Miriam Bigliano—
Entrevista con la Licenciada Silvia Paglieta, coordinadora del Plan Nacional de Lectura
Los micros nos transportan a determinados lugares y el viaje dura
simplemente horas.
Los libros nos transportan a lugares impensados y ese viaje dura toda
la vida.
En
la estación de micros de Retiro, encontramos la Estación de Lectura Ernesto Sábato, un espacio cálido, lleno de
colores y vida, donde reinan los libros y las historias.
Este
proyecto pertenece al Plan Nacional de Lectura del Ministerio de Educación de
la Nación que está coordinado y dirigido desde hace siete años por Silvia
Paglieta, licenciada en letras, profesora de la universidad de Buenos Aires,
escritora y narradora, con gran experiencia de trabajo en espacios no
convencionales, “espacios vulnerables y
vulnerados”.
Fue
creado en un principio para acompañar con la lectura a los pasajeros que
transitan día a día, llegando y saliendo de la capital hacia todas las
provincias del país y también como un observatorio de las prácticas lectoras.
Originalmente el espacio físico estaba en un lugar más céntrico de la estación,
más accesible, pero después de varias mudanzas, quedó establecido en el Puente
5, al lado del sector Internacional. Tal vez esto haya provocado una reducción
en la demanda, por lo que hubo que salir rápidamente a recuperarla con nuevas opciones.
Recorriendo
los andenes y tratando de interesar a los vecinos, fue tomando otra dimensión,
profundamente social.
Silvia
acompañada por Jorge Gómez, Bruno Rosemberg, Camila Cupo, Sergio Costilla y
otros talleristas y voluntarios, comenzaron a caminar la Villa 31 y sus
escuelas. La población del Barrio llega a 60.000 personas y las 3 escuelas que
allí se encuentran, reciben a 1.000 alumnos cada una.
“No fue fácil entrar. Los
vecinos tienen que sentir que sos parte de la “31” y eso se va construyendo de
a poco, con respeto, no intentando colonizar, no queriendo demostrar el saber o
el poder, sino intercambiando saberes, trabajando conjuntamente”
Y
así de a poco se fueron integrando con otros espacios no convencionales dentro
del barrio, con agrupaciones que se dedican al apoyo escolar, merenderos,
parroquias, casas que abren sus puertas para participar de narraciones y
lecturas en voz alta.
“El año pasado pensamos que
era importante tener una entrada más comprometida, dejar huella, porque algún
día podemos no estar nosotros. El territorio no nos pertenece y entonces ¿Qué
sucedería si no estamos con los capacitadores, con los materiales?
Conjuntamente con la Biblioteca
Nacional pudimos abrir una dentro del barrio. La Biblioteca Néstor Kirchner.
Además abrimos otros nueve
puntos de lectura con talleristas fijos, en espacios prácticos.
Y van
sucediendo cosas tan interesantes…
Por ejemplo:
el Puesto Nº 4 es la Escuela Jardín Bichito
de luz, que incluye actividades extra escolares por la tarde y los sábados.
Allí las docentes armaron una biblioteca dentro del aula. Es un gran árbol
dibujado sobre una pared que entre sus ramas tiene estantes con libros. Un
árbol que da libros como frutos. Entonces los chicos se sientan al pie del
árbol a leer.
Pudimos ver que muchos de
esos libros eran de ciencias. Nos cuentan las docentes que son chicos muy, muy curiosos
y piden material de ciencia. Pensar que nada allí se puede y sin embargo nos
encontramos con un grupo de científicos.
Entonces rápidamente
proponemos dedicarle un mes a la ciencia y así unirnos a la necesidad de ese
grupo.
En el puesto de tejedoras
nos reclaman historias de amor. Quieren saber que hay después de Alfonsina
Storni.
Para eso nos conectamos con
la revista de poesía La Guacha, que
nos asiste en la búsqueda de otros poetas.
El lector es el que manda, el
que pide lo que quiere leer, lo que le interesa y detrás de eso vamos”.
Casi
pegado al Barrio 31, se encuentra un Parador para hombres en situación de calle
perteneciente a la Ciudad. Doscientos hombres tarde a tarde hacen de ése su
lugar, su refugio. Muchos de ellos pasaban por La Estación a leer durante el
día, entonces sintiendo esa necesidad que venía de allí, después de charlar con
el sicólogo del Parador y analizar la demanda, se abrió allí otra biblioteca.
“La gente que está en el Parador
está tan quebrada, tan aniquilada, que lo único que le queda como vínculo vivo
es la lectura”.
Nos
cuenta Silvia con mucho orgullo y emoción que José, a quien conocieron en el
Parador, ha hecho toda la secundaria con el acompañamiento de ellos y ha sido
el mejor promedio de la ciudad. Fue becado para estudiar el Profesorado de
Matemáticas y lo logró con contención, apoyo, cariño y respeto, más sus enormes
ganas y esfuerzo.
Siempre
está abierta la Estación de Lectura para todo aquél voluntario que quiera
integrarse. Narradores, lectores, personas que quieran acercar su saber y
compartirlo, que quieran escuchar, que quieran unirse siempre para sumar. Entendiendo
que no se trata de caridad, sino de lograr relaciones simétricas, todos son
bienvenidos.
Al
despedirnos de Silvia y de la Estación, nos llevamos un bagaje grande de
imágenes, emociones y la reafirmada convicción de que “La lectura es reparadora, habilita la posibilidad de hablar, de
decirle al otro que puede, de lograr restituir derechos”…y caminando por el
andén escuchamos a nuestra espaldas la voz que nuevamente nos desea “¡Buenas lecturas!”.
Datos
de contacto con la Lic. Silvia Paglieta: plecturapaglieta@gmail.com
En Facebook: Estación de Lectura.
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