Horacio Jorge Iannella
Futbol de papel |
Era el quinto gol que convertía esa tarde y los hinchas, embanderados con los colores del club, lo aclamaban como ídolo indiscutido.
Se abrazó con sus compañeros e imaginó los titulares del día siguiente con sus fotos en cada uno de los matutinos.
Al finalizar el partido se despidió de la gente con el brazo en alto y el puño cerrado con el índice extendido, tal era su costumbre.
Después de hacer declaraciones a una radio y firmar dos autógrafos esquivó la maceta rota, la del helecho, pidió un cigarrillo que no le dieron y se dirigió a los baños del pabellón “c” del Instituto neuro-siquiátrico.
Junto al paredón, que nunca supo de revoque ni de pintura, quedó abandonado un bollo de papel de diario con noticias tristes.
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