Mauricio Epsztejn—
Los que se fueron y los que llegan Calo-Moyano-Barrionuevo y Schmid-Daher-Acuña |
Después de varios años de disputarse entre distintas
fracciones la titularidad del sello de la CGT y lo que eso implica, el reciente
22 de agosto se reunió un congreso que formalmente anunció la reunificación,
pero que todavía deberán demostrar en la acción cuanta solidez tiene esa
declaración de buenos propósitos cuando una parte de la dirigencia saliente fue
hasta hace poco aliada, complaciente o transigente con el macrismo al que le
facilitó el triunfo electoral y la posterior ofensiva contra un conjunto de
derechos humanos y ciudadanos, como la ola de despidos, la caída del salario,
la degradación de las condiciones laborales y la amenaza de flexibilización en
puerta.
De todos modos, una CGT unificada es mejor que un desparramo
de fracciones, teniendo en cuenta que esa es más una necesidad de las bases que
las tramoyas por el poder y los negocios de cierta dirigencia atornillada a los
cargos.
En cuanto a cómo sigue la película, habrá que juzgar por los
hechos cuánto tienen estos de coherencia con los discursos de encumbrados
miembros de la nueva conducción.
Por lo que se vio hasta ahora los mismos se redujeron a plañideras
palabras de lamento por parte de ciertos dirigentes cuyos gremios son los más castigados
por la ola de despidos.
Un indicio de las dificultades que esa unificación enfrenta
es lo que sucedió después de la multitudinaria concentración del 29 de abril
pasado, donde uno de los reclamos centrales al gobierno fue que Macri no
vetara, como al fin lo hizo, la llamada Ley Antidespidos sancionada por el
Parlamento amenazando con que si lo hacía, la respuesta sindical sería un paro
general nacional. Lo concreto es que Macri vetó la ley y el paro sigue
esperando mientras crece la ola de despidos y él se reúne en la Casa de
Gobierno con un conjunto de sindicalistas sonrientes para escuchar la promesa
de pagarle una parte de los fondos adeudados a las obras sociales y otro león
herbívoro ruge, pero se reúne con el presidente en Olivos para no se sabe qué. Todo
eso sucede pese al duro documento “Vamos de mal en peor”, aprobado por el plenario
de secretarios generales de la CGT antes del congreso unificador, con lo que la
susodicha unificación cegetista no sólo está huérfana de resultados, sino que
ni siquiera puede mostrar una propuesta y un plan de acción para frenar la
ofensiva antiobrera y antipopular. Entonces, tal como está conformada la actual
dirigencia del movimiento obrero organizado, pareciera lejos de poder jugar el
rol que le corresponde y los sectores que en su seno, incluida parte de la
dirigencia, son conscientes del daño que con eso le están causando al pueblo
trabajador y al movimiento nacional, deberán apurar el paso para sacarse de
encima las estructuras anquilosadas, más comprometidas con el poder y los
negocios que con su clase y el país o la gente se lo cobrará. Lo que alienta es
que desde distintos gremios va surgiendo una nueva camada de dirigentes y
militantes inspirados en las mejores tradiciones del movimiento obrero y en los
ejemplos de líderes, programas y organizaciones a los que les tocó actuar sin
claudicar en momentos difíciles, como fueron Raimundo Ongaro, Agustín Tosco, y
otros, encabezando la CGT de los Argentinos y el Cordobazo, que guiados por los
programas de La Falda y Huerta Grande condujeron la lucha contra aquellas
dictaduras apoyadas por dirigentes conciliadores y colaboracionistas. Una parte
de ese nuevo panorama ya se expresa en la Marcha Federal que —parafraseando a
Raúl Scalabrini Ortiz—avanza desde “el subsuelo de la patria sublevada” y confluirá
en la Plaza de Mayo el próximo 2 de setiembre.
Lo que al fin suceda en la CGT reunificada, todavía es una
incógnita, lo que incluye la orientación que predominará en su seno. Lo que por
ahora se ve parece sólo un espacio unificado donde cada corriente seguirá
haciendo su juego en la disputa por dirimir la disputa planteada y no una
unidad para la acción, muestra de lo cual es la postura acordada por el Consejo
Directivo frente a la Marcha Federal, donde se resolvió dar libertad para que
cada gremio y corriente actúe según su criterio.
Lo que por ahora públicamente se ve, no permite sacar
conclusiones que dé certeza o, por lo menos cierta claridad sobre el devenir de
esta construcción.
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