miércoles, 30 de noviembre de 2016

Ubaldini a diez años de su fallecimiento

Osvaldo Riganti—
Quizás fue el principal líder del sindicalismo peronista. Nacido en Mataderos en 1937 (lo que potenciaba su orgullo justicialista) describió siempre sus pasiones en la adolescencia: “Tomar un buen vino, jugar chinchón con mis amigos, ver ganar a Huracán, escuchar las viejas citas del general Perón”.
Cuando ingresó al Frigorífico Lisandro de la Torre participó en 1959 en la toma del mismo. Allí empezó su carrera gremial.
Enfrentó a los sectores claudicantes del movimiento obrero y ganó las calles en las luchas contra la tiranía procesaste. Al producirse la división entre las centrales de Asopado y Brasil, se volcó a la segunda. Tuvo actuación destacada en el primer paro contra el régimen castrense el 27 de abril de 1979. Luego organizó la marcha por trabajo a la Iglesia San Cayetano, en el barrio de Liniers, cuando el régimen de Videla entraba en un cono de sombras. La consigna era “Paz, Pan y Trabajo”.

Se puso al frente de la presión de la calle en el recordado paro del 30 de marzo de 1982 que jaqueó al régimen de Galtieri. Hubo represión y fue a dar con sus huesos a la cárcel. La inmediata toma de Malvinas provocó una distensión y fue liberado.
El gobierno dictatorial se caía en picada y lo acorralaba con sus paros. Confrontó con el gobierno de Alfonsín a medida que su política económica entró en colisión con los objetivos del Movimiento Obrero, al que le organizó trece paros.
Cuando el levantamiento de Rico en 1987, se mostró activo en la defensa del orden constitucional. ”Si los golpistas quieren asaltar las instituciones de la República a este secretario de la CGT lo van a sacar de la central obrera con los pies para adelante”. Los militantes peronistas nos encolumnamos con Ubaldini (junto a quien al poco tiempo formamos el Grupo Línea y el agrupamiento “Paz, Pan, Trabajo”). En esa época cantábamos: “Dicen que somos los negros de mierda pero al final nos vinieron a buscar//porque la gente que sabe comprende//que el peronismo se la banca adonde va”. Por ese respaldo Alfonsín lo recibió en la Casa Rosada y le expresó: “Yo sabía que usted no me iba a fallar, Saúl”.
Su buena estrella declinó durante el gobierno de Menem, que le dividió su estructura y lo enredó mediante sus pactos con Barrionuevo. Ubaldini rechazó el ofrecimiento de una embajada y se presentó para gobernador de la provincia de Buenos Aires enfrentando al menemismo en 1991 pero cosechó escasos votos. Comenzaba la estrella ascendente de Duhalde, que saltó de la vicepresidencia a la gobernación del primer Estado Argentino.
Se abroqueló con el trío De Gennaro-Mary Sánchez-Esquivel enfrentando la política privatista de Menem. El 6 de octubre de 1990 expresaba en un documento: “El país asiste azorado y apesadumbrado ante decisiones de enajenación del erario público que contradicen manifiestamente la decisión popular expresada en las urnas el 14 de mayo de 1989”, con lo que fustigaba la política de privatizaciones.
Viajó a Brasil para respaldar la campaña del PT de Lula. En 1997 apoyó a Duhalde. Fue diputado y desde el Congreso bloqueó los intentos de una nueva “vuelta de tuerca en la flexibilización  laboral”.
De su apoyo a Menem en 1989 no se arrepentiría: “Voté una plataforma de la cual participé, porque la realizamos en su momento sobre la base de los 26 puntos de la CGT: Revolución productiva, salariazo y defensa de las empresas públicas”. Aquella propuesta  –enarbolada en tiempos de Alfonsín– incluía también el reclamo por una moratoria de la deuda externa para reactivar la producción.
Fue la suya y la del presidente radical una lucha que mantuvo en vilo a los sectores populares. Con resonancias más épicas, lógicamente, que los conciliábulos de Macri con varios actuales líderes cegetistas.

Falleció el 19 de noviembre de 2006

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