A
Felipe Vallese*
Guillermo
Schindelbeck—
Felipe Vallese agoniza en su calvario,
dolores y desgarros le están anunciando la
muerte.
Quebrado el pecho, asesinada su alma,
solo y desamparado, sufre, espera, aguanta.
–El fin se acerca, Felipe. ¡Te lloramos!
El fin se acerca. ¡Ya no sufras, compañero!–
Los verdugos lo destruyeron con crueldad
infinita.
No son hombres ni son bestias los
torturadores,
son esa raza que carga una patología
extrema
capaz de autocomplacerse con el tormento de
otro;
son ese barro viscoso orinado de
perversiones;
ese estiércol pútrido y hediondo que los
cadáveres no se atreven a tocar.
Unas horas antes caminaba su propia calle, por
última vez,
siguiendo el camino de sus sueños, pero
despierto;
conciencia militante abierta a los demás;
espejo de una generación que resistía
a la Patria robada, a la justicia social
escamoteada,
al crimen de bombas y fusiles contra el
Pueblo.
Felipe Vallese pervive en el recuerdo,
símbolo y memoria, abnegación y sacrificio.
Está presente en las luchas de ahora,
lo estará en las del futuro
y sigue caminando de la mano de muchos
militantes.
*Felipe
Vallese fue un obrero metalúrgico y dirigente de la Juventud Peronista,
secuestrado el 23 de agosto de 1962en el barrio porteño de Flores durante el
gobierno de facto de José María Guido y luego desaparecido.
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