domingo, 31 de julio de 2016

Medio siglo de la “Noche de los bastones largos”

Osvaldo Riganti—
Desalojo en Ciencias Exactas (UBA)
“La noche de los bastones largos” fue la del 29 de julio de 1966, de la que recientemente se cumplieron 50 años, en que el gobierno dictatorial de la llamada “Revolución Argentina”, encabezado por el general Juan Carlos Onganía, un opaco general de Caballería, abolió la autonomía universitaria, intervino las universidades, las invadió violentamente con tropas, prohibió la actividad de los centros estudiantiles y desalojó a palazos de las misma a los alumnos y profesores que lo resistieron. El argumento dictatorial para cometer tal tropelía era que la Universidad estaba repleta de  comunistas.
Fue la dictadura que hacía un mes, el 28 de junio de 1966, había usurpado el poder derrocando al gobierno presidido por el radical Arturo Umberto Illia.

Juan Carlos Onganía, que se presentó con un perfil supuestamente nacionalista, fue un devoto cursillista católico y al principio contó con cierto consenso entre un sector de la opinión pública ávida de orden y eficiencia, particularmente entre los sectores medios y altos. Para  Mariano Grondona, un conspicuo apologista del golpe, con su advenimiento se forjaba “la apuesta vital de una nación en dirección de su horizonte”.
Gobernaba en nombre del llamado “Estatuto de la Revolución Argentina”, una de las “ficciones legalistas” dela época (al decir del historiador Félix Luna), cuyo poder emanaba de la Junta de Comandantes que derribó a Illia.
La incidencia de Álvaro Alsogaray delineando las pautas económicas del Estatuto y su designación en Estados Unidos, daban un indicio para los avispados de hacia dónde apuntaban los pasos que dieron los hombres de armas y ayudaron a desvanecer las cándidas expectativas de otros.
Aquel año, en ocasión del Día de la Independencia, el rector de la Universidad de Buenos Aires, Hilario Fernández Long había dicho que “se ha quebrantado en forma total la vigencia de la Constitución” y llamó a defender la autonomía universitaria. Poco después el Jefe de la SIDE, general Eduardo Señorans y el de la Policía Federal, general Mario Fonseca, fueron hostilizados desde la Facultad de Ciencias Exactas cuando rendían homenaje frente a ella al general Roca, en compañía de autoridades del flamante régimen y entusiastas eclesiásticos.
El gobierno impuso el decreto 16.912, redactado por el ministro del Interior Enrique Martínez Paz y su subsecretario José Manuel Saravia, que anulaba el gobierno tripartito de la universidad entre docentes, graduados y alumnos.
Aquel 29 de julio de 1966, que pasó a la historia como  “La noche de los bastones largos”, en las esferas del gobierno se la llamó “Operación Escarmiento”. La Policía actuó con brutalidad contra estudiantes y profesores. “Sáquenlos a tiros si hace falta. ¡Hay que limpiar esta cueva de marxistas!”, ordenó Fonseca en Ciencias Exactas. Mandó a cortar el tránsito alrededor del edificio y los represores lo desalojaron. Estudiantes y docentes salieron cantando el himno con los brazos en altos. La Guardia de Infantería no ahorró insultos, puntapiés y machetazos. Las peores consecuencias las sufrieron el decano Rolando García, los docentes Guillermo Sarmiento, Carlos Varsavsky y Arístides Romero.
En  la Facultad de Arquitectura hubo seis detenidos y un herido. El decano, Horacio Pando, y el vicedecano Carlos Méndez Mosquera, al querer identificarse fueron agredidos a culatazos y con bastones de goma. En otras facultades también hubo desalojos por la fuerza.
La violencia desatada por el régimen de Onganía hizo que facultades enteras se despoblaran con la emigración de equipos profesionales, que se fueron a otros países buscando la libertad académica.
El rector-interventor de la Universidad de Buenos Aires, Luis Botet asumió el 22 de agosto tras casi un mes de suspensión de actividades.
La invasión de Onganía a la Universidad fue apoyada por entidades liberales como el Ateneo de  Estudios Sociales, que mediante un comunicado rubricado por Osvaldo Carosella y Marcelo Bustelo fustigaba la “avasallante infiltración marxista”. El Premio Nobel de Medicina de 1947, doctor Bernard Houssay, tras reunirse con Onganía expresó su “plena confianza” para la gradual comprensión de su benéfico influjo.
Pero la brutalidad del régimen abroquelaría incluso a los sectores más conservadores de la comunidad universitaria contra el autócrata. Comenzarían tiempos de agitación en el movimiento universitario ensamblando con las rebeliones obreras. Ambos sectores convergieron en un frente de lucha que cristalizó en el “Cordobazo”.

Hoy, en medio de un apagón de la actividad cultural que se intenta forzar desde Balcarce 50,  aparece más en el tapete que nunca la visión de “la noche de los bastones largos” acaecida hace medio siglo y que tiene tantos puntos de contacto con el oscurantismo que guía los pasos de lo que se dio en llamar “Revolución de la Alegría”.

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