incomprendido por su vehemencia y su honestidad. Pero un ser humano al fin… con limitaciones y debilidades… ¿qué pasó con ese hijo... qué pasó con la incomprensión de los hombres que lo rodeaban?

El poeta del dolor de la existencia…murió un 23 de diciembre de 1951 a los 50 años. No tuvo diagnóstico…murió de tristeza

…“Yo siento que mi fe se tambalea,

que la gente mala, vive ¡Dios!, mejor que yo”…

Fuentes consultadas: 

“ABC del tango. Biografías de grandes figuras”, de José María Otero.

También varios trabajos de los historiadores Lucía Galvez y Sergio Pujol

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