lunes, 17 de septiembre de 2012

La Plaza Tupac Amaru

Un símbolo que no sólo es historia. Debate sobre los pueblos originarios

Tupac Amaru
unoytres.com.ar entrevistó al docente Enrique Samar, director de la Escuela Nº 23, Distrito Escolar 11 de la Ciudad de Buenos Aires, para interiorizarse sobre la génesis y desarrollo del movimiento del cual él fue uno de los principales protagonistas, que solicitaba reemplazar el nombre Plaza de los Virreyes, con que la la última dictadura designó a la rotonda ubicada en la intersección de las avenidas Eva Perón y Lafuente, para llamarla Plaza Tupac Amaru, un reclamo que la Legislatura de la Ciudad aprobó el 13 de octubre de 2011.

Tupac Amaru lideró en 1780 una rebelión de indígenas, criollos, mestizos y negros contra el colonialismo español. Entre cuyos objetivos se proponía acabar con la mita, abolir la esclavitud y conquistar la independencia. En mayo de 1781lo capturaron, torturaron, obligaron a presenciar la ejecución de toda su familia hasta la cuarta generación y por fin lo descuartizaron el 18 de mayo de 1781 exhibiendo sus despojos por todo el virreynato.
Enrique Samar nos cuenta que la iniciativa nació alrededor del 2003 cuando lo visitó Rubén, el mecánico del barrio, al que conocía posiblemente de participar juntos en el proceso asambleario de 2001. Rubén le contó que originariamente se llamaba Plaza Armenia, hasta que Cacciatore eligió el 12 de octubre de 1979 para cambiarle el nombre por el de Plaza de los Virreyes.

“Rubén me contó que había estado hablando con distintas organizaciones sobre elevar una propuesta para que se la llame Tupac Amaru, pero nadie le llevaba el apunte. Como a mi me pareció una idea buenísima, le propuese hacer una convocar a una reunión en la escuela para ver qué hacer”.

“A la reunión vinieron Walter Jorge del Centro Cultural Indianista, el Centro Cultural Flores Sur, la Biblioteca Popular Hacha y Tiza, representantes de la Asamblea Popular, y de una banda de música. Allí tomamos algunas decisiones concretas, pero también surgieron algunas diferencias. Lo primero que resolvimos fue difundir el tema entre los vecinos, porque muchos no sabían nada; lo segundo fue empezar a juntar firmas pidiendo el cambio de nombre y tercero, organizar un acto, un festival en la plaza”.

Esto último, con música y danzas, se concretó un sábado de 2003 y el invitado especial fue Osvaldo Bayer.

¿Dónde se hizo?

“Acá, en el anfiteatro de la plaza”.

A partir del festival afloraron diferencias en el grupo organizador. “Parece increíble cómo pueden surgir diferencias cuando se trata de cambiarle el nombre a una plaza, pero así fue” —nos dice Samar. Uno de los grupos sostenía que juntar firmas para presentar a la Legislatura era casi como “avalar una institución burguesa y del pasado”, planteos bastante congruentes con la etapa asamblearia de la que se estaba saliendo, donde solía darse ese tipo de discusiones. Por el otro lado, Walter Jorge con su Centro Cultural Indianista, si bien estaba de acuerdo con la idea, desconfiaba porque decía que la idea la propugnaban los gringos, los blancos y que los iban a volver a traicionar. Es decir que debido a la fuerte discusión entre esos dos grupos, dejaron de participar. El resto seguió juntando firmas y armando el proyecto de ley al que se sumó y presentó el diputado Laporta. Pero no pasó nada, durmió en un cajón de su escritorio. Al año siguiente lo volvieron a presentar esta vez con la firma de Luis Zamora de Autodeterminación y Libertad, pero tampoco pasó nada. Al año siguiente firmó otro y después otro y así llegaron al 2011, en que lo presentó Gonzalo Ruanova del partido EDE y logró pasar.

“Todos esos años seguimos difundiendo el proyecto en el barrio, haciendo festivales, organizando conferencias e insistiendo en algo que consideramos justo”.

Si bien no recuerda cuántas firmas juntaron, dice que “…eran un montón, porque además de las de acá se agregó gente del interior y hasta del extranjero que se enteraron a través de internet; por el mismo medio los hicieron artistas como Mercedes Sosa y León Gieco”.

De cualquier modo, siempre tuvieron claro que sería un camino difícil, sobre todo por las fuerzas políticas que integraban la Legislatura, una situación que no nació con la composición de 2011, sino que se arrastraba de gestiones anteriores, como la de Aníbal Ibarra.

“No le llevaron el apunte, no le prestaron atención, no les importó, no se qué, pero no lo pelearon. Pero si antes era difícil, con el PRO resultó mucho más”.

Sin embargo, a pesar de todo, la insistencia y presencia vecinal al final logró que el proyecto se aprobara en primera instancia y fuera remitido para ser considerado en audiencia pública, donde los mismos impulsores se sorprendieron por la participación activa de gente desconocida para ellos, cuyas intervenciones de apoyo resultaron muy útiles al momento de la votación. Así se pasó a la última instancia, la del plenario de la Legislatura, varias veces postergado, pero que al fin aprobó el proyecto incluso con el voto de de algunos diputados sueltos del PRO. Durante el debate, se escucharon argumentos en contra que “eran de terror, cosas disparatadas que nadie puede sostener a esta altura de la vida. De todos modos, la presencia de los chicos de la escuela, con sus guardapolvos y carteles seguramente fue lo que volcó la decisión, porque se escuchó que en medio de las discusiones entre diputados oficialista y opositores, algunos decían “che, che, que están los chicos de la escuela, no digas eso…”.

…ejercicio de la democracia directa…

“Si, sí, pero ahora se da esta situación ridícula que el nombre de la estación del subte no tiene nada que ver con el de la plaza y que el gobierno de la Ciudad aún no puso el cartel con el nombre actual. ¿Cómo la estación va a llevar el nombre de una plaza que no existe más?”

Hasta el día de esta entrevista, el único indicio del cambio de nombre era un mural y dos carteles pintados por los vecinos, pero del señalamiento oficial que como deber le corresponde al gobierno de la Ciudad o a la Comuna 7, nada, a pesar que la ley se sancionó bastante antes del fin de año pasado.

Además de firmar, ¿cómo fue la participación de los padres de los chicos y de los vecinos en general?

“Los vecinos participaron en todos los actos y festivales que organizamos, igual que los padres de los alumnos. Como ejemplo, fue el aguante hasta altas horas de la noche el día de la votación en la Legislatura”.

En cuanto al tema de los pueblos originarios, índígenas o preexistentes, en el que todos hablan de lo mismo con diferente nombre?

“El tema de los pueblos originarios, me parece que es uno al que el gobierno nacional no le encontró la vuelta. Para mi gusto, el gobierno de Cristina tiene todavía una deuda respecto a esto”.

¿Acaso no tiene que ver con relaciones de fuerzas? Porque hablar de temas como el de la propiedad de la tierra, por ejemplo en la Patagonia, es hablar de relaciones de poder actuales; lo mismo es una cuestión actual la de Jujuy respecto a cómo amplió su poder y propiedades la familia Ledesma. Lo mismo cabe señalar para cada  una de las provincias.

“De acuerdo, no digo que sea fácil, pero así como el gobierno nacional mostró la voluntad política para avanzar en algunas otras cuestiones…Recuerdo el 2001-2002 cuando dábamos vueltas alrededor de Tribunales pidiendo la renuncia de la Corte Suprema de entonces y yo pensaba que eran cosas que nunca iba a ver, pero que la pelea había que darla. Y ver la Corte Suprema que tenemos ahora, que está a años luz de aquella…Igual con el matrimonio igualitario o con la nacionalización de YPF. Por eso el tema de los pueblos originarios y otros que hacen a las relaciones de poder que aún están pendientes, tengo la esperanza que alguna vez se los enfrente”.

¿Cómo te parece que es necesario avanzar para regularizar cuestiones como el de la propiedad de la tierra, que sea comunitaria, privada, etc. cuando en el seno de esas mismas comunidades no hay opiniones coincidentes?

“En principio pienso que es necesario escucharlos y hacer cumplir lo que las leyes y la Constitución mandan. Además, ejercer presión sobre los gobierno provinciales que tienen un poder y prácticas sobre el que a veces los porteños no tienen ni idea”.

¿Es correcto hablar de pueblos originarios como si fuera un bloque homogéneo, sin que en su seno existan intereses y tradiciones distintas o incluso contrapuestas?

“Así como se dice que la izquierda tiene una gran facilidad para dividirse, entre los pueblos originarios hay enormes diferencias, peleas, grupos, divisiones muchas veces agravadas por la acción de distintas religiones y partidos políticos”.

¿Cómo se logra que se resuelvan los problemas para que todo salga bien y todos terminen favorecidos?

“Yo no se, pero lo primero es escucharlos y tener voluntad política de encontrar soluciones y que desde la política se armen proyectos viables. Pero también es responsabilidad de los mismos pueblos originarios hacerlo, porque el fundamentalismo no le sirve a nadie. El ejemplo lo tenemos en lo sucedido con la plaza.

También es necesario saber quién es quién, porque hay gente que vive de ser representante de no se sabe quién, que se dicen dirigentes y no lo son. Es decir que hay mucho trabajo por delante”.

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