Mauricio Epsztejn—
Pese a que en la mañana del 6 de
julio el cielo se presentaba plomizo y amenazaba derrumbarse sobre la Ciudad de
Buenos Aires, los organizadores de la “Primera Feria de la Cooperación en
Flores” no se arredraron y, tal como lo tenían previsto, la montaron desde el
mediodía hasta las seis de la tarde sobre la Plaza Flores —cuyo nombre oficial
es Juan Martín de Pueyrredón —territorio de la Comuna 7 que incluye al barrio
porteño del mismo nombre.
La iniciativa formó parte de la
celebración del Día Internacional de la Cooperación, establecido por la Organización
de las Naciones Unidas (ONU) en diciembre de 1992 para festejarlo a nivel
mundial cada primer sábado de julio.
A los convocantes de esta feria
los movió, entre otros objetivos, la idea de institucionalizarla como modo de permitir
que los vecinos puedan encontrar, agrupados sobre un mismo espacio físico, a la
mayoría de los emprendedores que de modo autogestionado o cooperativo desarrollan
su actividad en el ámbito de la Comuna 7, para conocer en vivo y en directo cómo
desarrollan su labor, cuáles fueron los respectivos puntos de partida, qué obstáculos
debieron vencer, sus logros, las necesidades y desafíos que se les presentan en
la nueva etapa y, al mismo tiempo, apreciar, disfrutar, comprar y/o contratar
los productos y servicios que ofrecen.
En la reciente feria participaron
desde iniciativas económicas que acumulan décadas de existencia, hasta las que
nacieron bajo el rigor de la necesidad impuesta por la debacle de 2001; también
estuvieron allí los que optaron por transitar este camino para preservar las empresas
en que trabajaban y que en su momento fueron abandonadas por sus anteriores
dueños, así como estuvieron otras que se crearon al influjo de la reactivación
económica de estos años y tratan de unir fuerzas individuales para que juntas potencien
la diversidad de capacidades.
La variedad que reunió esta
primera convocatoria abarcó desde quienes desarrollan actividades que exigen
conocimientos de sofisticada tecnología moderna, hasta artesanos que usan
herramientas muy básicas; desde expresiones culturales, hasta productores y
comercializadores de alimentos, ropa e incluso esteticistas.
En la Plaza expusieron sus
producciones y servicios:
“La Taba cooperativa de trabajo
Ltda.” (una de las organizadoras de la feria), editora de una revista
barrial, fundada por un grupo de periodistas para difundir la vida que
desarrolla la gente en el ámbito de la Comuna 7, cuyo Editor responsable es el
Lic. Fernando Javier Zuker.
La “Cooperativa de Trabajo
Frigorífico Torgelón”, una empresa recuperada por sus trabajadores y
autogestionada desde 2009, que en el puesto vendió sus embutidos, publicitó
otros fiambres y hasta rifó uno de sus reconocidos jamones.
Por el rubro alimentación también
participó “Colectivo Solidario”, un grupo nacido en 2010 para
comercializar y distribuir bienes y servicios de la economía social y solidaria
proveniente de distintas zonas del país, que ellos concentran y distribuyen en
la Ciudad.
Uno de los stands tecnológicos
fue el de “Ingecoop”, una cooperativa de trabajo que brinda servicios de
ingeniería.
A su vez estuvo presente el Centro
de Formación Profesional Nº 24, con su director a la cabeza, el
profesor Sergio Lesbegueris, y lo hizo a través de la demostración en vivo de
los procesos productivos que enseña en los talleres y cursos que la institución
dicta. Entre ellos el de Trayecto en economía social, el de Gastronomía y el de
Artesanías.
En la feria tuvo su lugar el Bachillerato
Popular 20 Flores, una iniciativa gratuita, popular y autogestiva que
permite a jóvenes y adultos terminar en tres años, de manera acelerada, el
bachillerato.
También promovió sus actividades,
“Amazonas
urbanas”, una empresa de peluqueros y esteticistas, recuperada por sus
trabajadores en 2009, después del desquicio en que la dejó su anterior dueño.
En cuanto a los productores de
ropa, participó la “Textil Culpina Cooperativa Ltda.”, una empresa que se inició
en 2003 a partir del Programa Nacional Manos a la Obra, que les permitió comprar
las primeras cuatro máquinas de coser, hoy transformada en un emprendimiento
que desarrolla su actividad en un edificio de dos plantas, donde confeccionan
ropa por encargo.
El rubro indumentaria incluyó a los
tejidos en lana confeccionados a telar manual, con dos agujas y/o a crochet, que
ocupó su espacio con las “Mujeres tejedoras”, un grupo que
funciona en el Centro Comunitario Niños Felices, del Bajo Flores.
Por el sector editorial estuvo la
“Editora
Patria Grande”, una Cooperativa de trabajo que este año cumple 40 de
vida y cuenta en su haber con más de 150 títulos vigentes y se definen como un espacio de búsqueda de nuestra espiritualidad
y cultura.
La revista bimestral “Tinta
Roja”, dedicada a la temática tanguera, a su historia, su vigencia, su
revalorización y renovación temática y musical, fue otra que tuvo su puesto en
la feria.
El “Banco Credicoop” fue uno
de los organizadores y tuvo su stand atendido por la Comisión de Asociados de
Flores Centro y Sud.
Durante el desarrollo de la feria
funcionó una radio abierta desde la
que se difundió música y mensajes alusivos al festejo.
Y, como no podía ser de otro modo
tratándose de un acontecimiento no sólo económico, sino cultural, participó el “Alma
Mate-Grupo de teatro comunitario callejero”, que aportó su arte,
colorido y humor. Este grupo, nacido en medio de las turbulencias sociales de
2002, forma parte de la Red Nacional de Teatro Comunitario y quien lo busque lo
puede encontrar —si hay buen tiempo —todos los sábados desde las 15,30 hs. en
la Plaza de los Periodistas y si llueve, se cobijan bajo techo en Morón 2453,
domicilio de “La Cazona de Flores”.
Para quien esté interesado en
conocer más sobre cada uno de los nombrados, puede buscarlos en las páginas web
que tienen o comunicarse con ellos por correo electrónico.
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