domingo, 30 de diciembre de 2012

EL FUSILAMIENTO DE DORREGO

Osvaldo Riganti--

Manuel Dorrego
Rivadavia cayó por el alzamiento de los pueblos contra su presidencia y la grave crisis económica. Interinamente lo reemplazó Vicente López y Planes, que convocó a elecciones para gobernador a las que se presentó sólo el partido federal con Manuel Dorrego como candidato. Así fue ungido el 12 de agosto de 1827 cuando tenía 35 años y ostentaba una larga tradición de lucha en los campos de batalla contra el absolutismo.

Recibió un Estado en bancarrota. Su gobierno expresó la irrupción de las masas populares, en las que su figura tenía considerable apoyatura, así como entre los hacendados progresistas y vastos segmentos de pueblos del interior, algo que no se dio en forma concreta en el proceso que arranca con la nacionalidad en las jornadas de mayo.

Dorrego se dispuso a retomar la guerra contra Brasil y desconocer el tratado firmado por Manuel José García.

El historiador Felipe Pigna explica que "Sus primeras medidas de gobierno fueron contundentes: suspendió el pago de la deuda externa que se llevaba un tercio del presupuesto, ordenó los negociados a rajatablas de la corrupción y fijó precios máximos para los artículos de consumo popular. Era demasiado para aquella clase terrateniente acostumbrada a engordar sus cuentas bancarias junto con sus vacas".
Sufrió el acoso de poderosos intereses, como el de los comerciantes a los que no convenía el bloqueo impuesto por la guerra, con más las consabidas acechanzas británicas monitoreadas por lord Ponsonby (conspicuo integrante de la Cámara de los Comunes, enviado frecuentemente a estas tierras para decisivas gestiones diplomáticas, a través de sus calidades en la materia, con el accesorio de un tema menor, como el interés del rey por sacarse de encima a este personaje que pretendía a su amante). Las gestiones de Ponsonby se orientaron a establecer un Estado tapón en el Río de la Plata. En un oficio de abril de 1828 le informó al primer ministro de su país Dudley su intención de lograr que Dorrego fuera "destituido de su cargo de gobernador tan pronto como se logre la paz con Brasil".

La prensa porteña lo atacaba con ferocidad, una constante que jaqueó a los gobiernos populares desde aquellos días hasta los que corren.

Sectores que querían la plata del Banco Nacional para sus manejos, buscaban que ese dinero se no canalizara para la guerra contra Brasil, como apuntaba Dorrego. Le escatimaban los fondos y tuvo que ceder. Al fin convalidó las gestiones de paz de Juan Manuel García ("alma fría para las cosas de la patria" lo definió Alvear) y la Banda Oriental quedó como un Estado independiente, en una jugada que implicó un considerable avance para quienes apuntaban al desmembramiento del Virreinato del Río de la Plata.

Huérfano de sustento para la empresa, Dorrego debió ordenar el retorno de las tropas que peleaban en Brasil.

La conjura estaba en marcha. La Logia unitaria de Juan Cruz Varela ("Veré su caída con placer" apuntaba a Dorrego) y Agüero operaban instrumentando al general Lavalle, animoso luchador de la Independencia, pero limitado en sus concepciones. "Espada sin cabeza" lo llamó Esteban Echeverría en uno de sus poemas, de lo que dio fe con sus actos.

La madrugada del 1º de diciembre se apoderó del Parque y, dispuesto a cañonear el Fuerte, instó a Dorrego a rendirse, por lo que éste debió huir a la campaña, dejando a sus ministros Juan Ramón Balcarce y Tomás Guido el pedido de hacer "lo que aconseje la razón" y proteger a su familia.

Lavalle se hizo del poder a través de lo que se dio en llamar "Elección de las Galeras". Se la llamó así por el método adoptado para dirimir la votación. La opción a tal fin se ejercitó levantando las galeras. Estaba limitada la participación a quienes poseían galeras. Bien la definió Felipe Pigna como "la elección más fashion de la historia argentina”. Algo que hubiera hecho las delicias de quienes sueñan con el voto calificado y se muestran indignados por la "ciega irracionalidad de las masas".

Lavalle persiguió a Dorrego y lo apresó. Instigado por Salvador María del Carril acerca de la necesidad de "embrollar" la realidad para tergiversarla, se negó a recibirlo y decidió fusilarlo. Concretó los torcidos designios en Navarro. Tras recibir los auxilios espirituales eclesiásticos, Dorrego recibió la descarga y cayó contra los palos de un corral de la zona. Su cabeza fue cortada y destrozada a culatazos. El crimen tuvo lugar el 13 de diciembre de 1828.

Antes de morir dejó una conmovedora carta a su esposa Angelita (le encomendó que de los dineros adeudados por el Estado utilizara dos tercios y el resto lo donara, al tiempo que extremara los cuidados a los hijos que dejaba). Otras se las dirigió a su hija, a su hermano y al jefe del Partido Federal, Estanislao López. "Ignoro las causas de mi muerte, pero perdono a mis perseguidores" dejaba sentado. Y pedía que la tropelía no fuera motivo de más derramamientos de sangre. Pero el país se vería sumido en tremendas luchas.

El historiador Pacho O´Donnell publicó el 13 de este mes en "Tiempo" que el crimen de Navarro está signado por el propósito de "eliminar al primer jefe popular urbano de nuestra historia que ponía en riesgo el poder de la oligarquía librecambista porteña, cuyo líder era Bernardino Rivadavia". Lo estima "el sangriento antecedente de tantos atentados contra los intereses populares y democráticos".

"La gente baja ya no domina / y a la cocina se volverá" expresaba alborozado Juan Cruz Varela en el diario unitario "El Pampa". "El cielo es justo" se entusiasmaba el ahora periódico gubernista "El Tiempo".

Bolívar se refirió al hecho como una "atrocidad" y San Martín como producto de "malvados". En su correspondencia a Tomás Guido dejó sentada su certidumbre total que detrás de los hechos "del 1º de diciembre de 1828 están Rivadavia y sus satélites y todos sabemos los inmensos males que esos hombres han hecho no sólo a su país, sino al resto de la América con su infernal conducta". En una posición concordante con la del Libertador, O´Donnell escribió en "Tiempo" que Rivadavia "gustaba del movimiento, tuvo noticia y lo aprobó", en busca de emplearlo para volver "al mando supremo". Califica de "encubierta" su participación en el alzamiento y detalla que fue representado en las reuniones conspirativas por un ciudadano francés a quien Vicente López llamó "Monsieur Veriennes", pero cuyo verdadero nombre era Filiberto Héctor Varaigne.

1 comentario:

  1. Sin dudas el crimen de Manuel Dorrego fue uno de los mas atroces de la historia argentina. Por otra parte preparo el camino para que llegara al poder el estanciero Juan Manuel de Rosas, quien puso las cosas en orden: la caterva de contrabandistas se hizo por fin del gobierno. Mas astuto que Rivadavia, Rosas fue mas practico. / Ahora citar como fuente al chanta contumaz de Pacho O'Donnell parece una incongruencia.

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