domingo, 24 de febrero de 2013

Acerca de congelamientos y amistades entre ranas y escorpiones

Mauricio Epsztejn--
La rana y el escorpión- Así es la fábula
Para reflexionar sobre un tema de actualidad —el congelamiento de precios —le pedimos ayuda a una conocida fábula. Por las dudas, si alguien no la conoce, la resumiremos en pocas líneas.

Un escorpión trataba de transponer un riacho bastante
caudaloso, pero como los de su especie no saben nadar, le pidió ayuda a una rana poder cruzarlo montado en su lomo. Sabedora del peligro mortal que representa la picadura de ese bicho, ella se negó. Sin embargo, el escorpión le rogó tanto y le prometió solemnemente de modo tan convincente, que al fin ella cedió y con él a cuestas se lanzó al agua. Todo iba bien, hasta que llegaron a la mitad del trayecto, donde sorpresivamente el escorpión le clavó el aguijón cargado de veneno. Cuando la rana sintió el pinchazo mortal, alcanzó a preguntar por qué lo había hecho, si de ese modo los dos morirían, ella envenenada y él ahogado.
—Está en mi naturaleza —alcanzó a escuchar, antes de que ambos se hundieran.

Si nos tienen un poco de paciencia trataremos de desarrollar nuestro punto de vista sobre la relación de la fábula con el congelamiento de precios acordado entre el gobierno y las grandes cadenas de comercialización.

Fue noticia

Cuando los lectores de unoytres.com.ar tengan esta nota a su alcance, habrán corrido varias semanas desde el 1º de febrero, fecha desde la cual las principales cadenas de supermercados se comprometieron ante la Secretaría de Comercio Interior de la Nación, verbalmente y aparentemente sin obtener nada a cambio, a congelar hasta el 1º de abril los precios de los productos que comercializan. Con diferencia de días se fueron adhiriendo al acuerdo las principales cadenas de electrodomésticos, la Cámara de supermercados propiedad de residentes de origen chino y otras entidades que venden artículos de consumo masivo o durable, como las librerías que están a la puerta del nuevo año escolar. Todas ellas inciden significativamente en la evolución del Índice de Precios al Consumidor (IPC).

Inmediatamente, el Grupo Clarín, La Nación y sus satélites, a los que se les sumó el coro de opositores para quienes cualquier cosa que haga el gobierno está mal, lanzó una campaña para desacreditar el acuerdo, augurando su fracaso o el desabastecimiento.

Hasta el momento de escribir esta nota, tales profecías, al igual que otras catastróficas que auguraron, no se cumplieron, salvo algunos inconvenientes ocurridos durante los primeros días, lógicos en un universo donde participan tantos y tan variados actores.

Por supuesto que, si el acuerdo se cumple, es para festejar porque así se demuestra que es posible contener los precios si la punta de la pirámide, donde se ubican quienes los forman, lo quiere. Además, con echar una mirada sobre sus balances, se aprecia que no son los costos laborales los que vienen empujando al alza.

Como las experiencias pasadas de congelamientos de precios impuestos por decreto fracasaron, cabe preguntarse qué cosas variaron para lograr esa “voluntariedad”, donde todo radica en el valor de la palabra, sin que el Estado pueda sancionar a los incumplidores. ¿Estaremos volviendo a aquellos remotísimos tiempos en los que la palabra valía más que un documento firmado y protocolizado?

Todos sabemos que hoy no caben tales desvaríos.

El que se quema con leche…

Por otro lado, los lectores coincidirán con nosotros en que la ingenuidad es considerada un defecto grave para quienes pretenden moverse en el mundo de los negocios. Por eso los que lo padecen harían bien en buscarse otro medio con que ganarse la vida si no quieren terminar pidiendo limosnas a la salida de las iglesias. En consecuencia, si de asuntos económicos hablamos, aunque no seamos especialistas, tampoco queremos pecar de ingenuos.

Por parte del gobierno hubo un llamado a los consumidores para que ejerzan su derecho como tales, que miren, comparen y no acepten cualquier precio. Un ejemplo de ese actuar, es lo sucedido durante el verano marplatense, donde la angurria empresaria por esquilmar a los turistas recibió un castigó que los obligó a bajar los precios si querían salvar la temporada.

Sin embargo, como no es razonable confiar sólo en la espontaneidad de la gente común, el gobierno pidió la colaboración de las asociaciones de consumidores en el control y para asesorar a los ciudadanos. A su vez, hizo trascender que intenta extender este congelamiento voluntario más allá de 60 días. Sin embargo, como es difícil aceptar que este acuerdo se daba a la súbita magnanimidad de los grandes formadores de precios para limitar sus ganancias, habrá que encontrarle una explicación más creíble. Una podría ser la oportunidad del anuncio, previa al inicio de las discusiones paritarias, como un intento por influir sobre el nivel de los reclamos gremiales por recomposición salarial; otra, es que los más grandes han acumulado tantas utilidades durante esta etapa de bajo crecimiento económico, que prefieren contener unos meses sus precios, pues ya le han sacado gran ventaja a competidores, como los comúnmente conocidos “supermercados chinos” u otros de ese nivel, cuyos costos son superiores porque su cadena de comercialización incluye al eslabón de los mayoristas. Los suspicaces como nosotros, seguramente podrán aportar más argumentos. Mientras tanto, festejemos.

De todos modos, durante los años que lleva de gestión, el gobierno cometió errores propios de quien acomete tareas gigantescas en medio de la debacle, como el equivocarse al evaluar situaciones, actores políticos y económicos o tomar medidas que luego debió rectificar. Sin embargo, un defecto que parece no tener es el de ser ingenuo y que si bien cree en las buenas intenciones, de las que está empedrado el camino del infierno, pone más atención sobre la naturaleza y razones que determinan los procederes de los actores económicos.

Del día sesenta y uno en adelante

Entonces, para ser consecuentes con esa historia, el Estado debería acumular instrumentos capaces de incidir y disuadir de modo contundente a los principales formadores de precios que saquen los pies del plato, porque de lo contrario la puja distributiva utilizará a los precios en favor de los más fuertes y con efecto desestabilizador, ya que “está en la naturaleza” del capitalismo, como en la del escorpión, frente a un panorama donde el movimiento sindical está fraccionado y debilitado y los movimientos sociales todavía no han mostrado capacidad suficiente para asumir el reto en defensa del interés colectivo.

Y ya que la nombramos, vale la pena echar un párrafo sobre la tan mentada puja distributiva.

Estigmatizada por los defensores statu quo, del dejar todo como está, es presentada por los ideólogos y abanderados de las clases económicamente dominantes, como algo dañino para el país, causante de la inflación, si los que pujan por ampliar su parte de la torta son los asalariados y otros trabajadores que reclaman mejoras en sus condiciones de vida y trabajo.

Esa falacia intenta hacer creer que la distribución de los bienes terrenales depende de una voluntad superior y ajena al orden social y a las relaciones de fuerzas existentes, por lo cual es inútil intentar modificarlo por la acción humana.

Aunque el tema merece un tratamiento más profundo, vale decir que el crecimiento de las desigualdades sociales, con la acumulación de riqueza en un grupo muy reducido y desamparo creciente hacia el resto, nunca derramó espontáneamente bienestar desde el vértice de la pirámide opulenta hacia abajo. En cambio, el mayor poder adquisitivo de las mayorías, siempre impulsó el mercado interno y el desarrollo económico, social, cultural, la ampliación de derechos y el consiguiente mejoramiento del nivel de vida y la seguridad ciudadana.

1 comentario:

  1. Muy buen análisis, pero a pesar de las buenas intenciones del gobierno y de que no es ingenuo como sostenés, recordemos que es un gobierno simplemente reformista, y que más de lo que hace - en este caso control y congelamiento de precios - no hará mucho más. De todos modos se puede apoyar la medida,no?

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