Osvaldo Riganti—
Los clásicos entre Huracán y San Lorenzo
a despecho de algunas malas campañas y descensos (fundamentalmente de los
primeros) conservan su vigencia.
En sus orígenes ambos clubes estuvieron
separados por 8 cuadras. Huracán en Chiclana y Aragón, San Lorenzo asentado en
Almagro. Así como un Boca-River tiene características conmocionantes para todo
el país, así como un Racing-Independinete conmociona a Avellaneda y zonas
aledañas, San Lorenzo y Huracán configuran otro clásico de honda raigambre.
Ambos fueron fundados en 1908. San Lorenzo con la tutela
del padre Lorenzo Massa. Huracán con la de Jorge Newbery. De ahí vienen los
nombres y apodos que perduran. San Lorenzo de Almagro, los “Santos”. Huracán,
el “Globito”.
Otros apodos confieren identidad a las
dos populares divisas. San Lorenzo lleva desde larga data el de “Ciclón”,
instaurado por el periodista Hugo Marini (el mismo que instaló el de “diablos rojos”) por la contundencia de su ofensiva.
Marini a raíz de las goleadas dijo que ese equipo de los albores del fútbol
grande tenía características de “ciclón”. Empezaba así a difundirse la mención
del Ciclón de Boedo. También a principios de la década del 30 cobró impulso la
alusión a “Los Gauchos de Boedo” porque San Lorenzo trajo varios jugadores del
interior. En 1968 se agregó el sobrenombre de “Matadores”, por aquel formidable
equipo que, dirigido por el brasileño Tim y con “nenes “ como el Lobo Fischer,
Albretch, Rendo, Veira, Cocco, Veglio y Telch, fue el primer campeón invicto
del fútbol argentino.
(Estudiantes había terminado invicto el
campeonato Nacional del año anterior, pero fue subcampeón)
La animadversión de algunos sectores a
los curas llevó a calificar a estos de “cuervos”, mote que, por añadidura, le cayó
despectivamente a los sanlorencistas dada su vinculación con el padre Massa.
Hoy lucen el apodo como un símbolo más de identidad. Lo mismo le pasa a Huracán
con el de “quemeros”, apelativo que tenía connotaciones de desprecio por la
proximidad de la cancha con la quema de basura municipal lo que, en la primera
época, durante algunos partidos el humo emanado por sus chimeneas dificultaba
la visión.
Originalmente la rivalidad tuvo
connotaciones de amistad. Así tenemos casos como el de Veira, que jugando para
una y otra divisa, concita el respeto de ambas parcialidades y no lo consideran
una “herejía” los hinchas de San Lorenzo, en cuyas filas se inició, como les
sucede lo mismo a los de Huracán con “Coco” Rossi y Rendo, que empezaron su carrera
en el club de Parque de los Patricios. La “pica” de todos modos, se fue
acentuando con el correr de los años y las confrontaciones —como acontece con las de otros rivales de
predicamento— no han estado exentas de fuertes enfrentamientos, a veces con
serias consecuencias.
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