sábado, 1 de noviembre de 2014

Hasta las seis hay tiempo

"Hasta las seis hay tiempo", Un libro más que interesante, dentro de un proyecto inusual
Reseña de la colección de cuentos y entrevista a su autora, Carolina Bugnone

Por Mario Méndez—

Carolina Bugnone
Conocí a Carolina Bugnone en un encuentro con pequeños lectores, en un colegio marplatense. Al finalizar la entrevista que los chicos me hacían, una de las maestras, animadora del encuentro, dijo que entre el público había, además, otra escritora, tal vez secreta. Vi que, hacia el fondo, donde había otras maestras, una de las chicas presentes se ponía muy colorada. La maestra que animaba el encuentro fue por más: “Sí —dijo— nuestra psicóloga, Carolina Bugnone, ha publicado un libro de cuentos, que es muy bueno”. Los chicos aplaudieron a rabiar. La psicóloga del colegio se puso más roja aún, pero juntó coraje para sonreír y saludar.
Un rato después, tomando un café, Carolina me prometió que vendría a la entrevista de la tarde, a entregarme su libro. Y así lo hizo. Me llamó la atención, primero, la particular edición: la tapa no tiene ni una sola marca gráfica: es una foto. Y además, el libro era, mejor dicho que nunca, un libro de bolsillo: 12 x 9. En la contratapa, sí estaban los datos. El nombre de la autora, el título, un par de párrafos de uno de los mejores y más inquietantes cuentos del libro (“La última”), el nombre del responsable del arte de tapa (Martín Guerrero), la dirección de un blog:
http://www.exposiciondelaactual.blogspot.com.ar y el pie editorial: milena caserola El 8vo. Loco. En la página de legales, para seguir con las sorpresas, los editores aclaraban que no había ningún derecho reservado y que alentaban la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio. Por todo esto, antes de comentar algunos de los cuentos del libro, y preguntarle por ellos, comenzaré por preguntar de qué se trata este proyecto editorial, y cómo llegó Carolina a contactarse con él.

CB: Antes que nada, Mario, te quiero agradecer por recibir mi librito en tan inusual circunstancia, y por interesarte en él.

Te cuento que el proyecto de la Exposición de la Actual Narrativa Rioplatense nació por iniciativa de Ana Ojeda, Nicolás Correa y Marcos Almada, tres escritores jóvenes con mucha experiencia en las letras, y también en lo académico. Su idea es dar visibilidad a escritores contemporáneos, y hacer una especie de muestrario para el lector. El proyecto edita veinte (¡veinte!) autores por año, en dos tandas, y cada tapa de cada libro es una obra de un artista plástico, con lo cual pretenden difundir tanto textos literarios como obras de artes visuales. Los libritos son, como describiste, muy chiquitos de tamaño y muy accesibles en su costo, ya que la intención es que el lector por poca plata pueda llevarse una muestra de la variedad de escritos (por ahora, narrativa), y de artistas plásticos. Milena Caserola, El 8vo loco y Alto Pogo, son las editoriales a cargo.

Nicolás Correa había leído algunos textos en mi blog (www.lasletrasoque.wordpress.com ). Por otro lado, a raíz de “Humo” —un librito que se editó como premio del certamen Osvaldo Soriano (Mar del Plata) que recibí en 2011 —le llegaron comentarios sobre algunos de esos cuentos. Por esas dos vías Nicolás accedió a mis textos, y entonces me propuso junto con los otros escritores, formar parte de la 2ª tanda de autores que saldría en 2012.

Contado esto, sí, un repaso por algunos de los cuentos, que son once. La serie abre con "Humo", cuento de clima muy sugerente, está bien elegido ese humo que se interpone entre las miradas de una mujer y un hombre, con un final contundente y desalentador: “Y él, que nunca la tuvo, la pierde". Sigue "El cosito", cuento que está ubicado en Concepción del Uruguay, ciudad natal de Carolina, y que relata, con crudeza, la relación entre dos adolescentes, y un “cosito” que determina el futuro. Aprovecho entonces para preguntarle a Carolina cuánto hay de su origen entrerriano en su literatura, si es que lo hay. Qué es lo que se ha traído de las orillas del río hasta la costa del Atlántico y sigue dando vueltas en sus textos.

CB: Yo creo que de mi origen entrerriano hay todo, o casi todo, para no ser tan fundamentalista, en lo que escribo. No creo que pueda ser de otra manera para cualquier escritor. El origen siempre está ahí, en lo que uno produce, aunque no sea lo único. La siesta, ese tiempo entre muerto y mágico, el río, la connotación del agua, lo que corre, lo que se va y permanece a la vez. El exceso de verde, el calor, las plazas, los lugares y edificios públicos que adquieren una consistencia como sólo pasa, creo, en los pueblos: la iglesia, el correo, tal heladería, tal esquina.

Me traje el río Uruguay, claro, hasta Mar del Plata. Las sensaciones, la nostalgia,  siempre, y la confusión entre la alegría y el espanto de la infancia (me crié en dictadura y tengo dos tías paternas desaparecidas, Marta y María Elena Bugnone).

El mar también está presente en lo que escribo, pero el río le gana.

En "La alcantarilla" logra otra historia con un muy buen clima, en el que descuella el personaje de la chica que vive con la familia de la que forma parte la narradora, una especie de “hermana mayor pero con obligaciones”. Es “la gringa”, y es excelente. Me gustaría preguntarle a Caro de dónde sale ese clima, ese personaje y qué me puede decir de la duda que me dejó el relato: si hay o hubo o está sugerida una relación entre la gringa y el padre de la nena narradora.

CB: El clima de convivencia con empeladas domésticas o “especie de hermanas mayores” surge, claramente, de mi propia experiencia. Mis papás trabajaban mucho y no tenían en la ciudad a ningún familiar, así que mis hermanas y yo nos criamos con la compañía de estas mujeres, muy queridas por la familia y muy “hermanas mayores” en el tipo de relación que teníamos con ellas. La historia es inventada, pero el clima es claramente una recreación del clima de la infancia.

Cuando escribí el cuento no pensé en ninguna relación entre la Gringa y el padre de la nena, pero eso no importa. El texto circula, y ya no importa qué pensó uno cuando lo escribió, importa lo que leen los demás ahí.

El cuento "La última" es impresionante: chicos narradores y protagonistas, el despertar de las curiosidades levemente sexuales y una escena chocante pero muy lograda: la piba acosada se mete un puñado de lombrices en la boca. Parece decirle, a esos chicos que han osado levantarle la pollera, que ella es más fuerte. Y el final, tan concluyente (luego de las arcadas el pibe protagonista comprende que esta es la última vez que verá a la nena) nos deja un sabor amargo. Otra vez un relato que tiene a chicos como protagonistas y algo de salvaje, de libertad silvestre. ¿Incide tu oficio de psicóloga en estos relatos con niños protagonistas, o pasás de eso? ¿Hasta donde hay recuerdo de la infancia propia?

CB: En este cuento no utilicé nada de la autobiografía, lo que me llevó a escribirlo fue una sensación. Una sensación me pedía armar algo con una imagen más bien siniestra, una nena “rara” que se come lombrices en un pequeño ataque de furia. Y me pedía que el narrador fuera un nene, un varón. Así que, cuando las sensaciones piden, uno escribe. Y cuando escribo nunca, pero nunca, sé para dónde va a ir la historia. Una poeta marplatense, Paula Fernández Vega, me señaló un día que ese cuento ilustraba la irrupción de lo femenino como siniestro; llega una nena al grupo de amigos varones, y se pudre todo. Feminidad y locura, de la mano, nada nuevo en la literatura. Y me pareció muy bueno su comentario, pero por supuesto, no calculé nada de eso al escribirlo.

La verdad es que no uso al psicoanálisis especialmente cuando hago historias, pero estoy segura de que eso está ahí. De que cierta forma de mirar las cosas, los personajes, debe estar invadida de psicoanálisis, pero no menos que invadida de otras cosas que tienen más que ver con ese origen entrerriano, y esa afección por un discreto siniestro. A mí me parece que la mezcla de cierta cosa “rara”, ominosa, y lo cotidiano, aparece en la mayoría de las cosas que escribo.

Por último, "Nico & Valen", único cuento largo, muy logrado, es quizás, además de ser el más desarrollado, el más logrado de la colección. El relato descarnado de un matrimonio joven que empieza a desmoronarse, que se quiere, pero que de a poco, empieza a no aguantarse. La angustia como acompañante permanente. ¿Reconocés influencias literarias en cuentos como este? ¿Hay algo de Raymond Carver o del argentino Martín Rejtman, en esta descripción cáustica de la rutina? ¿Qué autores creés que se han infiltrado —eso es inevitable, y válido—, en tu manera de contar?

CB: Nico & Valen, contado desde Nico (segunda vez en que el narrador es un hombre), fue escrito en tandas. Mi idea era reírme de las parejas, del desamor, de los clichés por los que pasamos cuando estamos en una relación. De hecho, me divertí mucho al hacerlo. Una vez más, me sorprende la lectura que los otros hacen del cuento, ya que no es la primera vez que ven en Nico & Valen una cosa más profunda de lo que creí que sería mientras lo escribía. De verdad, es de los cuentos en que menos reconozco influencias literarias. Un amigo fue el primero que me dijo “Tus cuentos tienen algo de Carver”. Entonces salí corriendo a leer a Carver, porque admito, tan colorada como aquel día en el colegio, que no lo había leído nunca. Y Carver me enamoró al instante, pero lo conocí tres años después de escribir este cuento.

Ahora voy a salir corriendo a buscar textos de Martín Rejtman.

Para concluir, diré que Hasta las seis hay tiempo es un libro de relatos para llevar en el bolsillo, primero, y en la memoria, después. Muy recomendable, me hace pensar seriamente que habrá que seguir la carrera de Carolina Bugnone.

1 comentario:

  1. Y si Carolina, es mi nieta mayor, orgullo de su abuela, completita...psicóloga, escritora, música, toca flauta traversa y no es del montón, estudio música en su ciudad natal Concepción de Uruguay, de padre entrerriano y madre platense (mi hija)

    ResponderEliminar

Gracias por participar, compartir y opinar