lunes, 31 de julio de 2017

San Lorenzo y Huracán una larga tradición porteña con proyección nacional. Apelativos y chanzas

Osvaldo Riganti—
Los clásicos entre Huracán y San Lorenzo a despecho de algunas malas campañas y descensos (fundamentalmente de los primeros) conservan  su vigencia.
En sus orígenes ambos clubes estuvieron separados por 8 cuadras. Huracán en Chiclana y Aragón, San Lorenzo asentado en Almagro. Así como un Boca-River tiene características conmocionantes para todo el país, así como un Racing-Independinete conmociona a Avellaneda y zonas aledañas, San Lorenzo y Huracán configuran otro clásico de honda raigambre.
Ambos fueron  fundados en 1908. San Lorenzo con la tutela del padre Lorenzo Massa. Huracán con la de Jorge Newbery. De ahí vienen los nombres y apodos que perduran. San Lorenzo de Almagro, los “Santos”. Huracán, el “Globito”.
Otros apodos confieren identidad a las dos populares divisas. San Lorenzo lleva desde larga data el de “Ciclón”, instaurado por el periodista Hugo Marini (el mismo que instaló el de “diablos  rojos”) por la contundencia de su ofensiva. Marini a raíz de las goleadas dijo que ese equipo de los albores del fútbol grande tenía características de “ciclón”. Empezaba así a difundirse la mención del Ciclón de Boedo. También a principios de la década del 30 cobró impulso la alusión a “Los Gauchos de Boedo” porque San Lorenzo trajo varios jugadores del interior. En 1968 se agregó el sobrenombre de “Matadores”, por aquel formidable equipo que, dirigido por el brasileño Tim y con “nenes “ como el Lobo Fischer, Albretch, Rendo, Veira, Cocco, Veglio y Telch, fue el primer campeón invicto del fútbol argentino.
(Estudiantes había terminado invicto el campeonato Nacional del año anterior, pero fue subcampeón)
La animadversión de algunos sectores a los curas llevó a calificar a estos de “cuervos”, mote que, por añadidura, le cayó despectivamente a los sanlorencistas dada su vinculación con el padre Massa. Hoy lucen el apodo como un símbolo más de identidad. Lo mismo le pasa a Huracán con el de “quemeros”, apelativo que tenía connotaciones de desprecio por la proximidad de la cancha con la quema de basura municipal lo que, en la primera época, durante algunos partidos el humo emanado por sus chimeneas dificultaba la visión.
Originalmente la rivalidad tuvo connotaciones de amistad. Así tenemos casos como el de Veira, que jugando para una y otra divisa, concita el respeto de ambas parcialidades y no lo consideran una “herejía” los hinchas de San Lorenzo, en cuyas filas se inició, como les sucede lo mismo a los de Huracán con  “Coco” Rossi y Rendo, que empezaron su carrera en el club de Parque de los Patricios. La “pica” de todos modos, se fue acentuando con el correr de los años y las confrontaciones  —como acontece con las de otros rivales de predicamento— no han estado exentas de fuertes enfrentamientos, a veces con serias consecuencias.

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