miércoles, 15 de noviembre de 2017

Reflexiones post electorales

Mauricio Epsztejn—
Los resultados finales de las elecciones del 22 de octubre expusieron la foto del estado de la opinión ciudadana en ese momento y clausuraron la competencia previa de pronósticos entre las encuestadoras que hasta ese día habían proporcionado material para alimentar las disquisiciones de todos los gustos en los medios. A partir de los datos duros se abrió el vasto campo sobre su interpretación y las especulaciones acerca del futuro que nos aguarda, no sólo a los simples mortales, sino también a los principales protagonistas, a sus estados de ánimo y su reflejo en la política, donde se abre un abanico que va desde la euforia absoluta hasta el desencanto derrotista.
Como me siento incluido entre los simples mortales y además tengo una opinión y postura políticas definidas, no partidarias, pero sí políticas, que no participo de dichos extremos, ni concibo ese acontecimiento como eterno e inmutable, trataré de convertir mis reflexiones en texto, lo más sintéticamente posible, para compartirlo con los lectores por si en algo aporta al necesario debate que hace rato se debe el llamado espacio nacional, popular y democrático.

Lectura de los resultados

Al momento de escribir esta nota, prácticamente pueden considerarse definitivos los porcentajes de votos obtenidos por cada una de las fuerzas que participaron en las referidas elecciones, que le dieron un incuestionable y categórico triunfo a Cambiemos a nivel nacional, una fuerza que hace no mucho más de tres años, con la sigla PRO parecía tener dificultades para superar los límites de la ciudad de Buenos Aires y en las recientes, al frente de la Alianza Cambiemos, sus candidatos se impusieron en 15 distritos, entre los que se cuentas los cinco que concentran el 66% del padrón nacional: Ciudad Autónoma de Bs. As. (CABA), Provincia de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza y Santa Fe. A su vez, Unidad Ciudadana, que encabeza la ex presidenta Cristina Kirchner, fue derrotada en la Provincia de Buenos Aires, pero ganó con variantes en su denominación en Tierra del Fuego, Río Negro y Formosa. Otros distritos donde ganó el peronismo no kirchnerista fueron San Luis, Tucumán, Catamarca, La Pampa y San Juan, mientras sufrieron categóricas derrotas frente a Cambiemos en Córdoba, Salta y Entre Ríos, cuyos gobernadores hasta ahora fueron los más transigentes con el macrismo.
La derrota de Unidad Ciudadana y de Cristina Kirchner en particular, merecería un análisis especial, ajeno a las posibilidades de esta nota, porque allí fue vencida la figura más destacada y cuestionada, en voz alta o soto voce, que tiene el peronismo nacional sin que hasta ahora se visualice cómo quedará conformado ese archipiélago, ni quién se hará cargo del timón.
Queda para las especulaciones de un ejercicio contra fáctico, cuál hubiera sido el resultado de haberse encontrado un mecanismo para realizar una interna en que también participara la fuerza de Florencio Randazzo.
Con los números a la vista, el tablero político resultante queda conformado por un oficialismo envalentonado, que se siente revalidado en las urnas y dispuesto a avanzar rápidamente en la aplicación de su programa, que lo tiene y no lo oculta, para rediseñar el país en lo económico, social, cultural, político e institucional, incluyendo el sistema electoral (Al respecto, resulta interesante el cuento de ciencia-ficción escrito por Isaac Asimov, que acompaña esta edición de unoytres, publicado en EEUU en abril de 1955).
¿A quiénes tiene Macri enfrente?: a una oposición confundida, dispersa, sin propuestas de país alternativas, ni organización capaz de impulsarla. Y una propuesta política no se puede reducir a un panfleto donde se formula un conjunto de consignas más o menos logradas, que se agitan durante una campaña electoral y luego se archivan, sino que debe plantear objetivos concretos alrededor de los cuales organizar la acción cotidiana para conseguirlos. La fuerza política que en un momento los levanta y que cotidianamente no los impulsa, pierde credibilidad y se agota. Quien se proponga ser real oposición, debe trabajar con esas herramientas si quiere construirse como alternativa porque sólo proclamar que se está “en contra de…” o para “frenar a…”, agitando méritos pasados, no convence ni concita a participar de la construcción de un futuro que aparece nebuloso.

Macrismo, ¿accidente histórico o lógico desenlace de un proceso?

Analistas y dirigentes del campo popular aquejados de miopía grave, rutina, burocratismo y otros males que aquejan el prolongado ejercicio del poder, buscan en su entorno a quién echarle la culpa por el triunfo de Macri en 2015. Y lo siguen haciendo cuando se les cayó encima el resultado de las elecciones de octubre. Ansiosos por obtener una explicación, en lugar de investigar los cambios objetivos ocurridos en la realidad local y mundial, incluso los positivamente provocados por su propia acción de gobierno, que los tuvo y muchos, mechados con otros negativos cometidos por la sordera ante los señalamientos amistosos, la pereza en atreverse a innovar o la soberbia del poder, que les impidió advertirlos y corregirlos a tiempo, facilitando el avance del enemigo. Entonces, en lugar de animarse a transitar por caminos distintos de los que condujeron a las derrotas, acuden al cómodo recurso de achacarle las culpas a la perfidia del adversario, como si de él esperaran otra cosa, sin poder o querer aceptar que tales resultados se deben más a los errores o insuficiencias propias que al mérito de aquellos por haberlos descubierto antes y aprovechado a su favor.
En consecuencia, se puede afirmar que no hubo tal accidente histórico sino que lo sucedido fue el resultado casi obligado de las condiciones que le facilitaron el camino y que esa debilidad la supo aprovechar.
También vale la pregunta que se hacen quienes, sin autoindulgencias, buscan retomar el rumbo en favor de las mayorías: ¿qué pasó en la conciencia de los sectores beneficiados por las políticas de los gobiernos populares, para que en un momento determinado les dieran la espalda y terminaran favoreciendo a sus enemigos? Sintetizar y sacar conclusiones de las experiencias regionales, que no tienen una sola causa, puede servirles al conjunto de los movimientos progresistas, democráticos, populares o como les guste llamarse. Es una tarea común aún pendiente, pues tal fenómeno no afectó sólo a la Argentina sino que también abarcó al resto.
¿Hoy existen paradigmas de sociedad alternativos a los de la derecha?
Si identificamos al pensamiento y práctica de derecha como la búsqueda de acumulación de riqueza y poder a cualquier precio, para beneficio de un individuo o pequeño grupo y al de izquierda el que privilegia el interés social, colectivo y solidario, vemos que la disputa entre ambos se remonta hasta el fondo de la historia. En la actualidad, la derecha extrema está personificada por el capitalismo en su versión financiera, que hegemoniza y domina a nivel global, mientras, en la misma proporción el de izquierda, en sus diferentes variantes, incluidos los movimientos nacionales y populares de nuestra Sudamérica, deambula sin rumbo en un mundo donde la revolución tecnológica va reconfigurando la estructura de la clase trabajadora, las consiguientes las relaciones de producción y el conjunto de las relaciones sociales, cuya trascendencia posiblemente se equipare a lo sucedido cuando la máquina a vapor se aplicó al proceso de producción y permitió el surgimiento de la industria moderna, superadora de la manufactura artesanal, que en buena medida modeló a la propia clase obrera moderna y a los demás trabajadores que orbitan a su alrededor, obligándolos a buscar en la conformación de sus sindicatos y partidos políticos los instrumentos para defender sus intereses, junto a una cultura y formas de vida que se les correspondan.
Al igual que entonces, hoy ese mundo del trabajo entró en crisis con las nuevas tecnologías y se quedó sin paradigmas acordes a esta época, necesarios, pero aún en germen, que no se desarrollarán natural o espontáneamente, sino al calor de la participación activa de los involucrados, que todavía no han encontrado su cauce para desarrollarlo. Es posible que ese camino se termine encontrando si los fragmentos rescatables de los distintos experimentos, agotados o fallidos, se articulan entre si. Lo que de resultas de ese proceso haya quedado en el camino no hay que desecharlo como basura inútil sino guardarlo para aprender, cuando se analizan los procesos históricos, cómo avanzan y con qué obstáculos se encuentran.
Sin embargo, tales planteos sonarían abstractos para esta nota si no se los contextualiza en la realidad argentina con los resultados de las recientes elecciones, con los planteos programáticos y con las construcciones orgánicas a las que se llegó a ellas y lo que queda de ellas.
Obviaré hablar de la derecha argentina que, con los matices de cada lugar, tiene un programa estratégico, una táctica para alcanzarlo y construyó las herramientas y los liderazgos necesarios. No lo hizo a las apuradas, sino que le insumió años de estudio, debate, actualización y prueba. No es saludable subestimarlos, ya que por ese camino le viene yendo bastante bien.
En cambio la izquierda, conceptualmente entendida según lo señalado más arriba, trata de apurar los tiempos por una ruta inversa: Antes de acordar un programa común, busca agrupar a las fracciones más o menos considerables que se identifican bajo esa denominación genérica y poner al frente a una figura conocida que por su trayectoria sea candidateable; después escriben un texto programático-electoral lleno de buenas intenciones que defenderían si sus candidatos son elegidos; y con ese combo llamado Frente, van a elecciones. Si les va bien, todos contentos porque sus referentes ocupan cargos. Si les va mal, el desparramo cunde, nadie se hace cargo del resultado y se busca a los responsables de la derrota fuera del espacio, se llamen Clarín, la prensa hegemónica, la clase media, los desagradecidos, la gente que no entiende, y la lista sigue...
La crisis viene desde hace rato y no encuentra solución. Después de Perón, quienes se referenciaban en su figura como síntesis de programa y conducción, quedaron a la deriva y la mayoría de sus mejores seguidores integran la larga lista de muertos, desaparecidos, presos, exiliados y perseguidos de una generación diezmada.
La emergencia de Néstor Kirchner, prematuramente muerto, despertó nuevas esperanzas cuando trató de concretar el apotegma de que “sólo la organización vence al tiempo” e intentó sin éxito construir una fuerza transversal capaz de resistir los embates del tiempo.
Sin embargo, el Frente para la Victoria, sin una conducción independiente del estado y del gobierno, nunca funcionó como un frente político que en profundidad y a lo largo y ancho del país discutiera de política y sirviera de apoyo, control y, de ser necesario, hasta de crítica a su propio gobierno.
Ahora, la urgencia electoral alumbró a Unidad Ciudadana, una construcción de emergencia con posible fecha de vencimiento si insiste con la lógica del Frente para la Victoria: levantó una propuesta electoral de 15 puntos, que no se sabe quién, ni dónde se confeccionó, que estuvo casi ausente durante la campaña electoral, plagada de generalidades como, entre otras, hablar del rol del Estado, sin decir qué Estado es necesario construir y cómo hacer para asegurar y ampliar la democracia que el gobierno de Cambiemos viola sistemáticamente.
Aunque creo que este apartado merece mayor espacio que el disponible en unoytres, por ser central para cualquier ambición del campo popular, la discusión y confección de esa propuesta de fondo aparece en un lugar secundario del debate público por parte de quienes hablan de construir una alternativa al plan que viene ejecutando la derecha dominante.
¿Acaso se puede pensar en gobernar en favor de las grandes mayorías a un país como Argentina sólo haciendo cambios cosméticos, simples parches en la estructura de poder económico, político e institucional, es decir, dejando que todo siga igual? La respuesta a este desafío excede la urgencia por cumplir con el calendario electoral y, con los resultados a la vista, sería necesario conocer qué cambios de fondo propone Unidad Ciudadana y cómo lograrlos.     
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Discurso de Eugenio Raúl Zaffaroni el 8 de noviembre de 2017 durante el acto realizado en el Congreso en defensa de la democracia. (Cliquear sobre el enlace que va a continuación, para ver y escuchar el video)

https://www.youtube.com/watch?v=4NpedKqZfFA

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