domingo, 24 de febrero de 2013

CARNAVAL…BAILE Y CANTO MURGUERO

Ana María Cafarelli--
Carnaval
Cómo olvidar las fiestas carnavaleras durante aquellos años de infancia de quienes hoy ya rondamos la sexta década. Juegos, disfraces, colores, baile y canto. Personalmente  recuerdo con algo de nostalgia esas fiestas que irrumpían en medio de la vida cotidiana como una especie de locura que nos divertía a rabiar. La hora de la siesta se esperaba con ansiedad simplemente para salir a “jugar al agua” con pomos de plástico o cualquier otro recipiente a mano y hasta se acudía a los baldes.

Nos reíamos hasta el dolor de panza. ¿Pues a quien se le iba a ocurrir hacerlo en cualquier otro día del año? Eran días realmente “locos” y esto no terminaba allí, porque después de un buen baño la cosa seguía: salir disfrazados a recorrer las calles de los alrededores en grupos cada uno con su disfraz improvisado… “había llegado la hora de las mascaritas”  pero el broche de oro lograba su esplendor por la noche. En la avenida mas cercana comenzaba el gran desfile, “el corso”. Allá sí, la locura llegaba a su punto máximo…hombres disfrazados de mujeres, de bebés, de fantasmas, de monstruos; mujeres de bailarinas o princesas y muchos desfilaban ataviados como personajes de la época. También los carros y camionetas se convertían en carruajes adornados de manera artesanal, con flores naturales o hechas con papeles vistosos y por último, cada uno conducía a una “reina” con la corona y el vestido lleno de brillos destellantes que sobresalían en esas noches tan coloridas. Y por último las murgas, (nunca supe el porqué de las galeras, de los sacos, levitas y fracs llenos de imágenes con lentejuelas) pero me impresionaba el resonar de bombos y platillos, el baile entre saltos y caídas y movimientos discontinuos y, a la vez, tan sincrónicos.
Cuánta pasión, cuánta energía y cuánto misterio

Siendo una niña quedaba tan obnubilada ante ese despliegue de magia, color y alegría que me costaba salir del asombro. Todo se podía…disfrazarse, bailar y saltar hasta quedar exhausto; pero también estaba permitido burlarse de personajes a los que debíamos soportar diariamente. En fin…una mezcla de alegría, locura y desenfado que era difícil de comprender desde la mirada de un niño y, por que no, hasta de la de un adulto.

Pasados unos años y, víctima de prohibiciones, esta fiesta fue desapareciendo lentamente hasta quedar borrada de la superficie. Sin embargo, con eso sólo lograron acallarla, ocultarla, porque como toda expresión popular, jamás muere.

Hoy, parada frente a un corso, después de muchísimos años, no puedo evitar revivir esas viejas emociones y miles de veces me he preguntado el porqué.

Fuimos muchos los que nos hemos hecho las mismas preguntas sobre el sentido de estas fiestas y varios investigadores intentaron encontrar las respuestas.

Historia y tradición

Historia y tradición
Leyendo un artículo de Gabriela Regal —“Cien voces y un corazón” —publicado en la revista “La marea” (año 1997) bajo el título “El carnaval de Buenos Aires desde Hipólito Vieytes hasta Menem”, dice: “el carnaval, desde la antigüedad, es el momento especial que permite trastocar los valores establecidos intercambiar roles y subvertir jerarquías”, y agrega: “la contracara de Semana Santa”. Cada pueblo lo festeja de acuerdo a sus tradiciones y costumbres, pero en todos los casos las clases dominantes han intentado controlar este “permiso” para festejar, apropiándose de una estética.

En 1770 el Virrey Vértiz prohibió los bailes al toque del tambor de los negros, bajo pena de doscientos azotes y un mes de barraca al que realice la contravención. También se prohibieron los festejos en lugares abiertos con harina, huevos de gallina y hasta de avestruz (posiblemente devenidos en bombitas de agua). En ciertos lugares estos juegos terminaban dejando algunos heridos. En ellos participaban los negros, pardos y gente sencilla de la Gran Aldea. A estas costumbres se las denominaba “bárbaras”.

En 1830, el ministro Tomás Guido envía una nota a la Jefatura de la Policía en la cual pide que el pueblo se abstenga de escenas tan degradantes y lo caratula como costumbre semi bárbara, ajena al pueblo culto, peligrosa y opuesta a la moral.

Los bailes de carnaval entran a lugares cerrados y se prohíbe el uso de máscaras. Los bailes de los negros, organizados por “naciones” en el Barrio del Mondongo o Barrio del Tambor (Monserrat, San Telmo), hacían resonar candombes que según Vicente Fidel López “se oían como rumores siniestros, como amenazante invasión de tribus africanas negras y desnudas”.

Rosas llevaba a su hija a ver a los negros con las caras pintadas de blanco, satirizando a sus amos y hombres públicos y usando viejas levitas. Pero en 1844 decreta: “queda abolido y prohibido para siempre el carnaval”.

En 1869 se reglamenta nuevamente el festejo del carnaval. El primer corso en que desfilan máscaras y comparsas, se realiza en la actual calle Hipólito Irigoyen desde Bernardo de Irigoyen hasta Plaza Lorea al que concurrió el entonces presidente Domingo F. Sarmiento. Este era el desfile de la aristocracia, lo realizan jóvenes provenientes de familias de militares, funcionarios y comerciantes que eran alentados por los “círculos notables” para formar comparsas que se llamaron “La amistad”, “Restauradores”, “Los negros”, “Danza de la Policía”, “Los habitantes de la Luna” y otros. Los carruajes eran tirados por caballos adornados con penachos y campanillas. Las caretas y disfraces debían tener previa inscripción en la Policía y llevar una tarjeta identificatoria.

Paulatinamente va desapareciendo la población negra y con ella se diluyen las comparsas. Algunas toman otras formas, otras desaparecen, pero también están las que resisten.

A fines del siglo XlX, con la afluencia inmigratoria proveniente de Europa, la vieja aldea se va transformando en ciudad y los festejos de carnaval van tomando otras características. Aparecen instrumentos de viento, bandurrias, mandolinas, carritos lecheros y personajes como El Domador y el Oso Carolina.

La oligarquía margina a los inmigrantes, pero en los sectores populares surge una mezcla que va adquiriendo nuevas formas de expresión. Se consolidan los barrios y en ellos van apareciendo con mucha fuerza las murgas con sus canciones sencillas, picarescas y música pegadiza.

Siempre a estas agrupaciones se las despreció, se las consideró llenas de vagos y atorrantes del arrabal, con músicos de baja calidad, que sólo aprovechaban las fiestas para tocar frente a las puertas de las casas acomodadas y recibir algún obsequio. Pero paralelamente, durante las primeras décadas del siglo XX los corsos de barrio formados por vecinos, van tomando fuerza y los sectores populares realizan sus festejos. Los primeros fueron sobre la Avenida de Mayo, en Flores, en Villa Devoto y en Parque Patricios.

Durante los años ´30, con la crisis, se forman murguitas de chicos y jóvenes que se disfrazan con levitas de arpillera que confeccionan ellos mismos y llevan estandartes hechos de cartón o terciado escritos con carbón. En los ´40 se agrega a la ciudad el movimiento migratorio del interior que comienza a poblar el barrio y ocupa los hoteles y pensiones. En cada barrio se forman dos o tres murgas, con varias decenas de integrantes, cuyos lugares de encuentro pasan a ser los terrenos baldíos y las plazas cercanas. Recordemos algunos nombres: “Los mocosos de Liniers”, “Los cometas de Boedo”, “Los chiflados de Almagro”, “Los Cirujas”, “Los mimados de la Paternal” entre otros. Cada una tiene entre45 a50 integrantes, viajan en camión y comienzan a cambiar las latas por los bombos. Los ensayos se inician en noviembre después de la hora 20, porque es cuando se liberaban de sus respectivos trabajos. Desarrollan una temática que siempre ronda lo político.
A pesar de todo, resiste y vuelve a florecer

A fines de los ´60 se atomiza esta manifestación popular debido a varias razones: se prohíben las críticas a los gobiernos militares y el decreto Nº 21.329 de junio de 1976 suprime el feriado de carnaval, pero sobre todo son los años en que se desata la terrible represión que asoló al país.

El ideal de globalización política y económica de los ´90 tuvo un fuerte impacto sobre lo popular y cultural. Fueron políticas hambreadoras, con privatización del espacio público que dificultaron el encuentro y por ende el desarrollo de las producciones artísticas y populares que permiten construir identidad.

Se promovieron festejos como Halloween o San Valentín, ajenos a nuestra idiosincrasia.

Agrega Gabriela Regal: “se intentan instalar modelos que responden a esa política. Reconocer pertenencia a un pueblo, a una comunidad, recrear una historia compartida, dar cuenta de las necesidades comunes y estrategias colectivas de resolución, parecen cosas del pasado, de nostálgicos. Se exalta el individualismo, el encierro, el sabor del encuentro sólo garantizado por el consumo de alcohol, la conexión mediática virtual con el mundo entero a través del peaje de las autopistas de Internet, ya no habría mas fronteras, ya no existirían diferencias.”

Pero por suerte, en ese contexto, la murga vuelve a aparecer y se recuperan los espacios de la vecindad. El canto murguero se expresa ante la nueva situación, exterioriza la bronca acumulada, revisa la visión instalada de la realidad bajo su propia mirada y enfrenta las mentiras y ocultamientos de esa época.

Esta nueva murga, que conserva las características de la anterior, le suma elementos: participa la mujer; a los bombos se le agregan instrumentos como redoblantes, guitarras y bandoneones. Otra característica de la estas murgas es que se le incorporan nuevos sectores sociales, intelectuales de la clase media empobrecida y, como en otros tiempos, se vuelve a dar la mezcla.

Coco Romero dio seminarios de murga en el Centro Cultural Ricardo Rojas y cuando se le preguntó “¿Qué es la Murga?”, respondió: “la palabra, hoy mas que nunca, lleva un peso y una magia muy especial. Al no tener dueño cada cual se la apropia y la toma como quiere, elige, aplaude y se va a dormir buscando la murga ideal en su sueño”.

1 comentario:

  1. Interesantes datos, estudio el carnaval de Montevideo,¿ podrias complementar informacion sobre" negros pintandose la cara de blanco" y comparsa "Los Negros"? (estos ùltimos creo que viajaban a Montevideo.
    Gracias.

    ResponderEliminar

Gracias por participar, compartir y opinar