domingo, 24 de febrero de 2013

La cachetada inicial (primera nota)

Sol Rodríguez Garnica--

Violencia- Publicado por Agencia de Noticias CNA
En Argentina, por lo menos el 50% de las mujeres sufrió o sufre algún tipo de violencia. Ni la mitad de ellas se anima a denunciar a su agresor.

—Por favor, no pongas mi nombre de verdad.

—¿Por qué?

—No quiero. Todos los demás sí. A la historia no le cambies nada. Pero no quiero que digas mi nombre. Decí que me llamo Carolina.

En el colectivo Carolina viaja con las llaves en la mano. Antes le gustaba escuchar música durante el viaje, ahora siente que los auriculares la aislarían del mundo. Y ella no puede darse el lujo de no estar atenta, de irse del planeta por más que muchas veces sueña con eso. La última cuadra de las tres que la separan de la parada donde se bajó, la hace casi corriendo. No le importa si no saluda a algún vecino o si pisa al caniche de la verdulera.
Cuando cierra la puerta de madera de su edificio, respira. Dos pisos por escalera, los ascensores le aterran. Tres cerraduras más tarde, entra en su casa. A veces piensa que es una contradicción tantas cerraduras. Por un lado, le da seguridad, es evidente y por el otro, le quitan esa posibilidad de entrar y rápido y evitar ser sorprendida. Y es que a ella, hace rato que no le gustan las sorpresas.

En Argentina, hay un femicidio cada 30 horas. ¿Qué es el femicidio? El Femicidio es una de las formas más extremas de violencia hacia las mujeres, es el asesinato cometido por un hombre hacia una mujer a quien considera de su propiedad. O sea que cada 30 horas (un poco más de un día, nada más) una esposa, una novia, una amante, una hija, una tía es asesinada por el sólo hecho de ser mujer. Entre enero y junio de 2012 fueron 119 las mujeres o niñas asesinadas por violencia de género, según el Observatorio de Femicidios en Argentina “Adriana Marisel Zambrano" coordinado por la Asociación Civil La Casa del Encuentro. En todo 2011, fueron 282 los femicidios, de los cuales el 60% fue perpetrado por parejas o ex parejas de las víctimas.

Solo en septiembre de 2012 (el último mes del que se publicaron datos), la Oficina de Violencia Doméstica (OVD), que depende de la Corte Suprema de Justicia, atendió 797 casos, de los cuales el 36% tenían un nivel de riesgo alto para el denunciante y un 40%  (318 denuncias) presentaban un riesgo medio o moderado de violencia.

Cuando se refieren a un “riesgo alto” de violencia, es porque se consideran situaciones de inminente peligro para la integridad psicofísica de las personas. Alguno de los indicadores que sirven para medir esto son: si el sujeto tiene acceso a armas, si hubo ya una intervención judicial que no fue acatada por parte del agresor, si hay un abuso de drogas y/o alcohol, si hay una naturalización y adaptación por parte de la víctima respecto de la violencia. También se toma en cuenta la permanencia de niños en el hogar, ya sea que queden bajo cuidado del agresor o no y si hubo ya una situación de maltrato hacia ellos, entre otros indicadores.

En cuanto a situaciones de medio o bajo riesgo, puede que se presenten algunos de estos indicadores pero sin que sea un riego inminente, ya sea por la frecuencia, la intensidad o los recursos propios con los que cuenta la afectada para evitar un nuevo episodio de violencia.

“Cada caso es particular, se tiene muy en cuenta el estado emocional de la víctima al momento de venir a denunciar” confirma Lucrecia Rébori, psicóloga de la OVD y que trabaja en la parte de recepción de las denuncias.

Carolina, de 29 años, conoció a Alfredo, de 30, en su barrio, en Lomas, a la vuelta de la cancha de Los Andes. Nunca se imaginó que 13 años después de ese primer beso que se dieron en Plaza Grigera, iba a estar pendiente de una orden de acercamiento que le devuelva una tranquilidad que ella está segura que nunca más va a tener. A los 16, Caro pensaba que las peleas con su novio eran normales. Que los gritos, los empujones, el control, eran parte de la inseguridad propia de los adolescentes. La primera cachetada se la dio a los 20, cuando llegó una hora tarde porque había paro de trenes. La acusó de ser puta, de encamarse con algún compañero de facultad, de no amarlo. Después, el llanto, las disculpas, el nunca más lo voy a hacer, el estaba nervioso, preocupado. Ella lo terminó perdonando.

“Una persona que vivió durante su infancia situaciones de violencia, va a tender a repetirlas, tanto de una forma pasiva como de forma activa”, explica Natalia Barrios, Coordinadora del Área de Trabajo Social de La Casa del Encuentro. “No me gusta hablar de violencia en forma fragmentada, sino que la violencia se da por la doble vía”, detalla Rébori acordando con la explicación de Barrios y detallando que los hombres y las mujeres que generan o viven situaciones de violencia generalmente es porque caen en la “repetición”. “Uno se identifica con un contexto y aunque no te gusta lo que pasa, tomas las mismas conductas del otro, ya sea por familiaridad con la situación o porque es el “único camino” que conoces”, trata de explicar la psicóloga de OVD.

—Hace 4 años nos mudamos a Capital. Fue después de mi “intento de denuncia”.

—¿Lo denunciaste y volviste a vivir con él?

1 comentario:

  1. Buena nota!
    Se entiende que sigue en otros artículos, pero podrían especificarlo, che! Me hubiera ahorrado cuatro segundos de sentirme un idiota hasta que me di cuenta solo...

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