lunes, 29 de febrero de 2016

Napoleón Bonaparte apasionado y fanático del ajedrez

Por el profesor José Pecora—
En el siglo XVIII, el célebre Café de La Regence de París, era uno de los más famosos templos dedicados al culto de la diosa Caissa, ya que la mayor parte de la sociedad ilustrada parisina concurría al mismo, pasando largas veladas jugando al ajedrez entre otras cosas. (Ver nota de unoytres77, de abril de 2015: “El ajedrez en el siglo de las luces”

Entre sus asiduos concurrentes, se encontraba un joven teniente muy ambicioso, llamado Napoleón Bonaparte, quien años después, en 1804, llegó a emperador de Francia y en su apogeo alcanzó a dominar buena parte del mundo.


Napoleón Bonaparte, emperador de Francia entre 1804 y 1815
El fuerte jugador inglés y escritor George Walter en sus artículos fue muy crítico con respecto al juego de Napoleón y dijo lo siguiente: ”Jugaba francamente mal las aperturas y se impacientaba si su adversario se detenía demasiado a considerar un movimiento” y   agregó “Napoleón nunca llegó a ser un gran jugador de ajedrez aunque jugó con verdadera pasión durante toda su vida y llevó el juego allí donde fue, a sus batallas en Egipto o en Rusia y por toda Europa jugando constantemente con sus ayudas de campo y con los generales de sus ejércitos…” 

“…si bien su nivel destreza no aumentó con el tiempo, sus victorias  fueron más numerosas después de que asumiera el poder supremo del imperio. Sus adversarios y sus subalternos a menudo consideraban inoportuno ganarle sobre el tablero”
Tal era la pasión de Napoleón por el ajedrez que aceptó desplazarse en 1809 a Viena para jugar con el famoso Automaton (El autómata, llamado "El turco"). La fama de este artilugio se había extendido por toda Europa y muchos fueron los que creyeron que podían vencer a esta máquina infernal... aunque muy pocos lo consiguieron (ver nota de unoytres77, de mayo de 2013 “El turco, la máquina que venció a Napoleón”) 
Napoleón conocía la fama de la máquina y no se pudo resistir a jugar con ella varias partidas, perdiendo todas.

Por dentro "El turco" estaba lleno de mecanismos y su autor sostenía que funcionaba a base de campos magnéticos, pero la realidad era que dentro de la máquina había escondido un jugador que movía las piezas.
Napoleón jugó tres veces con "El turco" y perdió las tres partidas, pero lo que no sabía es que en realidad había perdido con Johann Allgaier (fuerte jugador de la época). Tras la 3ª derrota, Napoleón perdió el dominio de sí mismo y golpeó el tablero haciendo que todas las piezas se desparramasen por la habitación. 

El gran jugador austríaco Johann Allgaier quien se escondía dentro del turco 
Siendo emperador, como ya hemos dicho, ninguno se atrevía a ganarle y le sucedía, salvando las distancias, lo mismo que le pasó a Yrigoyen en nuestro país muchos años después, que le hacían un diario especial para él. A Napoleón no le hacían ningún diario, pero como tenía pasión por el ajedrez, le organizaban encuentros y partidas sencillas con rivales que se dejaban derrotar fácilmente o que le pudieran proporcionar satisfacciones de otro tipo, como el caso que veremos a continuación.
Eran célebres sus partidas contra madame de Remusat, quien era una cortesana al servicio de su esposa la emperatriz Josefina. Una de las partidas disputadas fue la siguiente, conduciendo las piezas blancas Napoleón:
1.Cc3, e5; 2.Cf3,d6; 3.e4,f5; 4.h3?,….
Una jugada errónea, que no le aporta nada al blanco.

4…,fxe4; 5.Cxe4,Cc6; 6.Cfg5,…
Una jugada aventurada, que ante un juego correcto del negro podría ocasionar al blanco pérdidas materiales.

6…,d5; 7.Dh5+,g6; 8.Df3,Ch6??
Grave error que le permite al blanco ganar con facilidad.

9.Cf6+,Re7; 10.Cxd5+, Rd6; 11.Ce4+,Rxd5;
Daba más resistencia 11…,Rd7. Ahora Napoleón da mate en tres jugadas.

12.Ac4+!, Rxc4; 13.Db3+, Rd4; 14.Dd3,mate.

Hasta aquí hemos transcripto el desarrollo de la partida, simplemente con algún comentario técnico, pero esto no nos ilustra adecuadamente la situación. Para tener más claro lo sucedido, por suerte  podemos recurrir  a un cuadro obra del pintor húngaro Sándor Badacsony, que inmortalizó la  forma en que se disputaban dichas partidas.
 Napoleón Bonaparte vs. Madame de Remusat
En dicho cuadro se puede apreciar claramente que madame de Remusat aparte de jugar mal al ajedrez seguro que tenía otras virtudes, ya que era bastante bonita y no tenía ningún problema en jugar desnuda ante el emperador. Además en el cuadro, aparece la figura de un violinista, lo que le daba un toque romántico al encuentro. Este en algún momento tocaría el violín, ya que en la escena de la pintura parece concentrado en contemplar la figura de madame de Remusat.  Desconozco lo que sucedía al terminar la partida, aunque no es difícil de imaginar.
Cuando Napoleón perdió el poder y fue desterrado a la isla de Santa Elena, aprovechando que su afición al ajedrez era conocida y no despertaría sospechas, sus partidarios le enviaron un juego de ajedrez de piezas de marfil, las cuales escondían en su interior un plan detallado para que pudiera escapar de la isla. Napoleón jugó muchas partidas con este ajedrez, pero no llegó a descubrir el secreto que ocultaban sus piezas, ya que el oficial encargado de entregárselas murió durante la travesía y no pudo informar de su contenido.


Napoleón en la isla de Santa Elena, jugaba habitualmente con el general Bertrand

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