miércoles, 21 de octubre de 2015

Día Nacional de los Valores Villeros

Osvaldo Riganti—
Quedó consagrado el 7 de octubre como el Día Nacional de los Valores Villeros, promovido  por los legisladores Juan Cabandié y Andrés Larroque.
La sanción había despertado cuestionamientos del PRO y de la Coalición Cívica. A raíz de que el proyecto resaltaba como causa el compromiso de “solidaridad, optimismo, generosidad, esperanza, humildad y valor por lo colectivo” de los habitantes de las villas, la CC dijo que se trata de “valores universales que no dependen de un sector social” Proponía que se instaurara el Día Nacional del Compromiso Social y Comunitario.
Pero prevaleció la iniciativa kirchnerista. El proyecto establece que el Ministerio de Educación de la Nación promoverá la “incorporación en el calendario escolar de la fecha mencionada” e “implementará actividades tendientes a difundir entre los alumnos el conocimiento y el significado de la conmemoración resaltando los valores”.
La fecha en que se estableció coincide con la del nacimiento del padre Mugica, que lideró a  los sacerdotes tercermundistas y fundó la parroquia Cristo Obrero de la Villa 31. Mugica fue asesinado en 1974, según se estableció, por Rodolfo Eduardo Almirón, uno de los jefes de la Triple A.
El padre Gustavo Carrera —de destacada actuación en las actividades en las villas —ha resaltado la acción del padre Mugica y manifestado que con la conmemoración  “queremos destacar la lucha diaria de los vecinos de estos barrios por llevar su familia adelante”. “Hay un deseo de progresar, valores que están graficados en eso que el Papa Francisco dice que es el movimiento de los sencillos que anhelan cosas que son básicas, como la tierra, el techo y el trabajo” “ Se van logrando cosas lindas, como por ejemplo en varios barrios se han inaugurado escuelas, se han creado clubes de barrio que incluye a muchos chicos y chicas en diferentes deportes, también programas a través de lo que se llama “Hogar de Cristo” para personas en situación de calle” puso de manifiesto.
El legislador Cabandié, un propulsor de la medida, destacó la construcción colectiva de las villas en contraposición con el hecho de que “en los barrios más pudientes quizás no hay esa confraternidad”. “Muchos de los que viven en edificios, que en el ascensor ni siquiera se saludan con sus vecinos y ni hablar de cuando discuten para darles aumento a los encargados” subrayó.
En su libro “La Mesa Vacía”, de hace casi dos décadas, el padre Farinello manifestó: “Creo que el que habla mal de todos los que viven en la villa es porque no los conocen y más de uno si se acercara sin prejuicios aprendería grandes lecciones de vida”. “Las mujeres de la villa son mujeres heroicas. Con las garras de una leona protegen a su prole. Trabajan, participan en la búsqueda de soluciones para los problemas del barrio, colaboran con los proyectos (salitas de primeros auxilios, comedor, escuela, capilla) que signifiquen beneficios entre todos”. “Los pobres no es que están ahí y son pobres porque fatalmente son pobres o porque son vagos y no les gusta el trabajo y entonces optan por esa vida. Para ellos no hay opción. Son las estructuras de una sociedad determinada las que van expulsando y llevando a un callejón sin salida”.
Los rechazos que provocan en algunos sectores este tipo de medidas hacen a una concepción elitista de la estructura social, continuadora de la tradición que en el siglo XIX consideraba al pueblo como un conjunto de individuos “vagos y mal entretenidos” que por el hecho de ser pobres podían ser encarcelados, entendiendo que eran  pobres porque no querían trabajar. Son los viejos conceptos que dividen al mundo entre quienes deben obedecer y padecer y los que pueden pensar y disfrutar.
Es necesario consensuar sobre las reglas de juego que rigen la vida democrática y también sobre la interpretación de los valores comunes de solidaridad.

La disposición que motiva esta nota se inscribe en este marco. 

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