miércoles, 31 de agosto de 2016

El reciente congreso unificador de la CGT

Mauricio Epsztejn—
Los que se fueron y los que llegan
Calo-Moyano-Barrionuevo y Schmid-Daher-Acuña
Después de varios años de disputarse entre distintas fracciones la titularidad del sello de la CGT y lo que eso implica, el reciente 22 de agosto se reunió un congreso que formalmente anunció la reunificación, pero que todavía deberán demostrar en la acción cuanta solidez tiene esa declaración de buenos propósitos cuando una parte de la dirigencia saliente fue hasta hace poco aliada, complaciente o transigente con el macrismo al que le facilitó el triunfo electoral y la posterior ofensiva contra un conjunto de derechos humanos y ciudadanos, como la ola de despidos, la caída del salario, la degradación de las condiciones laborales y la amenaza de flexibilización en puerta.

De todos modos, una CGT unificada es mejor que un desparramo de fracciones, teniendo en cuenta que esa es más una necesidad de las bases que las tramoyas por el poder y los negocios de cierta dirigencia atornillada a los cargos.
En cuanto a cómo sigue la película, habrá que juzgar por los hechos cuánto tienen estos de coherencia con los discursos de encumbrados miembros de la nueva conducción.
Por lo que se vio hasta ahora los mismos se redujeron a plañideras palabras de lamento por parte de ciertos dirigentes cuyos gremios son los más castigados por la ola de despidos. 
Un indicio de las dificultades que esa unificación enfrenta es lo que sucedió después de la multitudinaria concentración del 29 de abril pasado, donde uno de los reclamos centrales al gobierno fue que Macri no vetara, como al fin lo hizo, la llamada Ley Antidespidos sancionada por el Parlamento amenazando con que si lo hacía, la respuesta sindical sería un paro general nacional. Lo concreto es que Macri vetó la ley y el paro sigue esperando mientras crece la ola de despidos y él se reúne en la Casa de Gobierno con un conjunto de sindicalistas sonrientes para escuchar la promesa de pagarle una parte de los fondos adeudados a las obras sociales y otro león herbívoro ruge, pero se reúne con el presidente en Olivos para no se sabe qué. Todo eso sucede pese al duro documento “Vamos de mal en peor”, aprobado por el plenario de secretarios generales de la CGT antes del congreso unificador, con lo que la susodicha unificación cegetista no sólo está huérfana de resultados, sino que ni siquiera puede mostrar una propuesta y un plan de acción para frenar la ofensiva antiobrera y antipopular. Entonces, tal como está conformada la actual dirigencia del movimiento obrero organizado, pareciera lejos de poder jugar el rol que le corresponde y los sectores que en su seno, incluida parte de la dirigencia, son conscientes del daño que con eso le están causando al pueblo trabajador y al movimiento nacional, deberán apurar el paso para sacarse de encima las estructuras anquilosadas, más comprometidas con el poder y los negocios que con su clase y el país o la gente se lo cobrará. Lo que alienta es que desde distintos gremios va surgiendo una nueva camada de dirigentes y militantes inspirados en las mejores tradiciones del movimiento obrero y en los ejemplos de líderes, programas y organizaciones a los que les tocó actuar sin claudicar en momentos difíciles, como fueron Raimundo Ongaro, Agustín Tosco, y otros, encabezando la CGT de los Argentinos y el Cordobazo, que guiados por los programas de La Falda y Huerta Grande condujeron la lucha contra aquellas dictaduras apoyadas por dirigentes conciliadores y colaboracionistas. Una parte de ese nuevo panorama ya se expresa en la Marcha Federal que —parafraseando a Raúl Scalabrini Ortiz—avanza desde “el subsuelo de la patria sublevada” y confluirá en la Plaza de Mayo el próximo 2 de setiembre.
Lo que al fin suceda en la CGT reunificada, todavía es una incógnita, lo que incluye la orientación que predominará en su seno. Lo que por ahora se ve parece sólo un espacio unificado donde cada corriente seguirá haciendo su juego en la disputa por dirimir la disputa planteada y no una unidad para la acción, muestra de lo cual es la postura acordada por el Consejo Directivo frente a la Marcha Federal, donde se resolvió dar libertad para que cada gremio y corriente actúe según su criterio.

Lo que por ahora públicamente se ve, no permite sacar conclusiones que dé certeza o, por lo menos cierta claridad sobre el devenir de esta construcción.

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