Osvaldo Riganti—
Los asentamientos informales que nuclean
muchas viviendas precarias son conocidos en nuestro país como Villa Miseria.
Reciben su nombre de la novela de
Bernardo Verbitsky de 1957 “Villa Miseria también es América”.
La irrupción de las Villa Miseria son
consecuencia de que la crisis no tenía trabajo cuando la crisis del 30 y fueron
a buscarlo en industrias de Buenos Aires. La publicación digital de cultura y
noticias “Soles Digital” considera: ”A principios del siglo XX, la
infraestructura de la ciudad de Buenos Aires no estaba preparada para recibir
millones de personas llegadas tanto del interior del país como de ultramar.
Cuando en 1886 la Capital Federal
incorporó a su jurisdicción las alejadas localidades de Flores y Belgrano, la
mayor parte de su superficie era campo. Desde un punto de vista estructural y
demográfico, las villas miseria quizás sean un efecto colateral no calculado
por el proyecto de país de la Generación del 80”. Paralelamente el régimen
conservador que siguió a la caída de Yrigoyen desatendió en forma manifiesta
las necesidades de la comunidad entera. En ese contexto hacen en la Capital su
irrupción en 1932 con la Villa Esperanza.
Las corrientes migratorias modificaron
el perfil de la ciudad. Barrios transitorios se hicieron permanentes y surgió
una nueva categoría social que la sociedad opulenta mira con desdén: el villero.
La Villa 31 es una de las más grandes en
la Ciudad de Buenos Aires (CABA). Se empezó a conformar durante los años ´30 del
siglo pasado y actualmente está integrada por los terrenos de YPF,
Comunicaciones, Güemes, Inmigrantes y Autopistas. A ello hay que agregarle el
asentamiento 31bis ubicada en la zona de las vías del ferrocarril.
La provincia de Buenos Aires,
particularmente su conurbano, congrega numerosos conjuntos de viviendas precarias,
no siempre consideradaos villas miseria, uno de cuyos exponentes es el conocido
como Fuerte Apache, un complejo de monoblocks que surge del propósito de
reubicar gente de la villa 31. Este es un complejo de monoblocks localizado en
Ciudadela, partido de Tres de Febrero, lindante con la CABA y en el que actualmente
viven unas 40 mil personas. Su construcción, iniciada por la dictadura de
Onganía, se hizo en varias etapas, una de las cuales fue la de 1978, durante
otra dictadura y previo al mundial, con intención de borrar a la vista turística
una de las calamidades en Argentina. En el año 2000 hubo que demoler los nudos
8 y 9 de este complejo por fallas estructurales
y peligro de derrumbe. El
nombre que le asignaron sus primeros habitantes fue “Padre Mugica” en homenaje
al que tanto hizo en la villa 31. En 1976 el barrio fue bautizado oficialmente
como “Ejército de los Andes”, pero ahora es conocido como Fuerte Apache por
como lo llamó el periodista José de Zer mientras transmitía un hecho policial
que allí se estaba produciendo.
Padre Carlos Mugica |
Además, La Cava, una villa de las más
importantes, está en el Partido de San Isidro —provincia de Buenos Aires —y otra
en la Isla Maciel, de Avellaneda. El fenómeno de las villas miserías se replica
en otros partidos de la misma provincia, como la Villa Pulmón —en San Nicolás
de los Arroyos —y en otras como Villa Mabel —en Entre Ríos—, Villa la Lata en
Rosario, Malvinas en Bariloche, 15 de octubre en Córdoba, Barrio Paraguay en
Mendoza, La Chola en Corrientes, La Rubita en Chaco, Chacra 17 y 11, en
Posadas.
Miradas como algo exótico por ciertos turistas
del primer mundo, constituyen una llaga de la comunidad latinoamericana. En
Brasil se las denomina favelas, en
Uruguay cantegriles, en Chile callampas, en Venezuela ranchos, en Paraguay chacaritas.
Pero el Viejo Mundo no está exento de
estas nominaciones. Así en España están las chabolas
y Estados Unidos muestra más allá de las autopistas el auge de la pobreza, con carpas
instaladas en la calle y proliferación de gente buscando refugio.
La crisis de 2001 acentuó el problema en
nuestro país. La villa miseria ha crecido como manifestación conflictiva del
sobrante humano.
Antes de acceder a la Jefatura de
Gobierno, Mauricio Macri aseguró a “Clarín” el 17/6/2007 que iba “a urbanizar
las villas, abrir las calles e iluminar”. Nada de eso ocurrió. Durante su
gestión los asentamientos se han multiplicado y miles de millones de pesos
destinados a vivienda no se han utilizado.
El libro |
Otra cuestión a considerar es la
estigmatización racista de los villeros, un fenómeno muy anterior al nuevo
milenio. Hace casi 60 años el Concejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires
pretendió prohibir que se levantasen nuevas villas. El entonces concejal
Alfredo Vezza, planteaba en “Noticias Gráficas”: “Llegan a la villa, las
chicas, muchas de ellas morochitas y se producen esos problemas de vergüenza
que siempre queremos ocultar en los recintos”. Se quejaba que encontraba a las
10 de la mañana “a muchos zánganos tomando mate, esperando que el maná o la
esposa le solucionen los problemas. Convengamos una cosa ¿cuál es la gente que
realmente necesita vivienda y cuál se encuentra cómoda tal como está? Como no
se puede decir que están de más, tendrán que marchar a nuestro ritmo. En eso
seremos inflexibles y asumiremos la responsabilidad consiguiente”.
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