viernes, 30 de junio de 2017

Racing e Independiente: apodos por las glorias y sus contrapartidas despectivas

Osvaldo Riganti—
En sus albores, Racing Club sucedió a Alumni en la disputa por la hegemonía en el fútbol argentino, tanto por cosechar campeonatos a granel como por la exquisitez de su juego.
En 1965 al asumir la dirección técnica del plantel su ex jugador Juan José Pizzutti, con el equipo en el fondo de la tabla, venció en su cancha al hasta ahí puntero, River Plate, por 3-1. Desde esa tarde el grito de guerra de la hinchada “académica” fue el “Y ya lo ve//y ya lo ve //es el equipo de José”. El “Juan José” había dado paso al “José” a los fines de la rima y como “José” quedó  incorporado a la liturgia racinguista.
Al incursionar Fernando Marín en Racing, con su gerenciadora “Blanquiceleste S.A.”, rápidamente todo el mundo, racinguistas y adversarios, identificaron que detrás del personaje y la sigla sólo había un interés empresario por liquidar la sociedad civil y quedarse con el club para transformarlo en sociedad anónima. Por eso las hinchadas de quienes competían con Racing le cantaban de modo despectivo: “A esa empresa//le tenemos que ganar”.
Racing con la nueva estructura afrontó quebrantos que culminaron con el accidentado ciclo de “Blanquiceleste S.A.” y Fernando Marín, a quien pese, a tal antecedente, el presidencia Macri premió colocándolo al frente de “Fútbol para todos”.
En los albores de nuestro fútbol se hizo alusión a Independiente como “los rojos” por el fuerte tono de ese color en su camiseta. También se fue asociando a ese apodo el de “diablos” por las estridencias de su hinchada en la zona de Avellaneda. En la década del ‘20 el periodista Hugo Marini comenzó a llamarlo lisa y llanamente “diablos rojos” aludiendo a lo que se definía como “endiablado ataque de Canaveri, Lalín, Ravaschino, Seoane y Orsi.” En 1938 cobró más vigor el apelativo con otra célebre delantera, la de Maril, De la Mata, Erico, Sastre y Zorrilla.
En los 70 debido a la acumulación impresionante de copas internacionales se lo llamó “El rey de Copas”.
La tradición campeona del “rojo” en materia copera se sustentó en buena medida (más allá de eximios jugadores) en la “pierna fuerte y templada” de algunos defensores, siendo su número 2, Rubén Navarro, visto como la figura por antonomasia en la materia y por eso se lo conocía como “Hacha  Brava”. Pero a la hora de endosarle algún apodo despectivo, los de Independiente son catalogados como “Los Amargos”, principalmente por su rival de Avellaneda, aludiendo a la supuesta escasa fibra de su parcialidad para alentar, particularidad que algunos atribuyen al acostumbramiento a los grandes títulos en materia continental y mundial y a la demanda de tecnicismo en el despliegue futbolístico.
Una contingencia llamativa fue que en plena racha ganadora de aquel célebre “equipo de José” durante los grandes momentos de Racing en 1966/67, los hinchas de Independiente saludaban el ingreso de su equipo a la cancha como así también sus buenos momentos al grito de “Y ya lo ve, y ya lo ve… son los vecinos de José”, como resaltando orgullosamente su cercanía con el cuadro que en esos momentos conmocionaba al fútbol argentino. Esto adquirió particular resonancia cuando Independiente, comandado por el brasileño Brandao y con fútbol de gran estilo, se adjudicó el Nacional 1967. No todos sus adictos veían con buenos ojos el cántico, considerándolo una concesión, que no se debía hacer, al tradicional oponente.

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