lunes, 30 de junio de 2014

Final del primer tiempo

Sebastián Jablonka—

Llegamos a la mitad del Mundial (posiblemente el mejor de los últimos 20 años y por qué no de la historia) y estamos en condiciones de hacer un breve balance de lo acontecido en materia estrictamente futbolística con la Selección Argentina.

Hay dos opciones a la hora de elegir de qué manera encaramos este análisis: partiendo de las estadísticas, por un lado, o de la calidad demostrada en el campo de juego. Vamos a dejar los números para el final.
En una mirada retrospectiva, las últimas dos selecciones campeonas no serán recordadas por tener un fútbol vistoso ni mucho menos. La Italia del 2006 fue acusada de ofrecer un fútbol feo, de abusar del físico y del planteo defensivo, y sin embargo derrotó en la final a una selección francesa que venía imparable. ¿Acaso algún italiano le dará importancia a esto? España llegaba a Sudáfrica 2010 como una candidata irreprochable, campeona de dos Eurocopas y habiendo clasificado sin despeinarse (si bien algunos de sus rivales tuvieron un nivel casi amateur). Sin embargo, el conjunto ibérico ganó con lo justo la mayoría de sus partidos, sufrió más de la cuenta y tuvo un promedio de gol bastante bajo. Aun así se alzó con el trofeo. Hasta acá, la conclusión parece ser que no importa como juegue el equipo, lo importante es el resultado. Y en parte es así. En un torneo donde se juegan tan pocos partidos y que no tiene instancia de revancha (perder en la ronda final te elimina inevitablemente, a diferencia de un torneo de clubes) es muy difícil conseguir un volumen de juego que deleite los ojos del público. Si bien ya existen selecciones bastante bien ensambladas, como Alemania, Holanda, Francia, Chile o Colombia, ninguna demuestra una supremacía abrumadora. Al contrario, la gran paridad que se puede apreciar en los partidos, con resultados inesperados y lleno de goles es lo que destaca a este Mundial y que a la vez lo hace tan interesante y disfrutable.

¿A qué queremos llegar con todo este preámbulo? A que es un poco injusto menospreciar lo realizado por la Selección que conduce Sabella, más allá de lo complicado que le ha resultado conseguir los tres puntos en cada encuentro. Negativamente se pueden destacar la fragilidad defensiva (presente en casi todo el ciclo Sabella), la falta de recursos ofensivos para vulnerar al rival, especialmente al que se cierra atrás (evidenciado en el partido con Irán) y el bajo nivel de jugadores esenciales en el funcionamiento colectivo y de los cuales se esperaba mucho más, como Higuaín, Gago y Agüero (este lesionado y casi descartado para el resto de la competencia).

Sin embargo hay varias cosas positivas a destacar: el buen nivel de jugadores que llegaron al Mundial cuestionados casi unánimemente como Romero y Rojo, el crecimiento de otros como Di María o Mascherano, sobre todo en el último encuentro con Nigeria, y por sobre todas las cosas, de la gran contundencia ofensiva que está teniendo el mejor jugador del mundo. Lionel Messi está intratable y hasta ahora está siendo la carta de salvación. Si bien su participación en el juego colectivo es poca y siempre se le pide más, está demostrando por qué es el mejor. No hay que olvidarse de que juega con doble y hasta triple marca y todos los planteos rivales buscan anularlo definitivamente, abusando también del juego brusco. La respuesta de Messi: no les alcanza.

No se puede dejar de mencionar la polémica (creada por ciertos grupos mediáticos) entre el entrenador y Messi a la cual vamos a dedicar estas pocas líneas: no existe. Sabella ha cambiado a lo largo del ciclo, ha admitido que se equivocó, los jugadores aceptaron su parte y desdramatizaron la situación, sin olvidar que Messi es el capitán del plantel y una persona extremadamente respetuosa. La polémica vende. Punto.

Entonces, ¿con qué nos quedamos? Acá entra la estadística. Argentina ganó y eso es lo importante, mal le pese a los fundamentalistas del fútbol lírico. Superó merecidamente los partidos que enfrentó siendo uno de los pocos equipos que venció en todos los encuentros. El ciclo Sabella lleva jugados 37 partidos oficiales y amistosos desde el año 2011, de los cuales ganó 24, empató 9 y perdió solo 4. Oficialmente, los perdidos se reducen a dos, con Venezuela de visitante y Uruguay, ya clasificada, también fuera de casa. Es por ello que nos parece bastante injusta la crítica desmedida para con este plantel, habiendo conseguido semejante estadística, clasificado con holgura las Eliminatorias Sudamericanas y superado sin atenuantes la primera ronda de este Mundial.

En 90 minutos puede pasar cualquier cosa, todos los análisis pueden quedar derribados sin contemplaciones y hasta el plantel más y mejor preparado puede llevarse una sorpresa. Los equipos más subvalorados dan sorpresas y las grandes potencias fracasan rotundamente. El nivel futbolístico no ha sido óptimo ni se acerca a serlo, existen falencias importantes defensiva y ofensivamente y por momentos el equipo parece vulnerable y carente de solidez. Pero ha superado sus compromisos merecidamente, supo cambiar cuando debía, tiene un plantel capaz de demostrar mucho más, cuenta con una delantera admirable y con el mejor jugador del mundo. El potencial de este equipo es muchísimo mayor y ahí reside la confianza.

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