Por el profesor José
Pecora—
En
1770 el inventor húngaro Wolfgang Von
Kempelen presentó el autómata en Viena
en el palacio de Schonbrunn ante la
emperatriz María Teresa: era un
hombre mecánico, vestido con un atuendo oriental y un turbante en su cabeza,
sentado detrás de un gabinete de madera y capaz de jugar al ajedrez, cosa que
fue sensación en la época y causó un gran asombro en toda Europa.
Antes
de cada partida, Von Kempelen
retiraba el ropaje al “Turco”, que así llamó a la “milagrosa” máquina, para
demostrar que dentro no se escondía ningún hombre.
En
la mano izquierda sostenía una larga pipa y el brazo derecho reposaba sobre la
mesa donde se encontraba el tablero, siendo el encargado de realizar los
movimientos. El mueble que lo complementaba tenía tres puertas, en cuyo
interior se podían ver engranajes, y un cajón inferior. El turco jugaba con las
blancas, asentía dos veces cuando amenazaba a la reina, tres veces cuando ponía
en jaque al rey y si su oponente hacia algún movimiento no permitido, negaba
con la cabeza y movía la pieza a su posición original. Incluso era capaz,
mediante un tablero con letras, de mantener conversaciones en inglés, francés y
alemán. Lógicamente la corte de los Habsburgo quedó asombrada ante aquella
maravilla técnica.
Obviamente el invento de Von Kempelen era un engaño pero que
llegó a cautivar el interés de mucha gente, incluso gente con conocimientos
técnicos y científicos, lo cual puede resultar chocante.
Tal vez una explicación, es que el turco
apareció justamente al principio de la Revolución Industrial, un momento
especial, en que las relaciones entre el hombre y las máquinas se estaban
redefiniendo. Fue una época en que la gente creía que las nuevas máquinas
ofrecían posibilidades ilimitadas… y por qué no ser capaces de pensar o jugar
al ajedrez?
Fue una época de autómatas, animales
mecánicos, incluso humanoides capaces de escribir, tocar el arpa, la flauta o
bailar.
El turco era anunciado como un autómata
pero tenía poco de autónomo.
Su
secreto en realidad era una ilusión mecánica que permitía a un maestro humano
esconderse dentro de la mesa y hacer funcionar la máquina. Para ello el
interior de la máquina estaba diseñado para engañar al observador.
Cuando se abría la puertecilla de la derecha del escritorio, se podía ver parte del mecanismo de relojería. Esta parte estaba diseñada para que si la puerta de atrás del armario se abría al mismo tiempo, la gente pudiera ver a través de ella por ejemplo la luz de una vela. La otra parte del armario es la que contenía en vez de la maquinaría un cojín rojo para ubicar en ella al maestro de ajedrez.
Cuando se abría la puertecilla de la derecha del escritorio, se podía ver parte del mecanismo de relojería. Esta parte estaba diseñada para que si la puerta de atrás del armario se abría al mismo tiempo, la gente pudiera ver a través de ella por ejemplo la luz de una vela. La otra parte del armario es la que contenía en vez de la maquinaría un cojín rojo para ubicar en ella al maestro de ajedrez.
Ni
la maquinaría visible a la izquierda del autómata, ni el cajón que guardaba el
juego de ajedrez llegaban completamente hasta la parte trasera del armario,
sino que sólo se extendían hasta un tercio de su profundidad. Un asiento
deslizable en el interior permitía al operador del autómata moverse de lado a
lado y evitar ser visto mientras el presentador del número abría las diferentes
puertas. A su vez este asiento deslizaba maquinaría falsa a su lugar para
ocultar a la persona en su interior ayudado de una vela.
Pese
a ser un engaño, el autómata no era una máquina sencilla sino que incorporaba
muchas ocurrencias para permitir que un operador fuera capaz de seguir el juego
sin ver el tablero y que el autómata fuera capaz de mover y agarrar las piezas.
Para lo primero se diseñó un complejo sistema que mediante imanes permitía al
operador saber la última pieza movida. Cada pieza de ajedrez tenía un pequeño
pero potente imán en su base y cuando era colocada en una casilla del tablero
atraía al resorte situado bajo esa casilla.
Otra
solución ingeniosa era un sistema de tubos que llevaban el humo de la vela que
usaba el operador para ver dentro de la
caja, hacia el turbante del turco, lo que le otorgaba a la figura un aspecto
más misterioso aún.
Finalmente,
en el interior también se encontraba un tablero con clavijas conectado a una
serie de palancas de un modo similar a un pantógrafo que controlaban el
movimiento del brazo del maniquí. El autómata también contaba con unos diales
de latón visibles desde el exterior que permitían comunicarse al operador con
el presentador.
El
esperado espectáculo comenzó con Von
Kempelen abriendo las puertecillas y los cajones de la mesa permitiendo a
la audiencia inspeccionar el interior de la máquina, detrás de una de las
puertas una amasijo de engranajes y ruedecillas, un gran cilindro similar al
que tenían las cajas de música parecía dirigirlo todo, detrás de las otras dos,
la caja estaba bastante más vacía, a parte de un cojín contenía sólo varias
piezas de latón desmontables.
Mientras el público examinaba la máquina, Von Kempelen abrió una puerta en la parte trasera de la máquina y colocó una vela y la gente pudo observar la luz a través de los engranajes. Debajo el ropaje del maniquí turco, otras dos puertas estaban escondidas que dejaban ver más engranajes, sin duda se trataba de una máquina compleja, la espera había valido la pena.
Mientras el público examinaba la máquina, Von Kempelen abrió una puerta en la parte trasera de la máquina y colocó una vela y la gente pudo observar la luz a través de los engranajes. Debajo el ropaje del maniquí turco, otras dos puertas estaban escondidas que dejaban ver más engranajes, sin duda se trataba de una máquina compleja, la espera había valido la pena.
Von Kempelen tras
enseñar las entrañas de su criatura pidió un voluntario de entre el público
para medir sus habilidades con las de su autómata ajedrecista.
El
conde Ludwig von Cobenz aceptó el
reto, Von Kempelen dio cuerda al
autómata y la criatura pareció cobrar vida, entre ruido de engranajes movió con
su mano derecha un peón, el juego acababa de empezar.
La máquina desplegó un juego agresivo y rápido, y en menos de media hora venció a su oponente.
La máquina desplegó un juego agresivo y rápido, y en menos de media hora venció a su oponente.
El
Turco, como sería conocido a partir de entonces se convirtió en el tema de
todas las tertulias de Viena y las noticias de sus triunfos se extendieron por
toda Europa. Era mucho el interés que despertaba y muchos los interesados en
medir sus habilidades con él. Pero Von
Kempelen rechazó casi todos los retos, de esta manera en la década
siguiente a su debut el Turco sólo disputó una única partida y Von Kempelen decidió desmontarlo, pues
prefería dedicarse a sus trabajos más serios sobre motores de vapor o máquinas
capaces de reproducir la voz humana.
Fue
poco el tiempo de tranquilidad para Von Kempelen,
pues al poco de desmontarlo tuvo que volver a montarlo por orden del Emperador Jose II que pretendía
impresionar al duque Pablo de Rusia
durante su visita de estado.
Emperador José II de
Austria
El
duque quedó admirado por la criatura mecánica y sugirió a Von Kempelen la idea de una gira europea. Von Kempelen sin mucha ganas acabó aceptando y la gira que los
llevaría por París, Londres y Alemania comenzó el 1783.
En
París jugaría con el que era
considerado el mejor ajedrecista de su tiempo Francois Andre Danican Philidor, al que por cierto fue incapaz de
vencer o Benjamín Franklin al que sí
que consiguió derrotar.
La gira era un éxito rotundo, allá donde iban Von Kempelen y el turco se generaban un aluvión de artículos en panfletos y periódicos tratando de explicar su secreto.
La gira era un éxito rotundo, allá donde iban Von Kempelen y el turco se generaban un aluvión de artículos en panfletos y periódicos tratando de explicar su secreto.
Von Kempelen moriría
a la edad de 70 años en 1804, lo que permitió al turco
descansar de tanta exhibición hasta que su hijo decidió vendérselo a Johann
Nepomuk Malzel, un músico bávaro inventor del metrónomo (bueno más
bien robó el diseño de otra persona). El metrónomo
(del griego, metron: ‘medida’, y nomos:
‘regla’), es un aparato utilizado para indicar tiempo o compás de las composiciones
musicales. Produce regularmente una señal, visual o acústica, que
permite a un músico mantener un tiempo constante.
Malzel era
conocido del gran Ludwig van Beethoven
y consiguió que éste le compusiera música, que utilizaba en las presentaciones
del turco.
El
secreto de su funcionamiento fue bien conservado y pese a que muchos pensaban
que se trataba de un engaño, aún quedaba suficiente misterio para permitir al turco
continuar sus giras. Fue durante esta época cuando el turco jugaría sus
famosas partidas con el emperador Napoleón Bonaparte.
Napoleón Bonaparte
Napoleón
Bonaparte
era un excelente estratega militar, pero un mediocre jugador de ajedrez. Pero
era un apasionado del ajedrez, y se desplazó a Viena para competir con el famoso turco. Jugó tres partidas siendo
derrotado en todas. El corso tenía mal perder y terminó golpeando el tablero
desparramando las piezas.
Lo
que Napoleón ignoraba es que en
realidad había perdido con Johann
Allgaier, el mejor jugador austríaco de la época, que estaba dentro de la
máquina.
Lo
que también desconocía era que sus adversarios políticos conociendo su afición
por el ajedrez, habían decidido tenderle una trampa con la intención de
apresarle mientras jugaba contra el autómata. El plan fracasó y el emperador
logró huir de la ciudad sin ser apresado.
Vamos
a reproducir la tercera partida que Napoleón
disputó con la supuesta máquina:
1.e4 e5 2.Df3 Cc6 3.Ac4 Cf6 4.Ce2 Ac5 5.a3 d6
Napoleón, comenzó
el juego intentando dar el “mate pastor”, lo que demuestra sus limitados
conocimientos ajedrecísticos, ya que esto es utilizado por principiantes y
jugadores poco experimentados.
6.0-0 Ag4
Presionando
a la dama, lo que le ocasiona al blanco una pérdida de tiempo.
7. Dd3 Ch5
Para
permitir la entrada de la dama negra por
el flanco rey y atacar así el enroque.
8.h3 Axe2 9.Dxe2
Cf4
Ubicando
un poderoso caballo en el campo enemigo.
10.De1 Cd4 11.
Ab3 Cxh3+
El
caballo no puede ser capturado, porque el blanco perdería la dama con 12…,Cf3+,
pero igual el blanco ya está perdido y podría abandonar.
12.Rh2 Dh4 13.g3
Cf3+ 14.Rg2 Cxe1+ 15.Txe1 Dg4 16.d3 Axf2
El
comienzo del asalto final.
17.Th1 Dxg3+ 18.Rf1 Ad4 19.Re2
Dg2+ 20.Rd1 Dxh1+ 21.Rd2 Dg2+ 22.Re1
Cg1 23.Cc3 Axc3+ 24.bxc3 De2, mate.
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