lunes, 17 de septiembre de 2012

De política, cultura y escuelas

 Mauricio Epsztejn--

Sarmiento, Sócrates, Borges, El Principito y El Eternauta

Dialogo y libertad de expresión made in PRO
El lector se preguntará a quién se le habrá ocurrido y por qué relacionar a los cinco personajes que subtitulan esta nota. Qué tienen en común Sarmiento —un educador, periodista, político, gobernante y varios etcéteras más —, el filósofo de la antigüedad,  el escritor y los dos personajes de ficción.
Lo que parece un acertijo no es tal, sino simples perlitas encontradas por el camino que transita la política, la cultura y la escuela.

Cada uno en su lugar

Si hablamos de intelectuales militantes, Sarmiento vale como ejemplo. Polémico, no pocas veces contradictorio, durante su vida ejerció diversos oficios y funciones, tanto privados como públicos, pero, estuviera donde le tocara estar, fue un impulsor obsesivo de la educación pública, concebida no sólo como herramienta de progreso individual, sino sobre todo como palanca para el desarrollo nacional.

Y fueron hechos, no palabras. Durante su presidencia (1868-1874) se crearon ochocientas escuelas para un país en el que, según el censo nacional de 1869, el primero en la Argentina, vivían poco más de un millón ochocientos mil habitantes. Además, previendo la exigencia creciente de docentes que la escolarización requeriría, creó por decreto del 13 de junio de 1870 la primera escuela formadora de maestros, la Normal Nacional de Paraná, inaugurada el 16 de agosto de 1871, cuyos programas y métodos de enseñanza estuvieron inspirados en los más modernos de la época.

Su impulso a la educación pública, laica y obligatoria sentó las bases para la posterior  la ley 1420.

Se le achaca, con bastante razón, no haber cultivado demasiados amigos entre los grandes propietarios de tierra, sólo dedicados a la ganadería extensiva y natural, sin agricultura ni agricultores que trabajaran sus propias parcelas, terrateniente en cuyos campos se criaba ganado para obtener y exportar cuero crudo o tasajo destinado a los mercados de esclavos.

Es célebre su polémica con un senador ofendido en su “respetabilidad” por los dichos de Sarmiento, al que el mordaz sanjuanino contestó sin ambigüedades: “… toda su respetabilidad se la debe a la procreación espontánea de los toros alzados de sus estancias”. Con otro de los respetables enojados que sintió menoscabada su prosapia aristocrática, usó el mismo estilo :“Toda su aristocracia tiene olor a bosta de vaca”.

Como se ve, al señor Biolcatti, presidente de la Sociedad Rural, por más que intente usar la figura de Sarmiento para justificar sus bravatas, le va a costar encontrar por ese lado algún argumento en respaldo a la política que propugna.

Hablar de Sócrates es invocar a uno de los más grandes filósofos de la antigua Grecia y denodado luchador contra la ignoracia. Él, a quien en Atenas se lo reconocía como al máximo sabio, sostenía de si mismo que era ignorante, por lo que se le atribuye la frase “sólo sé que no sé nada”, forma de expresar su inconformismo con el saber alcanzado para, a partir de cuestionárselo, construir conocimientos más sólidos.

Por pensar y actuar así, estimulando la permanente superación de las personas, Sócrates incomodó y se granjeó la enemistad de los poderosos de turno que lo condenaron a muerte.

En la actualidad, es difícil encontrar a alguien medianamente informado y con por lo menos una cultura de solapa, que ignore quién fue Sócrates. Sin embargo, así como no cualquier abogado llega a la Presidente de la Nación, es posible que haya escasísimos presidentes cuyo bagaje cultural contenga la lectura de las obras de Sócrates, obras que el filósofo griego nunca escribió. Aunque usted no lo crea, ese gobernante existió.

Consideraciones semejantes también valen para los ingenieros que aspiran al máximo cargo institucional de la República, aunque no se refieran a la filosofía sino a la literatura de Borges. Se puede coincidir o no con la deriva política del escritor, pero no hace falta ser un erudito para disfrutar de cuentos como El Aleph, La biblioteca de Babel, Funes el memorioso o El jardín de los senderos que se bifurcan, ninguna de ellos una novela, porque Borges nunca incursionó en ese género que el actual Jefe de Gobierno de la Ciudad dice haber leído.

Ahora hablemos de política

No tiene nada de casual que hasta ahora hayamos hablado someramente de Sarmiento, Sócrates y Borges, por tomar al azar solamente tres figuras destacadas, para ver si la política tiene algo que ver con la cultura y la educación así como con la intención de impedirle la entrada a las escuelas.

Es hipócrita querer mostrar una cultura y educación despegadas de la política de un gobierno o de un país.

Si Sarmiento presidente, un obsesionado por el desarrollo de la instrucción pública, fundó ochocientas escuelas en un país casi desierto, era porque pensó en un determinado tipo de país.

Si la dictadura de Onganía produjo la “Noche de los bastones largos” y expulsó a miles y miles de científicos de las universidades, es porque también lo tuvo.

Si la última dictadura hasta prohibió “El Principito”, un verdadero canto a la vida, a la amistad y al amor, fue para imponer con el terrorismo de estado, la política económica que comandó Videla y Martínez de Hoz.

Si Carlos Menem, cuyo mayor pecado no fue haber leído libros que Sócrates nunca escribió, sino seguir los mandatos de la política neoliberal en cuyo altar rifó hasta las joyas de la abuela y entregó pilares fundamentales de la economía nacional, ¿para que necesitaba escuelas públicas, contra las que se encarnizó, y en cuya defensa los docentes instalaron la Carpa Blanca entre el 2 de abril de 1997 y el 30 de diciembre de 1999.

Espías
Si el gobierno del ingeniero Macri tuvo como Ministro de Educación a Abel Posse, como jefe de policía al “Fino” Palacios y espías como Ciro James en el Ministerio de Educación, si sistemáticamente subejecuta los presupuestos educativos de la ciudad mientras aumenta los subsidios para las escuelas privadas, si persigue a los docentes que se oponen al cierre de escuelas, si intenta prohibir el ingreso de la historieta “El Eternauta” en las escuelas, si crea un intimidatorio 0800-BUCHON, ¿tiene algo que ver con el “Las ideas no se matan” sostenido por Sarmiento o el inútil intento de negar el debate político en las escuelas, aunque haya leído las desconocidas novelas de Borges?

Además miente. En las escuelas siempre se habló de política y en los programas del secundario incluso había materias que la trataban de manera explícita (Educación Democrática, Cultura Ciudadana e Instrucción Cívica) o encubierta (Historia y Religión).

¿De qué se habla si no es de política cuando bajo la palabra Revolución se equipara el 25 de mayo de 1810 con los distintos golpes de estado que sufrió el país?

¿No es hablar de política enseñar como si fuera una Conquista del Desierto la masacre de indígenas patagónicos para arrebatarle sus tierras y repartírselas entre el puñado de ricachones que financiaron esas campañas?

¿…y de qué se habla cuando se habla de Primera y Segunda tiranía y a las dictaduras se las llama gobiernos militares…y cuando se exhibe como grandes patriotas a quienes devastaron el Paraguay…y…y…siguen los ejemplos?

¿No será que quienes dicen querer aislar de contaminación política a las escuelas lo que en realidad pretenden es cerrarle a lo jóvenes un espacio plural para debatir y cuestionar una realidad ya está instalada, que pretenden sea aceptada como natural, sin siquiera derecho a pensar en cambiarla?

Y esto de la antipolítica también es política, pero de la peor, de la que promueve gobiernos autoritarios, sin participación ciudadana, es decir, dictaduras.

1 comentario:

  1. Muy buena apreciación y excelente la relación entre los personajes citados . Te felicito!!! Mauricio

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