domingo, 31 de julio de 2016

Excursionistas se ciñe orgulloso la corona de la “C” y asciende tras 21 años

Osvaldo Riganti—
Fueron 21 años de sufrimiento en el Bajo. Excursionistas ascendió a la “B” en 1994 y descendió rápidamente.
En lo que va del milenio estuvo rondando el ascenso tres veces pero en esas oportunidades todo terminó en frustración.
En 2001, bajo la presidencia de Camilo Scorpaniti, se adjudicó el título pero un absurdo torneo reducido para dirimir el ascenso lo relegó. En 2005/6  estuvo cerca de adjudicarse la Promoción que lo catapultara hacia el destino ansiado pero tras vencer a Defensores de Cambaceres por 1 a 0 en su cancha, perdió 3 a 1 en Ensenada. En 2009/10 encabezaba holgadamente las posiciones pero perdió llamativamente en las últimas fechas todos los partidos de visitante, debiendo desempatar con Barracas Central, el club que hace mucho tiempo está bajo la égida del hoy conocidísimo “Chiqui” Tapia (yerno de su par de Independiente, Hugo Moyano), que le ganó 1 a 0 durante el partido de desempate y en tiempo suplementario.

El club había estado merodeando la “D”, pero una coalición de la agrupación Círculo de Amigos Guillermo Black (que levantaba las banderas de este histórico presidente –ya fallecido– y al presidente campeón, Camilo Scorpaniti), junto a la 1º de Febrero, del entonces presidente Mainoli, permitió formar buenos equipos. Sin embargo surgieron divergencias y el Círculode Amigos Guillermo Black se hizo cargo de la conducción del club siendo la marcha más homogénea. Hubo un vigoroso despegue social y progreso general sostenido, el cual hoy le permite lucir orgullosamente una cancha de césped sintético.
No obstante, cuando el club parecía marchar hacia mejores destinos, a fines del año pasado se produjeron episodios violentos que volvieron a oscurecer el panorama y dejaron al club al borde de una quiebra institucional.
En ese momento difícil aparecieron figuras como el directivo Javier Sayegh, junto a hombres de predicamento —hablamos del vice Baquero, del secretario Fígoli y de otros como Alvarez, Diego Houseman (hijo del mundialista René), Seoane—a quienes se sumaron jóvenes dirigentes como Javi Méndez, los hermanos Acerbi y gente que no supieron de renuncios, junto a figuras de dilatada trayectoria en la institución que se sintieron convocados, como el caso de Masciotra, que motorizaron el gran repunte, tomaron el destino en sus manos y brindaron respaldo al DT, el legendario “Búfalo”Szeszurak, integrante del equipo que logró el ascenso en 1994.
Guillermo Szeszurak jugó en las inferiores de River bajo la conducción técnica de figuras de arraigo en infantiles y juveniles “millonarios” como Gabriel Rodríguez y Curti y luego fue a Excursionistas, donde con Pablo Centrone debutó en primera; luego jugó en varios clubes e incluso incursionó en el fútbol portugués. Fue ídolo de los hinchas del Bajo y dejó su impronta como técnico con los ascensos de Deportivo Riestra y Argentinos de Quilmes.
Su llegada para conducir a Excursionistas generó una mística que los más identificados con su figura compararon con el retorno apoteótico de Angel Labruna a River Plate, en un proceso similar a cuando el viejo crack de la Máquina movilizó a los riverplatenses con su consigna:”Si vuelvo lo saco campeón”
Así Szeszurak fue modelando un equipo de fuste en la categoría, cimentado en hombres como el  eficaz arquero Navarro Arias, el defensor Ramiro Montenegro y el talentoso, al par que contundente, Leonardo “Cachete” Ruiz, a quien muchos hinchas que en el Bajo peinan canas  parangonan con los grandes jugadores que pasaron por allí en más de medio siglo, como Omar Higinio García, Hugo González, Fonseca Ruiz, Alves de Souza y Carlos López.
Cuando a pocas fechas de la finalización del certamen Excursionistas volteó en su cancha por 4-2 a Laferrere, que parecía inconmovible puntero, partido en el que “Cachete” Ruiz fue figura descollante y el “Ramiro del Bajo” resultó una tromba, la populosa barriada comenzó a aferrarse a la gran ilusión.
Los triunfos se sucedieron sin solución de continuidad, hasta que en la última fecha, frente a un durísimo Sacachispas, el estadio del Bajo Belgrano fue escenario de la consagración largamente anhelada.

En el primer tiempo no se había abierto el score y su figura clave, “Cachete” Ruiz, estaba en el banco lesionado. Pero Szeszurak jugó la carta brava. En el complemento lo mandó al ruedo a jugarse el resto y fue el factor desequilibrante de un partido trabado. Así asístimos a la enésima definición de Ramiro Montenegro, el Ramiro del Bajo (por su similitud con los goles salvadores de Ramiro Funes Mori, en River Plate, llegando como él en forma fulmínea del fondo de la defensa). Ocho mil almas aclamaron la vuelta olímpica que por fin se concretó. De la mano de una dirigencia que supo encaminar al club y de una Dirección Técnica que supo ensamblar figuras que adquirieron dimensiones ciclópeas para la evocación agradecida de una parcialidad fiel al viejo club de Pampa y Miñones que hoy se ciñe orgulloso la corona de la “C”.

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