jueves, 31 de octubre de 2013

Ficción e identidad

El libro “Quien soy” se presentó en La Nube

Mauricio Epsztejn--
El 9 de octubre, bajo un cielo que amenazaba derrumbarse y anegar la Ciudad de Buenos Aires, se presentó “Quien soy” en la librería de la ONG La Nube, un libro que en cuatro relatos ficcionaliza otras tantas historias de chicos víctimas de la última dictadura, que recuperaron su identidad.

Con la presencia de un público que la lluvia obligó a amucharse dentro de un salón no previsto para tanta gente, nadie se sintió molesto si no alcanzaron las sillas y debieron desparramarse por el piso tapizado de almohadones o simplemente seguir el acto arrodillados, apoyados sobre sus talones o de pie. Así, los cuerpos ocuparon el espacio libre de libros, porque nadie estaba dispuesto a perderse una palabra o una imagen con que los escritores, ilustradores y responsables de la edición explicaron el origen de los materiales y la argamasa con que trabajaron durante los tres años que demoró esa construcción colectiva.
En la nota con que hace un mes este cronista —sin haber leído el libro —convocaba a participar del acto, advertía que los autores enfrentaban un doble desafío: primero, evitar lo obvio, de tratar el tema como historiadores, para encararlo como una ficción literaria, sin golpes bajos; segundo, llegar a un público amplio, capaz de leerlo, disfrutarlo y entenderlo.

Quien acceda a sus textos, imágenes y diseño, comprobará que superaron el reto con creces.

Lo verán desde la propia tapa y contratapa, donde la impresión del título permite una doble interpretación, según el ángulo que se lo mire: afirmativa o interrogativa. Lo mismo pasa con el ensamble de tapa y primera solapa.

Originalmente la obra estuvo prevista para trabajar sobre tres historias cerradas. Sin embargo, al subsistir muchos casos esclarecidos a medias o que aún permanecen en el misterio, se agregó una cuarta que encara este filón.

El libro es apto para chicos y grandes.

Se lo puede leer en silencio o en voz alta; en soledad o en grupo; de abuelos a nietos y padres a hijos o viceversa e incluso reuniendo en familia a las tres generaciones y agregándole amigos.

Lo pueden hablar, lo pueden comentar. Lo deberían hablar y comentar, porque permite la reflexión no sólo sobre los contenidos, sino sobre su calidad literaria y artística, a partir de las vivencias que provoca en quienes lo comparten: las de los contemporáneos de los hechos, independientemente del compromiso que en su momento hayan tenido; las de los nacidos entre los últimos años de la dictadura y los primeros de la recuperación democrática, que hoy rondan los treinta y crecieron cuando los acontecimientos estaban muy frescos y se empezaban a difundir masivamente; y las de los niños y adolescentes para quienes aquellos sucesos forman parte de una historia que se estudia en las escuelas, como otros tantos que ella narra, pero con los que no tuvieron contacto personal.

Por eso, cada grupo tendrá un acercamiento particular y distinto con lo allí narrado, por lo que sus reacciones y sentimientos también se diferenciarán, aunque racionalmente reclamen lo mismo: memoria, verdad y justicia.

De allí que, amigo lector, si no teme dejarse conmover por textos bien escritos y hasta se permite derramar una lágrima para exteriorizar sus sentimientos, no se prive del disfrute, porque no se va a arrepentir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por participar, compartir y opinar