jueves, 31 de octubre de 2013

¿Fin de ciclo?

Mauricio Epsztejn--

Fin de ciclo kirchnerista. Si uno se remonta a ocho años atrás, esta afirmación la repiten regularmente la mayoría de los opositores en sus diversas variantes no peronistas o directamente antiperonistas.

Sin embargo, a diferencia de episodios anteriores, la reciente novedad fue el alumbramiento público, poco antes de las elecciones PASO, del Frente Renovador, una fuerza política
apoyada sobre una estructura de intendentes bonaerenses encabezada por Sergio Massa, desgajada del Frente para la Victoria y que en poco tiempo obtuvo resultados sorprendentes aún para observadores avezados, votos que incrementó en las legislativas de dos meses más tarde, al derrotar por amplio margen al oficialismo en la Provincia de Buenos Aires.
Alrededor de Sergio Massa y su gente se fue congregando todo un variado abanico disperso que por fin pareciera haber encontrado un referente capaz de
representarlos y unificarlos. Aunque es prematuro hablar de la proyección que esta fuerza puede tener con vistas a las presidenciales de 2015, lo que se puede afirmar es que su desarrollo se dio a costa otras fuerzas que ocupan la franja ideológica de la derecha, se llame De Narváez, Peronismo Federal, Moyanismo o sus aliados macristas a quienes le costaba cruzar la Avenida General Paz y que terminaron “mejicaneados” por el tigrense e inmediatamente se lanzaron a recuperar su tropa y diferenciarse.

En las Provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Mendoza y Capital, que son los distritos más importantes del país, el kirchnerismo sufrió duros golpes. Es cierto que conserva un capital importante como el de ser la primera minoría nacional en votos, mientras enfrente tiene una constelación de partidos o frentes cuyas líneas ideológicas y aspiraciones serán difíciles de unificar; también es cierto que con sus aliados conserva la mayoría en ambas Cámaras del Congreso, así como muchas gobernaciones. Sin embargo, de mantenerse la actual relación de fuerzas, en 2015 no le alcanzará para ganar la Presidencia y continuar con su proyecto de país.

En una nota anterior opinábamos que no era bueno ningunear a los adversarios, tratándolos como “equipo de suplentes”, porque en el ambiente del fútbol no se le da valor el ganarle a esos, pero perdura en el tiempo la vergüenza si el propio equipo de titulares es derrotado por tal rejunte.

Por eso creemos que el kirchnerismo debería repetir lo hecho en otras circunstancias adversas. Es decir, no echarle la culpa de su derrota al adversario, que hizo lo que más le convenía, sino analizar su propia actuación. En el caso del rol jugado por la prensa, es así. Se sabe lo furibundamente que actuó en contra desde el mismo día en que Escribano, del diario La Nación y cuñado del Juez supremo Fayt, le presentó a Néstor el famoso ultimátum apenas asumió la presidencia decidido a no rendirse ante los tradicionales poderes fácticos.

Por eso uno se pregunta ¿por qué comparar los votos obtenidos ahora con los de 2009, en que su propia torpeza –sin ser la única causa, pero que resultó muy importante –, le facilitó la derrota frente a enemigos taimados y expertos? ¿Por qué no ver las fallas que le hicieron perder más de 20 puntos desde las elecciones de 2011?

¿Por qué al tratar un tema tan acuciante como el de la seguridad, caballito de batalla de toda la oposición, incluidos los conversos como el Pino Solanas, se adopta el lenguaje que no le es propio, el de más represión que pretende solucionar el problema con 100.000 efectivos de todas las fuerzas en la Provincia de Buenos Aires?

¿Por qué no se desenmascara con nombre y apellido la falacia de que inflación la producen los números del INDEC sobre el IPC, por más que estos deban ser creíbles?

¿Por qué no se le explicó a la clase media que las restricciones a la compra de dólares son para defender la economía nacional y las compras de insumos para que funcione y no el capricho de un funcionario?

¿Por qué se esperó a perder las PASO para aumentar el mínimo no imponible a los salarios?

Hay más ¿Por qués?, pero no tiene sentido enumerarlos porque el debate de estos temas y otros similares debe sacarse del ámbito burocrático o de especialistas, para ponerlo en medio de la militancia que se comprometa y convenza a sus vecinos, compañeros de trajo o estudio, de la necesidad de participar, para resolverlos.

Quien escribe esta columna cree que la militancia debe ocuparse en la actualidad de estas cuestiones y no sólo de cuánta gente se moviliza a las concentraciones o distribuye propaganda. También deberá tomar nota de que a través de ese debate y acción se proyectará naturalmente, sin necesidad de dedo alguno, pero sometida al escrutinio de sus partidarios, la nueva camada dirigente que una fuerza como esta necesita. Además ya lo dijo Juan Domingo Perón, el difunto fundador y líder de la corriente principal que integra el Frente para la Victoria: “Sólo la organización vence al tiempo”.

Estas inquietudes que aquí someramente se enuncian, seguramente ya están siendo discutidas en distintos ámbitos de ese movimiento y de a poco se irán conociendo y transformado en acción, porque la experiencia muestra que su dirigencia escucha y sabe aprender de la experiencia, para corregir lo que deba ser mejorado.

Por eso, que la oposición en bloque y sin matices hable de “fin de ciclo”, no sólo expresa subestimación de la capacidad reflexiva y autocrítica del actual oficialismo, sino pareciera sufrir la pulsión desesperada por apurar los tiempos. Y ya sabemos que la desesperación es mala consejera.

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