Osvaldo Riganti—
En sus albores, Racing Club sucedió a
Alumni en la disputa por la hegemonía en el fútbol argentino, tanto por
cosechar campeonatos a granel como por la exquisitez de su juego.
En 1965 al asumir la dirección técnica
del plantel su ex jugador Juan José Pizzutti, con el equipo en el fondo de la
tabla, venció en su cancha al hasta ahí puntero, River Plate, por 3-1. Desde
esa tarde el grito de guerra de la hinchada “académica” fue el “Y ya lo ve//y ya lo ve //es el equipo de
José”. El “Juan José” había dado paso al “José” a los fines de la rima y
como “José” quedó incorporado a la
liturgia racinguista.
Al incursionar Fernando Marín en Racing,
con su gerenciadora “Blanquiceleste S.A.”, rápidamente todo el mundo,
racinguistas y adversarios, identificaron que detrás del personaje y la sigla
sólo había un interés empresario por liquidar la sociedad civil y quedarse con
el club para transformarlo en sociedad anónima. Por eso las hinchadas de quienes
competían con Racing le cantaban de modo despectivo: “A esa empresa//le tenemos que ganar”.
Racing con la nueva estructura afrontó
quebrantos que culminaron con el accidentado ciclo de “Blanquiceleste S.A.” y
Fernando Marín, a quien pese, a tal antecedente, el presidencia Macri premió
colocándolo al frente de “Fútbol para todos”.
En los albores de nuestro fútbol se hizo
alusión a Independiente como “los rojos”
por el fuerte tono de ese color en su camiseta. También se fue asociando a ese
apodo el de “diablos” por las
estridencias de su hinchada en la zona de Avellaneda. En la década del ‘20 el
periodista Hugo Marini comenzó a llamarlo lisa y llanamente “diablos rojos” aludiendo a lo que se
definía como “endiablado ataque de Canaveri, Lalín, Ravaschino, Seoane y Orsi.”
En 1938 cobró más vigor el apelativo con otra célebre delantera, la de Maril,
De la Mata, Erico, Sastre y Zorrilla.
En los 70 debido a la acumulación
impresionante de copas internacionales se lo llamó “El rey de Copas”.
La tradición campeona del “rojo” en materia copera se sustentó en
buena medida (más allá de eximios jugadores) en la “pierna fuerte y templada”
de algunos defensores, siendo su número 2, Rubén Navarro, visto como la figura
por antonomasia en la materia y por eso se lo conocía como “Hacha Brava”. Pero a la hora de endosarle algún
apodo despectivo, los de Independiente son catalogados como “Los Amargos”, principalmente por su rival
de Avellaneda, aludiendo a la supuesta escasa fibra de su parcialidad para
alentar, particularidad que algunos atribuyen al acostumbramiento a los grandes
títulos en materia continental y mundial y a la demanda de tecnicismo en el
despliegue futbolístico.
Una contingencia llamativa fue que en
plena racha ganadora de aquel célebre “equipo
de José” durante los grandes momentos de Racing en 1966/67, los hinchas de
Independiente saludaban el ingreso de su equipo a la cancha como así también
sus buenos momentos al grito de “Y ya lo
ve, y ya lo ve… son los vecinos de José”, como resaltando orgullosamente su
cercanía con el cuadro que en esos momentos conmocionaba al fútbol argentino. Esto
adquirió particular resonancia cuando Independiente, comandado por el brasileño
Brandao y con fútbol de gran estilo, se adjudicó el Nacional 1967. No todos sus
adictos veían con buenos ojos el cántico, considerándolo una concesión, que no
se debía hacer, al tradicional oponente.
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