lunes, 31 de julio de 2017

La independencia de 1816 y las tareas pendientes

Mauricio Epsztejn—
Por supuesto que los desafíos que tenían por delante los pueblos que en 1816 declararon su independencia son distintos a los de la presente generación. En principio, porque lo que hoy llamamos Argentina ocupa un territorio notablemente distinto al que entonces se declaró independiente; también lo es su conformación política y su entidad jurídica. Sin embargo, quedaron tareas que aquella independencia no resolvió porque las clases más influyentes de aquella época se quedaron con el poder político y económico que aún conservan a pesar de haber sufrido algunas mutaciones. Eso les permitió elegir el camino por el que avanzó el país, el de la asociación subordinada a las potencias mundiales dominantes, aunque durante breves intervalos aparecieron competidores que intentaron disputarles el espacio, pero fueron destruidos o cooptados. Un ejemplo de quienes son los reales detentadores del poder, sin intermediarios, se comprueba sabiendo quienes integran el actual gobierno y la política que ejecutan.
Así llegamos a cómo y dónde conmemoró el presidente Macri el reciente 9 de julio, después de participar en la reunión del G20. Fue en Hamburgo, a bordo de la Fragata Libertad, amarrada en ese puerto como parte de la habitual gira de instrucción de los cadetes. Es la misma nave de la Armada que el 2 de octubre de 2012 fuera embargada por los fondos buitres de Paul Singer, por la que Macri y sus actuales aliados de Cambiemos impulsaban una colecta para pagar lo que exigían esos piratas financieros para liberarla y que el gobierno de Cristina recuperó en diciembre de aquel año sin desembolsar ni un centavo, después de un juicio internacional que ganó el Estado argentino. A pesar de eso, cuando Macri y Cambiemos llegaron a la presidencia, pagaron sin chistar por el chantaje de Paul Singer y demás miembros de la mafia financiera internacional, incluidos los gastos de aquel juicio. Es decir que el pueblo argentino no sólo paga con su sacrificio una deuda que no contrajo y que sólo benefició a los más ricos, sino que además, el gobierno lo sometió a la humillación de una rendición incondicional ante el máximo poder global.
Esa es la esencia de la propuesta macrista, no sólo respecto a la deuda pasada, sino a la nueva, la que viene contrayendo desde que la nueva Alianza llegó al gobierno y que deberán afrontar la actual y las futuras generaciones. Para tener una visión completa, no sería justo cargar la responsabilidad sólo sobre el gobierno de Cambiemos y sus aliados directos. También le cabe a la dirigencia de otras fuerzas políticas y sociales que en nombre de la “gobernabilidad” se lo permiten y/o apoyan, incluida la cúpula de la CGT, e incluso de numerosos funcionarios, legisladores y gobernadores, que llegaron a esos lugares y sin pudor siguen allí, aupados en las listas del Frente para la Victoria.
Este año, en ausencia del presidente le tocó a la vice, Gabriela Michetti, encabezar la ceremonia oficial en Tucumán. Rodeada por un vallado y una formación policial a prueba de expresiones de repudio, su intervención se limitó a repetir el libreto cuyo copyright es conocido. Sin embargo, esta columna no se quiere privar de recordar algunos puntos del antológico discurso pronunciado por el presidente Macri hace un año, porque en aquella oportunidad, a pesar de su conocido y lacónico estilo discursivo, dejó en claro por lo menos tres pilares en que se apoya la política de su gobierno: su opinión sobre la independencia nacional, el lugar que le asigna a la Argentina en el mundo y su concepción sobre los derechos laborales.

La angustia oficial

Por eso, cuando hace un año pronunció su discurso en Tucumán frente al ex rey de España sinceró su punto de vista y se creyó con derecho a interpretar las emociones más íntimas de los congresales reunidos en 1816 en la casa histórica que tenía a sus espaldas, cuando declararon la independencia de España. Tanta certeza demostró sobre lo que estaba diciendo que les atribuyó una angustia que supuso debieron sentir cuando se decidieron por la audaz patriada, algo que, según todo indica, a él aún hoy lo acongoja. “Claramente, deberían de tener angustia de tomar la decisión, querido Rey, de separarse de España. Los ciudadanos de 1816 no eran superhombres. Seguro tuvieron miedo y angustia”, dijo, dirigiéndose al rey emérito de España que lo miraba impávido —un rey que se vio obligado a resignar el trono corrido por el escándalo de fabulosos negociados en los que está involucrada toda la coronada familia y por los cuales varios de sus miembros acreditan méritos como para disfrutar una holgada temporada entre rejas, un destino reservado a cualquier plebeyo que haya incurrido en delitos similares, pero poco acorde para personajes magnos que, seguramente recibirán, un trato digno de su nivel.
Lo que en aquel momento Macri verbalizó, es lo que viene ejecutando desde que está al frente del gobierno nacional y que, no tan metafóricamente, parecería querer retrotraernos a un estadio anterior a 1816. La diferencia, no menor, es que desde entonces, España ya no ocupa el lugar de principal potencia mundial que debió ceder a Inglaterra, la que a su vez lo resignó frente a Estados Unidos, cuyo capital financiero ahora lidera el poder mundial más concentrado y globalizado. Sobre esa deriva del poder mundial, al actual gobierno argentino nadie le puede achacar culpa, aunque la reiteración de gestos y actos por él mismo, la fuerza política en que se apoya y la clase que representa, muestran igual vocación: la de exprimir al propio pueblo, mientras buscan ser reconocidos como segundones, socios menores y subordinados al mandato de los mandamases mundiales de turno.

Independence according to Cambiemos and friends

Para que nadie acuse a este columnista de propalar un relato populista, a continuación se apuntan un par de muletillas que integran el largo rosario enhebrado por el discurso macrista donde, a veinte meses de asumido el gobierno nacional, no ha resuelto ninguna de las dificultades y males que encontró de arrastre, sino que los agudizó e intenta justificarlo con el verso de “la pesada herencia”, un concepto que, si bien remite al gobierno anterior, según esa línea de pensamiento tranquilamente se llega hasta el Congreso de 1816 y su declaración de independencia, que tanto abruma al presidente.
Veamos algunas de esas perlas:
-“La Argentina quedó aislada del mundo”.
Cabe preguntar ¿de qué mundo? Los hechos testarudos, que no son simples palabras u opiniones, aclaran la incógnita.
“Cambiemos” inició desde el gobierno un nuevo ciclo de endeudamiento externo, el contemporáneo mecanismo de sometimiento colonial, uno de cuyos primeros hitos fue volver a endeudar al país para pagarle al buitre de Paul Singer la sentencia del juez Thomas Griesa, un monto que incluye los honorarios del pleito que habían perdido frente a Argentina cuando
Fragata Libertad
embargaron la Fragata Libertad intentando arrodillar a nuestro país. Es bueno recordar que durante aquel episodio, tanto Macri como el partido radical —principales socios en Cambiemos— quisieron organizar una colecta que aceptara la extorsión y pagara el embargo, maniobra cipaya que el gobierno de Cristina impidió sin desembolsar ni un centavo, lo que permitió el orgulloso regreso de la Fragata. Macri y sus socios en Cambiemos recién pudieron hincarse vergonzosamente ante los buitres, cuando asumieron el gobierno y contaron con la complicidad de políticos y legisladores de variadas procedencias, incluidos no pocos tránsfugas que habían llegado al Parlamento integrando las lista del Frente para la Victoria.
-A partir de entonces, el ritmo de endeudamiento público se aceleró y su monto ya supera al de la última dictadura cívico-militar, una deuda que no se tomó para inversión productiva sino para financiar la fuga de ganancias obtenidas en la timba financiera, que deberemos pagar los argentinos de varias generaciones. Entre las nuevas deudas del Estado, contraídas a espaldas del Parlamento, está la inexplicable a 100 años, no se sabe por qué ni para qué, a un costo altísimo, cuyo precedente se remonta al empréstito por un millón de Libras Esterlinas, firmado en 1824 por Bernardino Rivadavia con la banca inglesa Baring Brothers, cuyo supuesto destino era construir un puerto en Buenos Aires, proveer algunos servicios públicos a la ciudad y financiar la construcción de poblaciones en la costa bonaerense. Del ese monto, sólo llegaron al país algo más de 550.000. El resto ni salió de Inglaterra: una parte sustancial quedó en los bolsillos de los propios banqueros en concepto del pago adelantado de intereses y el resto en el de los gestores criollos e ingleses, por comisiones de intermediación. Sin embargo, aunque ninguna de las obras se ejecutó, el total de lo que se devolvió superó en más de ocho veces y media lo recibido y la deuda recién se canceló en 1904. Los únicos favorecidos fueron los banqueros, sus oligárquicos socios locales y los intermediarios financieros.
Sólo a modo de ejemplos, vale la pena mencionar al azar y sólo desde mediados del siglo XIX, algunos hechos emblemáticos que amojonaron la historia nacional y forman parte de una serie que los precede y que frustraron hasta ahora su desarrollo independiente: la inexplicable retirada de Urquiza en la batalla de Pavón; la llamada Guerra de la Triple Alianza; el golpe “con olor a petróleo” que derrocó a Yrigoyen; el pacto Roca-Runciman en 1933; el derrocamiento de Perón en 1955; el ingreso al FMI en 1956; el golpismo recurrente; el asfixiante rol de la deuda externa; y hay más… Aunque es una enumeración parcial, no se indica por casualidad sino porque cualquier semejanza con la actualidad no lo es, sino que marca una continuidad de actores e intereses.
-Hay otras perlitas, como la del genuflexo pedido del ministro Alfonso Prat Gay ante empresarios españoles: "Quiero pedir disculpas por los últimos años. Sé de los abusos que han sufrido los capitales españoles y les agradezco la paciencia" dijo en Madrid (ver “La Nación”-30/05/2016- edición digital).  Entre sus oyentes estaban los que durante el menemismo y la primera Alianza se confabularon para estafar a la Argentina, como los directivos de Marsans en libertad —los que vaciaron Aerolíneas Argentinas— mientras otros están presos en la península por corrupción y demás delitos cometidos en España; también estuvieron los de Repsol —que hizo lo propio con YPF. Respecto al grupo Marsans, lo curioso, o no tanto, es que Sirio Astolfi — designado por este gobierno como vicepresidente de Aerolíneas—, fue uno de los abogados que patrocinó al grupo Marsans en el litigio que el grupo impulsó contra el Estado argentino ante el tribunal del Banco Mundial (Ciadi).
-Y si bien la lista sobre actos de sumisión al mandato de Estados Unidos, el mayor imperio de turno, es extensa, sólo agregaremos tres de ellas: el respaldo a la intervención extranjera en Venezuela, el presuroso reconocimiento de Temer, el golpista brasileño, y la  vergüenza protagonizada frente a las últimas elecciones norteamericanas: en la previa, cuando las encuestan favorecían a Hillary Clinton, Cambiemos utilizó el recurso infantil de mostrarse como el mejor alumno del grado y apostó a ella públicamente; pero cuando la realidad los dejó vestidos como Adán en el paraíso, no tuvieron empacho en pegar un giro y jurarle fidelidad a Trump, el nuevo inquilino de la Casa Blanca, un gesto cuyo significado no es difícil interpretar: siempre le serán fieles a los ocasionales ocupantes de aquel inmueble, sin importar su identidad, sino lo que representan.

Lo que viene

Hasta aquí, en los marcos que permite una nota, damos un somero pantallazo de la visión que tiene la clase dominante sobre el pronunciamiento de 1816, la interpretación que hace sobre el legado que aquella gesta dejó y la esencia de las propuestas que en el presente tiene para que la sociedad las convalide y que después de las elecciones de octubre le permita al gobierno transformarlas, con la legitimidad del voto, en acción de gobierno.
A su vez, después de la derrota de 2015, el movimiento nacional, popular y democrático pareciera estar en la etapa de recomponer fuerzas y aceptar el reto desde la calle y en las instituciones. La fuerza que se perfila como principal actora para este desafío es Unidad Ciudadana, que enarbola una propuesta de 15 puntos para enfrentar la emergencia, capaz de servir como base para un proyecto de país distinto, a favor de las grandes mayorías, cuyos enunciados básicos se enriquecerán a través de la participación organiza del pueblo. En pos de tal objetivo deberá superar dos etapas: una próxima, las PASO del 13 de agosto; la otra el 22 de octubre, cuando son las generales y definitivas. En ambas, el instrumento más adecuado para que el macrismo gobernante sienta el rechazo a su orientación política y gestión, será el contundente mensaje que le llegue a través de las urnas.
La herramienta está al alcance de cada ciudadano, es el voto, está en sus manos y debe usarlo reflexionando sobre la trascendencia del acto, porque arrepentirse después de introducirlo en la urna no vale, es tarde.

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