Mario Méndez—
Como es por todos sabido, hace poco menos de
un mes, en la Villa 1-11-14, en el transcurso de un operativo, efectivos de la
gendarmería dispararon con balas de goma sobre los integrantes de la murga Los
auténticos reyes del ritmo, donde había niños, que fueron heridos. Y lo
hicieron a pesar de que se les avisó que en esa plaza, en esa murga, había
chicos. Este hecho, más la respuesta de las autoridades, que se preocuparon
antes que nada por la salud de los gendarmes y tardaron lo que pareció un siglo
en hacerse cargo de lo que había ocurrido con los chicos atacados (un “hacerse
cargo” bastante relativo que, por ahora, no ha producido ninguna acción
efectiva de castigo a los responsables: al menos no se la ha comunicado públicamente)
provocó la reacción de muchísima gente, entre los que nos contamos muchos de
los que formamos parte del mundo de la Literatura Infantil y Juvenil (LIJ).
Conmovidos por el atropello del que fueron
víctimas los chicos de la murga, un grupito de escritores identificados con la
literatura para niños y jóvenes decidimos organizar una movida en las redes,
publicando el texto de Silvia Schujer, que va en otro espacio de esta edición,
que se viralizó y obtuvo más de 3000 “compartidas” en Facebook, así como parte
de las firmas solidarias que recogió en un primer momento de muchos de los
principales escritores, ilustradores, editores, especialistas, narradores y
demás trabajadores que se mueven en este mundo de la literatura para niños y
jóvenes. El texto llegó también al diario Página 12 y a unos cuantos medios
digitales. Y junto con esta declaración original, surgieron las poesías, los
relatos, las reflexiones y las ilustraciones de numerosos compañeros, que
fueron subidos a la Web y esperan su oportunidad de ser expuestos, de formar
parte de alguna muestra que, esperamos, se concretará a la brevedad.
Junto con el texto de Silvia, originalmente
promovido por Márgara Averbach, Sandra Comino, Alejandra Erbiti, Silvina Rocha,
quien escribe la presente nota y obviamente la autora, Silvia Schujer, fuimos
recibiendo las obras. Muchos fueron los aportes, de gran calidad, de gran
compromiso. Hoy unoytres77 tiene el
agrado de mostrarles algunos, que Silvina Rocha, recopiladora de textos e
ilustraciones, seleccionó para nosotros como un aperitivo antes de la muestra,
que viene marchando…
Martín Morón y Florencia Stamponi |
Desde el patio
Cuando me duele el alma
y me hacen una herida,
al mundo se la hacen.
Cuando matan mi silbo a plena madrugada,
asesinan el silbo del planeta.
Cada vez que mutilan a un niño en la vereda,
es a mi que me trizan y me tuercen el ánimo.
Con cada desamparo me despueblan
y abortan el ombligo en baldíos sin madre.
Soy huérfano asolado en la cuna sin casa,
en las cárceles tiesas,
en el loquero tenso con paredes roídas.
Por eso es que entre llagas
vuelvo a salir al patio,
a buscar en el baile una guitarra abierta,
una cuerda a los vientos,
tu boca con el beso
y los hijos jugando.
Porque vale la pena este parto chiquito,
este paso contiguo,
este apenas nosotros apostando al abrigo,
defendiendo la sombra que hacemos en el piso.
Porque me duele el mundo
y también la rodilla,
y porque soy dichoso
con el hombro y el pecho.
Hoy levanto lo propio
y custodio mi risa,
con lágrimas y vísceras;
y salgo al nuevo día
con redondez de vientre.
Texto: Luciano Ortega
<Del libro “Con apenas lo puesto”>
Ilustración:
Fernanda Bragone
Era un baile en la calle.
El carnaval los llamaba
desde el rumor de febrero.El carnaval los llamaba
Después,
las balas.
Sobre caras y manos diminutas.
Sobre el principio abierto
de la alegría.
Sobre las padres y las madres
y los músicos.
Sobre el futuro.
Texto: Márgara Averbach
Ilustración: Rodolfo Fucile
En el barrio
Unos niños que jugaban
en los trajines del barrio.
Y llevaban tamboriles,
lentos soles,
baile en pasos.
Y tenían pocos años,
silbidos en los bolsillos,
camisetas de trabajo.
Y llevaban alto el cielo,
en los ojos,
los zapatos.
Unos chicos que jugaban
y el maestro y los hermanos
y las madres en la orilla,
en la orilla
del milagro.
Platillos y redoblantes
y alegría que no calla,
que ser chico era una fiesta,
redoblante,
la metralla,
proyectiles que abren huecos
en la piel de la manzana,
y es la piedra de la noche
matando la madrugada.
Se sabe que hasta la muerte,
avergonzada en los charcos,
cerró los ojos al ver
hombres grises
disparando.
Unos chicos y sus sueños,
chispa y risa, risa y canto.
Petalitos de contento,
grupo lindo, agua de barrio.
Textos: María Critina Ramos.
Ilustración: Emilia Provenzano
Al carnaval de la murgalo
apagan balas ajenas
apagan balas ajenas
le han robado la alegría
lo único que les queda.
Una tarde de verano
Los chicos se sabían la letra; era fácil, pegadiza.
Era clásico el comienzo: “Esta murga se juntó, una
tarde de verano…”. Apenas
empezaban a cantar cuando los monstruos aparecieron en la plaza, y los chicos
corrieron. La plaza, sin los chicos, quedó sembrada de replicantes, de
banderas, de bastones, de instrumentos.Unos días después, los chicos volvieron. Ellos no solo sabían la letra: también sabían que a los monstruos solo se los derrota si se sigue cantando. Levantaron lo que los monstruos habían pisoteado. Desarrugaron, estiraron, plancharon, compusieron. Y recomenzaron.
Los chicos se sabían la letra. Empezaba con un clásico: “Esta murga se juntó, una tarde de verano…”, y seguía tal y como ellos querían que siguiera, sin que nadie viniera a interrumpir la fiesta.
Texto: Mario Méndez
Ilustración: Paula Alter
Son niños
Retumban
los parches
Las
voces corales
de
un pueblo que canta.
Que
irrumpe
que
estalla
de
alegría
que
abraza.
Son
niños
que
bailan
que
corren
que
saltan
que cantan
que sueñan
Son
niños
con
ojos
de
esperanza.
Se
escuchan disparos.
Las
risas son llantos
Los
cantos son gritos
Y
el espanto
duele.
Pero
más
duele
el silencio.
Interminable.
Como
bestia salvaje
los
que deben cuidar,
atacan.
Y
entonces
hay alguien que grita.
No
disparen.
Son
niños bailando
Son
niños cantando
Son niños soñando.
Son niños.
Texto: Verónica Parodi
Ilustración: Verónica Fradkin
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