Mauricio Epsztejn—
“Se puede engañar a
todos poco tiempo,
se puede engañar a
algunos todo el tiempo,
pero no se puede
engañar a todos todo el tiempo”.
Hay quienes atribuyen los dichos del epígrafe a John F.
Kennedy y otros a Abraham Lincoln, aunque muy probablemente ambos sólo hayan
sido divulgadores famosos de una verdad que los precedió, de la que hicieron sensato
uso y nadie reclamó derechos de autor por ser un patrimonio universal. Aplicado
a la actual realidad argentina, a nueve meses de asumido el gobierno de la
Alianza Cambiemos encabezada por el ingeniero Macri, se comprueba que un
creciente sector de la sociedad, incluyendo a buena parte de quienes creyeron en
el mensaje de los globos amarillos y lo votaron, está empezando a transitar la
tercera etapa, la de superar la perplejidad por la derrota o, en el caso
extremo, del desengaño, y empieza a movilizarse y resistir en defensa de sus
derechos, aunque todavía esa movilización no haya logrado parir una fuerza o coalición
consistente, capaz de ponerle freno y revertir el embate neoliberal. Sin
embargo, aunque esa debilidad aún le permite a los grupos de poder concentrado
maniobrar, empiezan a tener dificultades para seguir aplicando impunemente su
política y ya recibió una primera derrota con el freno al tarifazo, un proceso cuyo
desenlace final nadie se atreve a pronosticar.