viernes, 31 de mayo de 2013

Las calles de Buenos Aires

Osvaldo Riganti—

Felipe Vallese


La calle Felipe Vallese nace en Caballito y se extiende desde el 300 al 4099. Su anterior nombre era Canalejas. Con su actual denominación se le rinde homenaje al joven militante de la Juventud Peronista (JP) y de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), que en 1963 allí fue secuestrado y desaparecido, cuando José María Guido gobernaba el país.
A poco de asumir Arturo Frondizi como presidente constitucional, su vice, Alejandro Gómez, debió renunciar por verse involucrado en un complot pero, de todos modos, en 1962 al fin fue derrocado. Con la designación de José María Guido —hasta entonces titular del Senado —para reemplazarlo, al golpe se le quiso dar un viso de cierta institucionalidad, que despejara la idea que habíamos caído nuevamente bajo el imperio de uno de los tantos regímenes castrenses que asolaban al país. Fue una mera ficción legalista, tras la que estaba un gobierno conservador y castrense, a punto tal que el Congreso fue clausurado, regían proscripciones y campeaba una fuerte represión. El Ministro de Interior era Rodolfo Martínez y lo secundaba como Subsecretario de la cartera, Mariano Grondona, actual director del programa "Hora Clave". Ese fue el marco que encuadró el hecho.

Es uno de los primeros desaparecidos del siglo pasado, junto al albañil anarquista Joaquín Perina y al médico comunista Juan Ingalinella.
Había nacido el 14 de abril de 1940 en el barrio de Flores. Hijo de inmigrantes italianos, su padre Luis tenía un puesto de frutas y verduras en el mercado de Donato Alvarez y pertenecía al Movimiento Peronista de los Extranjeros.
La infancia de Felipe Vallese fue dolorosa. Siendo pequeño, su madre Ofelia fue internada en una institución para enfermos mentales. Como el padre no se pudo hacer cargo de su educación, lo internó desde los nueve hasta los trece años en una especie de orfanato en Mercedes, provincia de Corrientes. De regreso a Buenos Aires, junto a su hermano Ítalo ayudó a don Luis en el negocio. En un momento difícil para la situación económica familiar regresó a Corrientes, donde trabajó en la cosecha de algodón y lino.
En 1957 asistió a una escuela secundaria nocturna. Teniendo apenas dieciocho años, pasó a ser delegado de la fábrica TEA, de esmaltado de alambres. Luego participó de las movilizaciones estudiantiles en favor de la enseñanza laica, lo que le valió ser expulsado del colegio. Fue preso a la cárcel de Caseros por organizar un paro. Como varios otros militantes peronistas, desoyó la orden de Perón de votar a Frondizi y votó en blanco. Desde 1957 participó en el grupo peronista Corrientes y Esmeralda.
Volvió a ser detenido en enero de 1959 por respaldar la huelga del frigorífico Lisandro de la Torre en el barrio de Mataderos y lo enviaron a un buque cárcel de la Marina, junto a dirigentes como Sebastián Borro y Armando Cabo.
En abril de 1959 representantes de diversas agrupaciones peronistas realizaron una asamblea en el Sindicato de Empleados de Farmacia. Del encuentro surgió la Mesa Ejecutiva de la Juventud Peronista que él integró junto a Gustavo Rearte, Héctor Spina, Tito Bevilacqua y Tuli Ferrari.
Volvió a caer preso durante la represión que Frondizi, bajo fuerte presión militar, realizó aplicando el Plan Conintes (Conmoción Interna de Estado).
Liberado nuevamente, no se amedrentó. Como delegado en la fábrica TEA consiguió que se respetaran los horarios de entrada y salida, los acuerdos salariales, la mejora de los mismos, su pago en blanco, provisión de vestimenta y refrigerio para los trabajadores, reivindicaciones que terminaron siendo consideradas beneficiosas por la patronal, al comprobar que estando mejor, el personal producía más. Así cuando lo secuestraron la empresa brindó una conferencia de prensa en la que planteó su preocupación y prometió conservarle el puesto.
El 23 de agosto de 1962, aproximadamente a las 23 horas, salió de su casa. En Morelos y Canalejas (hoy Felipe Vallese) se despidió de su hermano mayor Ítalo y se dirigió por Canalejas hacia la calle Caracas. A la altura de Canalejas al 1700 fue interceptado por varios hombres y aunque se aferró a un árbol, lograron reducirlo a golpes y lo introdujeron en una estanciera. Simultáneamente en Plaza Irlanda otro grupo lo levantaba a Ítalo. También cayeron Francisco R. Sánchez, Osvaldo Abdala, Elbia Raquel de la Peña, Rosa Salas y Mercedes Cerviño.
Todos fueron trasladados a la comisaría 1ª de San Martín y torturados. El 3 de setiembre recién se los "blanqueó", bajo el cargo de posesión de panfletos, libros y propaganda peronista. Los detenidos, menos Felipe, fueron sobreseídos definitivamente por el juez provincial Cáceres, que en su sentencia señaló que la actuación policial había configurado "un abuso inadmisible y perjudicial". Aunque el caso tuvo gran repercusión pública, Felipe Vallese nunca más apareció.
Lo interrogaban sobre el militante peronista Gustavo Rearte, que había sido fundador de la Juventud Peronista y en ese entonces formaba parte, como Vallese, de los Comandos de la Resistencia, integrados al Comando Juan José Valle y habían llevado a cabo un operativo de copamiento de un puesto de la Aeronáutica en Ezeiza.
Su hermano Ítalo lo vio destrozado.
Diversos testimonios manifiestan que probablemente en la comisaría 1ª de San Martín haya sido torturado hasta su muerte. Su cuerpo nunca apareció. La patota de la Unidad Regional de San Martín había estado comandada por el principal Juan Fiorillo. El comunicado oficial decía: "Detenidos el 23 de agosto de 1962 en la localidad de José Ingenieros, partido de 3 de Febrero, por una comisión del servicio de calle de la Unidad Regional de San Martín, cumpliendo directivas de la superioridad  para la prevención y represión de actividades subversivas, al mando de Juan Fiorillo". Este fue detenido en 2006 por su actuación en el campo de concentración "Omega" durante lo que se dio llamar Proceso de Reorganización Nacional.
Ni bien se produjo el secuestro, la conducción de la UOM encabezada por Augusto Timoteo Vandor y Rosendo García, con el asesoramiento del letrado Fernando Torres, presentó la denuncia y sacó una solicitada que decía: "¿Puede desaparecer una persona?" advirtiendo a quien la leyera que "mañana puede tocarle desaparecer".
"¡La patria se estremece/queremos a Vallese!" fue grito del peronismo durante tantos años de dictaduras y proscripciones.
En su libro "Felipe Vallese, proceso al sistema" Ortega Peña y Duhalde trazaron un paralelismo entre el accionar contra Vallese y el que se aplicara en el gobierno de Mitre para exterminar a las huestes de Chacho Peñaloza y Felipe Varela. El empleo de la guerra de policía y la consideración de quien tenía un posicionamiento adverso al régimen imperante como "delincuente" fueron características del accionar represivo. Los autores del libro señalan que fue "un vándalo que quería cambiar la semicolonia en que vivimos por una Patria". La revista "Viento Sur" de la Universidad de Lanús dice al respecto: "Era un vándalo porque era un integrante de la Juventud Peronista, era un vándalo porque era un trabajador metalúrgico. Era un vándalo porque era un descamisado, agregamos".
El 24 de diciembre de 2006 "Página 12" reveló que Felipe Vallese tuvo un hijo, cuyo nombre es Eduardo de la Peña. El periódico explicó que el dirigente metalúrgico "lo anotó con el apellido de una amiga para protegerlo" y que nunca conoció a su madre. El hijo de Vallese señaló que "al parecer la familia de mi mamá biológica no aceptó a Felipe", que, por lo que averiguó, pertenecía “a una familia muy bien de Belgrano". Cree que tomaron distancia de su padre porque no tenía plata y venía de una familia trabajadora. "Supe que su padre era un médico" que se lo dio a él "a mi papá y dicen que a ella se la llevaron a Estados Unidos" explicó. Conjeturó: "Puede estar ahí, como pudo haber regresado, como puede estar fallecida. No lo sé"

Felipe Vallese había alquilado una pieza en la casa de Morelos 628, a tres puertas del mercado donde trabajaba el padre. Aparentemente lo anotó como hijo de una mujer que vivía allí, Elbia Raquel de la Peña (en principio apresada en el operativo que efectuaron los captores de Vallese). "Creo que eso fue pensado por mi papá para protegerme, me anotó como hijo de Elbia porque habrá pensado que llevar su nombre era peligroso" interpreta su hijo, que conforme al relato, cuando secuestraron a su padre comenzó a estar a la deriva. "Eduardo pasó sus primeros años de vida de casa en casa. Quedó con una partida de nacimiento adonde no aparece el nombre de su madre ni el de su padre”. En el programa "Gente de a pie" Eduardo calificó a su padre como "un defensor a ultranza de los trabajadores".

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