Osvaldo Riganti—
Una trayectoria consecuente-Con la dictadura, con Menem, con De la Rua, con Mulford |
El país estaba jaqueado por la hiperinflación
en 1989 y 1990. A comienzos de 1991 se sucedieron las disparadas del dólar y
Erman González renunció al ministerio de Economía. Entonces, el 28 de enero, Menem
designó como Ministro de Economía a Domingo Felipe Cavallo. Hace un cuarto de
siglo comenzaba una de las experiencias más atrevidas de la economía argentina.
Cavallo, que había servido a la dictadura
durante su último tramo, introdujo una política acentuada de subsidios a los
grupos económicos endeudados y el 30 de enero anunció su primera medida: la
fluctuación del dólar dentro de una banda cuyo piso se fijó en 8 mil australes
y su techo en 10 mil. Sin embargo, la misma no tuvo el eco esperado y sus
primeros días fueron críticos. Entonces dispuso una reforma en la banca oficial
que provocó la renuncia del presidente del Banco Nación, Hugo Santilli, que
tenía relaciones con los sindicatos y con “históricos” como Guillán y Licastro.
En medio de tales vaivenes, el 27 de
marzo el Congreso aprobó la Ley de Convertibilidad, que entró a regir 1º de
abril de 1991. Esto dio paso a una
reforma monetaria que igualaba el valor del dólar al de la nueva moneda, el
peso. El gobierno se comprometía a no emitir sin respaldo y a continuar con las
reformas del Estado, que sería reducido hasta la indefensión.
Llegaba una economía generadora de
exclusión y violencia, con un fuerte disciplinamiento de los trabajadores.
Se reestructuró la deuda pública con el
Plan Brady en 1993, que reprogramó el pago del 20% de más de 60 mil millones de
dólares. Fue su primer megacanje, anticipo del escándalo con el que en tiempos
de De la Rúa el país voló por los aires. El Plan Brady pasó la titularidad de
la deuda desde un puñado de banqueros sospechados, a una masa poco conocida de
tenedores de bonos. Esa política dio lugar a la mayor desocupación conocida por
la historia argentina hasta ese momento y desvió los aportes jubilatorios de
los trabajadores, hacia las AFJP privadas que creó en 1994.
Rebajó los aportes patronales al sistema
de reparto, beneficiando a bancos y concesionarios de servicios.
Luego vendría su encontronazo con Menem,
su renuncia, sus fracasadas postulaciones a Jefe de Gobierno de la Ciudad y a Presidente
de la República, cuando Raúl Alfonsín lo definió como “candidato de la
extranjería”.
Por fin tuvo su retorno con De la Rúa que
condujo al estallido de 2001. El dirigente peronista Labaké lo acusó, junto al
Secretario de Finanzas Daniel Marx, por “estafa agravada” e “incumplimiento de
los deberes de funcionario público y cohecho” (“Diario Judicial, 16.7.2010).
“Estafa además por la que fue procesado
y luego sobreseído” explica recientemente “Infonews” respecto a Daniel Marx, ex
funcionario de Banco Tornquist y de distintas gestiones económicas. “La Nación”
del 30 de setiembre de 2001 señalaba que “Cavallo y Marx no dieron
participación al Congreso antes de negociar el megacanje, como lo prevé el
artículo 75 de la Constitución”.
Las experiencias con Cavallo han
demostrado que el mercado, con un Estado desertor, lleva a profundizar las
desigualdades y a empeorar las condiciones de vida de las mayorías.
Millones de habitantes quedaron a la
intemperie con su política. Hoy estamos al comienzo de volver a transitar por el
mismo camino.
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