Osvaldo Riganti—
La visita del presidente estadounidense
Barack Obama tendrá lugar tras lo que se cataloga como histórico viaje suyo a
Cuba y cuando el gobierno de Mauricio Macri se revela claramente como el más
afín de la región.
Se producirá en días significativos, el 23
y 24 de marzo, justo a 40 años de un genocidio cuyas secuelas aún persisten
y que despertó el clamor mundial.
La anunciada concurrencia a la ex ESMA justo
el 24 de marzo, del presidente de la potencia extranjera a quién también
acompañaría el primer mandatario argentino, una potencia que, salvo el período
1977-1981 del presidente Jimmy Carter, tuvo una participación activa en la
gestión del golpe y en la represión durante aquella etapa trágica de nuestro
país y del continente, es considerada poco oportuna por parte de los organismos
de derechos humanos sin que las distintas administraciones posteriores desde
Estados Unidos hayan esbozado el menor atisbo autocrítico.
El llamado por sus corifeos Gran País
del Norte alentó la criminal aventura y expresó por sus más calificados voceros
su satisfacción cuando se produjo aquella terrible fecha.
Señalamos el caso de la presidencia de Jimmy
Carter, porque durante su presidencia, asumida el 20/01/1977, nombró a Patricia
Derián su secretaria de Derechos Humanos, una funcionaria que se ganó el odio
de los dictadores argentinos por su activo apoyo a los luchadores locales por
los DDHH.
Ahora, el anuncio de la Casa Blanca enmarca
la visita en una decidida corriente de “cooperación entre nuestros gobiernos” y
alude a preocupaciones “sobre seguridad ciudadana” en momentos en que el
gobierno de Mauricio Macri quiere volver a transformarse en el mejor alumno de
la región en restaurar el liberalismo económico y arreglar con los fondos
buitres en condiciones de vasallaje, para lo cual prevé, si fuera necesario,
recurrir a la represión contra el movimiento popular, como ya lo ha demostrado.
Obama se orienta hacia un firme respaldo al gobierno más afín de la región.
La última visita de un presidente
norteamericano se produjo en 2005 durante la Cumbre de las Américas en Mar del
Plata, cuando naufragó el ALCA ante la firme posición de Néstor Kirchner, Hugo Chavez,
Lula y otros patriotas latinoamericanos.
En otras ocasiones también visitaron la
Argentina mandatarios estadounidenses.
En 1936, durante el régimen del general
Agustín P. Justo, arquitecto y conductor de la “Década Infame”. En esa época
ocurrieron episodio curiosos como cuando su hijo, Liborio Justo, militante trotskista,
se introdujo en un brindis que se ofrecía a Delano Roosevelt, dando mueras “al
imperialismo yanqui”.
En 1990 a escasos días del sofocamiento
de la última rebelión militar en la Argentina nos visitó Georg Bush, en tiempos
en que los norteamericanos desplegaban a pleno su estrategia de intromisión y
hasta invasión de otros países. Gobernaba Menem, un peronista que instaló uno
de los más virulentos giros antiperonistas que se recuerden. Estaba en auge la
estrategia de las “relaciones carnales” con los Estados Unidos, impulsada por
el canciller Guido Di Tella. En momentos que el Congreso se disponía a
homenajear al visitante, se puso de pie el diputado Luis Zamora, también
trotskista, que rechazó en duros términos su presencia.
Hoy la publicación “Notas” califica de
“revancha imperial”, a 10 años del no al ALCA, la proyectada llegada de Obama.
El que fuera Premio Nobel de la Paz,
Adolfo Pérez Esquivel, juzgó poco oportuno que venga para esa fecha. Aun
reconociendo algunos pasos positivos de Estados Unidos, como el de las
relaciones con Cuba, entiende que justo en momentos que se cumplen 40 años del
golpe de Videla “puede haber problemas y es innecesario”, al tiempo que hizo
hincapié en la fuerte relación que tuvo dicha nación con las dictaduras de la
seguridad nacional que azotaron al continente. Asimismo acusó al gobierno de Mauricio
Macri de “querer desandar el camino emprendido por los organismos de derechos
humanos”.
A su vez, Nora Cortiñas, de Madres de
Plaza de Mayo-Línea Fundadora, interpretó que la concurrencia del jefe de
gobierno norteamericano “es una afrenta” y recordó también que los yanquis
“fueron los gestores de las dictaduras en el Cono Sur.”
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