Osvaldo Riganti—
Las tensiones que se venían incubando en
uno de los movimientos de masas más grande que haya tenido Latinoamérica
hicieron eclosión el 1º de mayo de 1974. Ese día, ante expresiones de
hostilidad de un sector de la concurrencia que se identificaba con banderas de
la J.P. Regionales y Montoneros, quedó como el día en que Perón “echó a los Montos
de la Plaza”. El resto de la concurrencia cantó “¡Conformes, General!” El había
asumido el día en que se dirigió a la concurrencia desde los históricos
balcones de la Casa Rosada al inicio de su tercer y último mandato, con el
compromiso de “estar todos los 1º de mayo aquí, preguntándole al pueblo si está
conforme con mi gobierno, siguiendo una vieja consigna peronista”.
Vinieron días tumultuosos. Los
enfrentamientos en el seno del peronismo tenían en vilo a la ciudadanía.
El 11 de junio la vicepresidenta
apareció por radio y TV. Atacó a los especuladores, calificándolos de “clase
inmoral carente de sensibilidad social” y a quienes demagógicamente impulsaban
reivindicaciones que no podían ser atendidas. Aparecía como siempre en el medio
López Rega afirmando. “Si Perón se va, también lo hará la señora vicepresidente
y este humilde servidor”. Esto aumentó la zozobra. “Si se va Perón viene una
guerra civil” decían algunos burgueses asustados.
La mañana del 12 de junio el general
pronunció desde el Salón Blanco de la Presidencia un enérgico mensaje por la
cadena nacional. Denunció a los “diarios oligarcas” y el problema de “la
escasez y el mercado negro” en forma paralela a conflictos que consideraba
provocados deliberadamente. “No hay que olvidar que los enemigos están
preocupados por nuestras conquistas, no
por nuestros problemas” subrayó. “A todo esto se suma la fiebre de la sucesión
de los que no comprenden que el único sucesor de Perón será el pueblo argentino
que, en último análisis será quien deberá decidir” subrayó
Advirtió que habían pasado “los días de
exclamar “la vida por Perón”, exhortando a un “trabajo honrado y permanente”,
fustigando “este sabotaje de pigmeos que no han llegado a comprender que los
innegables éxitos de nuestra política exterior”. Terminó advirtiendo que, sin
un apoyo masivo a su acción de gobierno estaba dispuesto a alejarse de su
cargo.
Inmediatamente la CGT y las 62
decretaron un paro y la gente en forma espontánea –aparte de las columnas que
movilizaron los sindicatos— se volcó a la histórica plaza. El desconcierto se
había apoderado del país y la población salió decididamente a la calle. Se
destacaban gruesas columnas que venían de la provincia de Buenos Aires al grito
de “Si se va Perón, habrá revolución"
Hubo una masiva presencia de partidarios
del líder que nos largamos por su cuenta, al igual que una nutrida marcha de
trabajadores nucleados en sindicatos. Los Montoneros no estuvieron. Perón los
había virtualmente expulsado casi un mes y medio atrás y mientras decidían lo
que debían hacer, la gente se volcó a la calle.
Fue amplio el apoyo de sectores de
centroizquierda como el PI y de izquierda como el PC y el FIP.
Alende señaló que el presidente “ha
señalado con claridad la actitud disolvente y antipatriótica de la oligarquía,
el PC afirmó que Perón había puesto “de relieve la magnitud de la amenaza de la
extrema derecha oligárquica imperialista contra la estabilidad institucional”,
el partido de Ramos elogió las “Iniciativas progresistas del Gobierno contra
los avances de la oligarquía pro imperialista”.
A requerimiento de una concentración popular de magnitud Perón se trasladó desde Olivos en compañía de Isabel hasta los históricos balcones, donde comenzó a hablar poco después de las 17 en un clásico día frío de junio Ante una ovación estremecedora apareció ante el pueblo movilizado, vistiendo su abrigo que había popularizado en los inviernos españoles.
A requerimiento de una concentración popular de magnitud Perón se trasladó desde Olivos en compañía de Isabel hasta los históricos balcones, donde comenzó a hablar poco después de las 17 en un clásico día frío de junio Ante una ovación estremecedora apareció ante el pueblo movilizado, vistiendo su abrigo que había popularizado en los inviernos españoles.
Pronunció un emocionante discurso (en
medio del cual resonaron gritos como “Y pegue, y pegue, y pegue Pocho pegue”, “Que
se quede, que se quede”), refirmando sus postulados. “Cada uno de nosotros debe
ser un predicador y un agente de vigilancia y control para poder realizar la
tarea y neutralizar lo negativo que tienen los sectores que todavía no han
comprendido pero tendrán que comprender”. Pero algunos sectores no
comprenderían, aprovechando que el caudillo fallecía menos de 20 días después.
Se había despedido cerrando su discurso
diciendo: “Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música que para mí es la
palabra del pueblo argentino”. La CGT pedía a través de su máximo dirigente
Adelino Romero que sus afiliados no compraran “Clarín” “por ser contrario a los
intereses de la clase trabajadora”.
Perón enfermó días después y el 1º de
julio “un gran silencio descendió sobre la patria” como apuntó Abelardo Ramos
en “Historia del Peronismo”.
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