lunes, 29 de febrero de 2016

La visita de Obama

Osvaldo Riganti—
La visita del presidente estadounidense Barack Obama tendrá lugar tras lo que se cataloga como histórico viaje suyo a Cuba y cuando el gobierno de Mauricio Macri se revela claramente como el más afín de la región.
Se producirá en días significativos, el 23 y 24 de marzo, justo a 40 años de un genocidio cuyas secuelas aún  persisten  y que  despertó el clamor mundial.
La anunciada concurrencia a la ex ESMA justo el 24 de marzo, del presidente de la potencia extranjera a quién también acompañaría el primer mandatario argentino, una potencia que, salvo el período 1977-1981 del presidente Jimmy Carter, tuvo una participación activa en la gestión del golpe y en la represión durante aquella etapa trágica de nuestro país y del continente, es considerada poco oportuna por parte de los organismos de derechos humanos sin que las distintas administraciones posteriores desde Estados Unidos hayan esbozado el menor atisbo autocrítico.

El llamado por sus corifeos Gran País del Norte alentó la criminal aventura y expresó por sus más calificados voceros su satisfacción cuando se produjo aquella terrible fecha.
Señalamos el caso de la presidencia de Jimmy Carter, porque durante su presidencia, asumida el 20/01/1977, nombró a Patricia Derián su secretaria de Derechos Humanos, una funcionaria que se ganó el odio de los dictadores argentinos por su activo apoyo a los luchadores locales por los DDHH.
Ahora, el anuncio de la Casa Blanca enmarca la visita en una decidida corriente de “cooperación entre nuestros gobiernos” y alude a preocupaciones “sobre seguridad ciudadana” en momentos en que el gobierno de Mauricio Macri quiere volver a transformarse en el mejor alumno de la región en restaurar el liberalismo económico y arreglar con los fondos buitres en condiciones de vasallaje, para lo cual prevé, si fuera necesario, recurrir a la represión contra el movimiento popular, como ya lo ha demostrado. Obama se orienta hacia un firme respaldo al gobierno más afín de la región.
La última visita de un presidente norteamericano se produjo en 2005 durante la Cumbre de las Américas en Mar del Plata, cuando naufragó el ALCA ante la firme posición de Néstor Kirchner, Hugo Chavez, Lula y otros patriotas latinoamericanos.

En otras ocasiones también visitaron la Argentina mandatarios estadounidenses.
En 1936, durante el régimen del general Agustín P. Justo, arquitecto y conductor de la “Década Infame”. En esa época ocurrieron episodio curiosos como cuando su hijo, Liborio Justo, militante trotskista, se introdujo en un brindis que se ofrecía a Delano Roosevelt, dando mueras “al imperialismo yanqui”.
En 1990 a escasos días del sofocamiento de la última rebelión militar en la Argentina nos visitó Georg Bush, en tiempos en que los norteamericanos desplegaban a pleno su estrategia de intromisión y hasta invasión de otros países. Gobernaba Menem, un peronista que instaló uno de los más virulentos giros antiperonistas que se recuerden. Estaba en auge la estrategia de las “relaciones carnales” con los Estados Unidos, impulsada por el canciller Guido Di Tella. En momentos que el Congreso se disponía a homenajear al visitante, se puso de pie el diputado Luis Zamora, también trotskista, que rechazó en duros términos su presencia.
Hoy la publicación “Notas” califica de “revancha imperial”, a 10 años del no al ALCA, la proyectada llegada de Obama.
El que fuera Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, juzgó poco oportuno que venga para esa fecha. Aun reconociendo algunos pasos positivos de Estados Unidos, como el de las relaciones con Cuba, entiende que justo en momentos que se cumplen 40 años del golpe de Videla “puede haber problemas y es innecesario”, al tiempo que hizo hincapié en la fuerte relación que tuvo dicha nación con las dictaduras de la seguridad nacional que azotaron al continente. Asimismo acusó al gobierno de Mauricio Macri de “querer desandar el camino emprendido por los organismos de derechos humanos”.

A su vez, Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, interpretó que la concurrencia del jefe de gobierno norteamericano “es una afrenta” y recordó también que los yanquis “fueron los gestores de las dictaduras en el Cono Sur.”

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