Natalia Perrotti– Lic. en
Psicología--
En noviembre de 2010 el Congreso de la Nación sancionó la
Ley Nacional de Salud Mental Nº 26.657/10
promulgada por el Poder Ejecutivo el 2 de diciembre de ese año. Sin embargo, recién
en mayo de 2013 el Poder Ejecutivo Nacional emitió el correspondiente decreto
reglamentario que estableció su plena vigencia y operatividad.
Para convertirse en ley vigente, nuestra
Constitución Nacional establece que un proyecto debe seguir una serie de
procesos. En primer lugar, el proyecto debe ser aprobado por el Congreso en
ambas cámaras, luego es enviado al Poder Ejecutivo Nacional. Éste puede vetar
la ley en forma parcial o total y remitirla nuevamente al Poder Legislativo o
bien publicarla en el Boletín Oficial y reglamentarla a través del
correspondiente decreto. La Ley Nacional
de Salud Mental ha seguido este último destino y se encuentra hoy reglamentada
y en plena vigencia.
La Ley Nacional de Salud Mental Nº 26.657/10 se
convierte así en la primera ley en regular el ámbito de la salud mental a nivel
nacional. Su principal antecedente puede ubicarse en la Ley 448 de Salud Mental, sancionada en el 2000 para la Ciudad de Buenos Aires. El
espíritu de la ley nacional que, según creemos, marca un punto de inflexión en
las prácticas en salud mental en nuestro país, consiste en reconocer a las
personas con padecimiento mental como sujetos de derecho. De este modo, la
letra de la ley aspira a poner fin al confinamiento de las personas con padecimiento
psíquico, como así
también a restituirles los derechos ciudadanos de los que
históricamente han sido privados con su ingreso al manicomio. Propone, además,
como objetivo a largo plazo, la eliminación del manicomio como lugar de
encierro de las personas con padecimiento mental y su transformación en
hospitales generales con servicio de salud mental, donde las personas puedan
recibir la atención que por derecho les corresponde, lo cual de ningún modo
supone el ejercicio de la violencia contra los pacientes ni contra los
profesionales y trabajadores de dichos establecimientos.
Si bien la reglamentación de la ley implica un
paso adelante en materia de legislación en salud mental, aún nos resta un largo
y arduo camino por recorrer para que el espíritu de la ley se traduzca
efectivamente en políticas públicas tendientes a la inclusión social de las
personas con padecimiento psíquico, ya que esto supone una transformación
radical del sistema de salud mental en nuestro país para poder generar los
dispositivos necesarios para alojar a los usuarios del sistema de salud mental
en el seno de la comunidad.
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