lunes, 30 de junio de 2014

Páginas de historia: La causa de Malvinas

Osvaldo Riganti—

La causa de Malvinas está vinculada a las caras reivindicaciones de la patria casi desde sus albores. Fue un itinerario complicado de ocupaciones y abandonos hasta que en 1833 se produjo su ocupación por los ingleses y luego superó la heroica resistencia del gaucho Rivero.

Las reclamaciones por la usurpación se sucedieron a través de los años. El 9 de setiembre de1964 el representante argentino ante la ONU, doctor Ruda efectuó en ese organismo un gran alegato que derivó en el reconocimiento de la situación de litigio. Hubo altivas posiciones en los foros internacionales hasta que en 1982 se produjo uno de los episodios más trágicos de nuestra historia.
El 30 de marzo de 1982 hubo un paro contra la dictadura convocado por la C.G.T. que entonces lideraba Saúl Ubaldini. Muchos argentinos salieron a la calle para reclamar contra el Proceso y sufrieron una fuerte represión que culminó con el encarcelamiento de dirigentes sindicales y ciudadanos en general. El régimen militar quedó seriamente herido.

Sorpresivamente, la dictadura militar de Galtieri desembarcó tropas el 2 de abril de 1982, con las que tomó las Islas Malvinas, un anhelo caro al sentir nacional y destituyó al gobernador malvinense inglés Rex Hunt, reemplazándolo por el general Mario Benjamín Menéndez. En el continente fueron dejados en libertad los detenidos de pocas horas atrás y una multitud enfervorizada colmó la Plaza de Mayo para festejar el episodio. El dictador, embriagado de poder y de efímera gloria, decía por la cadena nacional: "El gobierno de las Fuerzas Armadas ha puesto fin a 150 años de ignominiosa ocupación. El pabellón nacional vuelve a flamear  en las Islas Malvinas". Y durante esos días de continuas congregaciones populares lanzó la bravata contra Margaret Thatcher y su país: "Si quieren venir, que vengan".

Los países latinoamericanos mostraron una conmovedora solidaridad durante ese período. No fue el caso de Chile, que brindó asistencia a los ingleses. Indudablemente tuvo incidencia en esta cuestión que en una de sus demenciales arengas Galtieri dijera que una vez concretado el triunfo sobre los ingleses "les toca a los chilenos".

La Thatcher actuó con energía y no sólo en el despliegue guerrero. Congeló los fondos argentinos depositados en bancos de su país y embargó nuestras exportaciones, contando con el acompañamiento de la Comunidad Económica Europea. La reacción de del gobierno argentino en cambio fue tibia, limitándose a suspender la compra de divisas para cancelar compromisos con Gran Bretaña. La pusilanimidad y/o complicidad de la conducción económica se patentizó al no accionar contra las inversiones de empresas del país enemigo y desechar sugerencias de sectores patrióticos de expropiar los cientos de miles de hectáreas de propiedad británica en la Patagonia.

No se tomaron previsiones acerca de una firme respuesta militar inglesa. Hacía poco más de un trimestre (todavía bajo el gobierno de Viola) el comandante en Jefe del Ejército Galtieri visitó Estados Unidos, entre honores y su reconocimiento como "general majestuoso". Su torpe mentalidad lo llevó a cavilar que desplazando a Viola obtendría las dispensas del país del Norte. Así llegó a ocupar la presidencia de la República en medio de los relevos que adquirían ya características de sainete en el gobierno de facto. En la línea de su elemental razonamiento concebía un apoyo de los yanquis. "Es que nuestros militares ignoran totalmente cómo funciona la cuestión del colonialismo" diría el ex presidente constitucional Arturo Frondizi en los dramáticos días que siguieron a la caída de Puerto Argentino.

La misma se concretó el 15 de junio, cuando ya era incontenible la superioridad militar inglesa. Mal pertrechados nuestros soldados —que aparte debieron sufrir destrato y hasta torturas de sus jefes —fueron doblegados, más allá de algunos episodios de heroica resistencia.

El gobernador Menéndez, no conforme con su advertencia de que no llegaba a las islas a hacer turismo, había respondido a la exhortación de rendición de los ingleses que lo iban "a sacar con los pies para adelante". Apelando a la cita tanguera, se puede afirmar que "No murió, ni fue guerrero".

La población —después de haber aplaudido hasta el delirio las alternativas de lo que le "vendían" como triunfo de las armas de la patria —ganó la calle y llegó hasta la Plaza de Mayo exigiendo a gritos el alejamiento de Galtieri, quien en medio de una grave crisis en las Fuerzas Armadas, sería desplazado por sus pares, que nominaron a su camarada Bignone para regir los destinos del país hasta la extinción del período dictatorial y la vuelta a la democracia.

José María Rosa (historiador, ex embajador), que estaba al frente del grupo peronista "Línea" y dirigía una revista con el mismo nombre que fue una de las primeras en ganar las calles para enfrentar a la tiranía, manifestó en un acto en el Luna Park que se daba en medio de los coletazos de la aplastante derrota y la apertura política, que lo único que hicieron bien nuestras Fuerzas Armadas fue el operativo en que se depuso al gobernador, porque habían sido instruidas exclusivamente para eso, para derrocar gobiernos.

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