Osvaldo Riganti—
En 1820, acaudillado por el ecuatoriano
José Joaquín Olmedo, el pueblo de Guayaquil proclamó su independencia. En apoyo
de los revolucionarios, Simón Bolívar mandó tropas al mando de Antonio José de Sucre
hacia el sur, cuyo objetivo era también incorporar esa ciudad a Colombia.
Guayaquil era una parte importante del
Virreinato de Perú. Al llegar allí sus tropas, Guayaquil se pronunció contra
España y se puso bajo la autoridad y protección del gobierno Independiente.
Previamente Bolívar había derrotado a
los realistas en Boyacá y formado en el Norte de Sudamérica la República de
Colombia, que incluía a Venezuela, Nueva Granada y Ecuador. Luego marchó a
Venezuela y abatió definitivamente a los realistas en la batalla de Carabobo.
Para liberar Ecuador, Bolívar contó con la ayuda de un contingente enviado por
San Martín, al mando del general Santa Cruz.
A comienzos de 1822 San Martín era fuerte
en Lima y en las costas peruanas, pero los realistas dominaban las montañas. Resolver
las diferencias sobre la pertenencia de Guayaquil y la necesidad de aunar
esfuerzos para terminar la guerra de la independencia, llevó a la entrevista de
San Martín y Bolívar, que al fin se concretó en Guayaquil.
Previamente San Martín había rechazado
la conminación de los directoriales de Buenos Aires para que el Ejército
Libertador se involucrara en la lucha contra los caudillos. Su pronunciamiento
al respecto fue no sólo una respuesta a la intimación porteña, sino un mandato
para si mismo y para sus tropas mientras él fuera su jefe, con una frase que pasó
a la historia: “El general San Martín
jamás derramará la sangre de sus compatriotas y sólo desenvainará su espada
contra los enemigos de la Independencia de América”.
La logia unitaria Valeper, que sesionaba
en Buenos Aires y era muy adicta al grupo rivadaviano, expresó a través de Valentín
Alsina que mandarle soldados a San Martín sería despoblar Buenos Aires, lo que
significaría “la ruina de la agricultura
que es la única fuente de nuestra riqueza”.
Este abandono lleva a San Martín a
concebir su renunciamiento en Guayaquil y es un antecedente más para pedirle la
reunión a Bolívar con el objeto de convenir sobre “los interés generales de ambos Estados, la enérgica terminación de la
guerra que sostenemos y la estabilidad del destino que con rapidez se acerca a
América”. Entonces viaja a Guayaquil y delega el mando en el marqués De
Torre Tagle y Monteagudo.
La entrevista se desarrolló los días 26
y 27 de julio de 1822. San Martín llegó al puerto de Guayaquil el 25 en la
goleta Macedonia. Su popularidad había decrecido. Se decía falsamente que
aspiraba a coronarse rey. Había fracasado su última expedición destinada a
liberar Tacna y Arica.
Bolívar envió a sus edecanes a recibir
la nave. Cumplidas las presentaciones quedaron a solas por una hora y media. Por la tarde hubo otro encuentro.
Confluían las dos corrientes libertadoras de América del Sur.
San Martín le dijo a su edecán: “Bolívar
me ganó de mano en este asunto de la toma de Guayaquil”.
Según comentarios, durante el encuentro
Bolívar le manifestó que tenía versiones de que O´Higgins era un feroz dictador
y San Martín lo interrumpió ponderando al libertador chileno. Tras la
entrevista no parecieron optimistas. Por la noche hubo un baile de honor y
banquete para celebrar el encuentro. Bolívar brindó por “los dos hombres más grandes de América del Sur, el general San Martín y
yo”. San Martín brindó por la finalización pronta “de la guerra, por la organización de las nuevas repúblicas del
continente y por la salud del Libertador”. A la una de la mañana San Martín
llamó a su edecán Rufino Guido y le dijo: “Vamos,
no puedo soportar este bullicio”. Sin más demoras se dirigió al embarcadero.
Del contenido de las conversaciones, que en total duraron seis horas, hasta
ahora sólo nos llegaron versiones y fragmentos dispersos.
Bolívar se impuso porque encabezaba un
Estado, la Gran Colombia, mientras San Martín estaba políticamente debilitado
porque no tenía apoyo del gobierno de su país ni de la dividida élite peruana, mientras
flaqueaba la disciplina de su Ejército y O´Higgins no lo podía apoyar porque fue
derrocado. Entonces decidió transferile tres batallones con un total de mil
hombres que engrosaron las fuerzas de Bolívar y le facilitaron el libre
accionar.
Además, para Bolívar la presencia de una
personalidad como San Martín era un obstáculo.
Según la sesgada opinión que Vicente
Fidel López vertió a fines del siglo XIX en su libro “El conflicto y la
entrevista de Guayaquil”, el fin de la entrevista “sólo por una ironía histórica ha podido llamarse el Abrazo de Guayaquil”,
ya que de no mediar la actitud sacrificada de San Martín pudo llegarse al
escándalo de una guerra y concluye que no se debe hablar de Conferencia de
Guayaquil sino del Conflicto de Guayaquil.
Sin embargo San Martín, refiriéndose a
ese encuentro escribió en un bando dirigido al pueblo: “tuve la satisfacción de abrazar al héroe del sur, fue uno de los días
más felices de mi vida. Tributemos todos un reconocimiento al inmortal Bolívar”.
A su vez, en una carta a su amigo O´Higgins le contaba su decisión: “Va a llegar la época por la que tanto he
suspirado. El 15 o el 16 del entrante voy a instalar el Congreso. Al día
siguiente me embarcaré para gozar de la tranquilidad que tanto necesito”.
Bolívar diría que la renuncia de San
Martín representaba un “buen ejemplo de
desprendimiento”.
En carta a Guido, San Martín
justificaría su renunciamiento en su necesidad de descansar y en su hartazgo por
las presiones que sufría: “Por otra parte
ya estoy cansado de que en todas partes me llamen tirano y que digan que quiero
ser emperador y hasta demonio”.
Buscará retornar pero en vista de la
revolución que derivó en la caída de Dorrego no lo hizo. Alegando que “detrás
de esto están Rivadavia y sus satélites y ya sabemos los inmensos males que han
hecho estos hombres a la América con su infernal conducta”.
Sin embargo, aunque Bolívar conquistaría
en Ayacucho la victoria definitiva en las guerras de la Independencia, no
podría concretar su ideal de crear una gran confederación, ni tampoco San Martín
lograría darle forma a la Gran Nación Latinoamericana, anhelos que siguen
pendientes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por participar, compartir y opinar