viernes, 29 de noviembre de 2013

VOLVIO, SORPRENDIÓ Y OCUPÓ EL CENTRO DE LA ESCENA

Mauricio Epsztejn

De sorpresa en sorpresa

Volvió
 A escasas dos días de conocerse los resultados electorales del 27 de octubre, el pelotón de ansiosos que esperaba una estampida y derrumbe kirchnerista, se quedó con las ganas de poner en acto el festejo multicolor que venía anunciando su afiche sobre el “fin de ciclo”. No hubo réquiem, porque el supuesto moribundo goza de buena salud y en lugar de bajar los brazo reocupó el centro de la escena, dejando a cargo de ellos el pago de la macabra factura por un velorio apresuradamente contratado.
La primera sorpresa la tuvieron dos días después con el fallo de la Corte Suprema de Justicia que declaró constitucionales todos los artículos de la Ley de Servicio de Comunicación Audiovisual, más conocida como Ley de Medios. Después de cuatro años de manoseos, chicanas y complicidades producidos por diversos estamentos de la justicia, la Corte lo resolvió por seis votos contra uno el tema de fondo y por cuatro a tres, su aplicación inmediata y sin más dilaciones.
Si durante los cuatro años que el monopolio Clarín logró paralizar la ley, la pelea estuvo centrada en lograr que se respetara la voluntad de la democracia, de ahora en más la responsabilidad principal pasó al campo del Estado, que no sólo deberá aplicarla y hacerla plenamente operativa, sino conseguir que satisfaga las expectativas en ella depositadas y refleje el espíritu de sus impulsores, es decir, que multiplique las visiones y las voces para profundizar la democracia.
La segunda fue el retorno de la Presidenta a la actividad plena, con una clara demostración de que el oficialismo aplica la heterodoxia no sólo al terreno de la economía sino a toda su gestión.

Volvió con todo

En lugar del ser desvalido que sus enemigos o adversarios imaginaban, Cristina volvió y con el regreso dejó su impronta. No hubo improvisación ni en la estética de la puesta en escena, ni en las medidas que inmediatamente anunció y tomó. Hubo un evidente y meditado cálculo, cuyo eje fue la reestructuración del gabinete con el que se propone encarar los próximos dos años de gobierno.
En el retorno a la función, Cristina mostró su liderazgo intacto y con el recambio incorporó jugadores avezados que oxigenan y homogeneízan al equipo.
La lectura que cabe sobre esta cuestión apunta por lo menos en tres direcciones.
Una reafirma los ejes centrales de la política aplicada desde 2003, del mal llamado modelo, cuyo pilar básico es lograr un desarrollo con creciente inclusión social, que mejore la distribución del ingreso. Eso significa profundizar el proceso de reindustrialización con todo lo que implica en cuanto a soberanía energética, crecimiento científico y tecnológico, competitividad de la producción, uso racional de los recursos naturales y demás temas afines; la otra, es la de seguir ampliando derechos, que no son sólo los civiles, sino también los referidos a la educación, salud, vivienda y todo lo que ayude a mejorar la calidad de vida y profundizar la democracia; la tercera es que, hoy por hoy y hasta el 2015, cualquiera que desde ese espacio quiera candidatearse a presidente tendrá su destino indisolublemente ligado al éxito y fortaleza del gobierno encabezado por ella, lo que asegura una absoluta lejanía respecto a la difundida teoría del “pato rengo”.
Decimos que es erróneo hablar de “modelo” porque ese concepto presupone reglas fijas, inamovibles y estáticas, propias de una visión economicista, que relega la política a un rol secundario frente a las fuerzas del mercado, es decir a la de los económicamente poderosos, a la de los abanderados de la antipolítica, que es una forma de hacer política desde la oscuridad, desde la antidemocracia. En cambio, a partir de la crisis de 2001 en que se hicieron añicos estructuras anquilosadas, pero sobre todo desde 2003 con la llegada de Néstor Kirchner a la presidencia, se fue imponiendo otra forma de hacer política y se fueron abriendo paso inéditas formas de organización y participación, que obligó a todos lo jugadores a mostrar sus cartas y sus caras, donde los manuales con modelos dejaron de tener sentido y la política pasó a plantear sus objetivos como guías para la acción de gobierno, como proyecto político que ante cada objetivo y etapa, recurre sin dogmatismos a los instrumentos existentes o los inventa, si era necesario. Lo que pasó a ser inadmisible fue cambiar ese proyecto político, es decir el de crecer con inclusión social y mejoramiento permanentemente la distribución. Todo un desafío, que avanzó con los aciertos y errores propios de todo cambio profundo que requería y requiere coraje cívico en los dirigentes y creciente participación consciente, creativa e independiente del pueblo.

¿Dónde está el pato rengo?

Aunque pocos lo conozcan y practiquen, el Pato es un juego nacional en el que dos equipos a caballo se enfrentan y deben encestar una pelota con anillas en el aro contrario (antes se usaba un pato que moría porque lo tomaban del cogote y de allí el nombre)

Dado que se abrió el curso hacia la encrucijada de 2015, se incrementó la acción que desde hace años desarrolla una pléyade de opinólogos seriales y pronosticadores de catástrofes que insisten en convencernos sobre la imperiosa necesidad de cambiar el rumbo y buscar alternativas porque nos estaríamos acercando al “fin de ciclo” o al abismo, con un gobierno débil e incapaz de tomar medidas importantes. Es una etapa que en los Estados Unidos bautizaron como la del “pato rengo”. Obnubilados por las bondades de cuanto producto importado aparece en el mercado, su pereza intelectual homologa sin ingenuidad, tradiciones, realidades e institucionalidades distintas. Desde el campo nacional, popular y democrático no conviene subestimar tal prédica porque influye sobre ciertas capas sociales, incluidos algunos intelectuales llamados progresistas o de izquierda, propensas a comprar acríticamente esos mensajes tremendistas y desparramarlos a su alrededor. Todos sabemos que el miedo y el pánico bloquean la razón, por lo que aún con la Ley de Medios plenamente vigente, no conviene confiar en que su sola legalidad producirá cambios mágicos sobre arraigados prejuicios y estereotipos culturales. Por eso, si bien hay ocasiones en que el actuar sigiloso y la sorpresa valen, lo que con seguridad perdura son las convicciones que se afirman con argumentos y persuasión, escuchando al otro y confrontando ideas. Por eso, si se quiere garantizar la continuidad de un proyecto político, no de un “modelo”, no alcanza con enumerar una cadena de innegables hechos positivos o lanzar consignas. ¿Hace falta ejemplificar?
Un dicho popular sostiene que “no hay como un susto para despabilar a un mamado”. Lo sucedido con las recientes elecciones pareciera confirmarlo respecto a la heterodoxia kirchnerista.
Enfrente, por ahora, tiene un conglomerado cuyo desarrollo abre demasiadas incógnitas.
El partido recién empieza. Para el final en 2015, contado en tiempos argentinos, falta una eternidad, donde todos saben que nadie lo gana antes de tiempo ni sólo con encuestas.
Se abre un período interesante, apasionante, en el que sin duda valdrá la pena vivir y participar.

2 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo!!!!! La morocha volvió y mató, no sólo por lo bien que se la vió sino por los cambios que se traía. Me parece que hay un cambio en la política comunicacional con Capitanich, pero cuánta gente que todavía lee Clarín y mira TN----

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  2. Josè Luis de la Torre6 de diciembre de 2013, 14:43

    MUY BUENA NOTA Y LA COMPARTO EN LA MAYORÌA DE SUS EXPRESIONES.

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