Chomsky-Vátimo-Ramonet-García Linera-Vallejo-Iglesias |
Los días 12, 13 y 14 de marzo se desarrolló en el Teatro
Nacional Cervantes de Buenos Aires este encuentro organizado por la Secretaría de Coordinación Estratégica para
el Pensamiento Nacional, donde intelectuales de 17 países de Latinoamérica
y Europa debatieron acerca de las alternativas que se le platean al
neoliberalismo hegemonizado por el gran capital financiero internacional, en cada
uno de sus países y a nivel mundial. Además se escuchó una conferencia del
estadounidense Noam Chomsky que, entre otras cosas, planteó el peligro que representa
para la propia vida humana, la subsistencia este sistema.
Fueron tres días de profundo y apasionado intercambio de
reflexiones y experiencias de quienes no sólo participan desde la diversidad en
la discusión de ideas, sino que muchos también son protagonistas que han
asumido un compromiso político e incluso estatal.
Se trata de una nueva izquierda que ha surgido a partir de
diversas vertientes políticas e ideológicas, sin modelos preconcebidos, que empieza
a sentir la necesidad de construir una nueva teoría política a partir de la
convergencia de las distintas realidades particulares, ninguna igual a la otra,
pero con un denominador común cual es la búsqueda del bienestar del ser humano en
lugar del lucro individual, considerando a las personas como un seres humanos, con
derechos y no como simples consumidores.
Es una izquierda que se aleja de una visión determinista y
unidireccional de los procesos históricos, para concebirlos como una
construcción colectiva que avanza si las mayorías se hacen cargo de impulsarla,
de ampliar la democracia incorporándose como actores o retroceder, como abundan
los ejemplos si los individuos entienden que la democracia se agota con votar
cada tanto y luego dejar que los destinos de su comunidad los manejen fuerzas
ajenas.
Una idea que atravesó todas las intervenciones fue la de coordinar
las fuerzas de quienes transitan por la misma ruta, ya que la lucha por la
Emancipación y la Igualdad enfrenta a un enemigo con inmenso poder, muy superior
al de los hasta ahora conocidos y sólo la unidad de los pueblos que juegan en
esto su destino brinda cierta perspectivas de triunfo. En ese sentido, la
solidaridad con Venezuela y su gobierno legítimo encabezado por el presidente
Nicolás Maduro, amenazada por el gobierno
Teresa Parodi-Ricardo Forster |
Sin agotar la temática desarrollada durante esas jornadas, otro
de los temas destacados fue la centralidad que en el mundo actual adquiere la
batalla cultural y de ideas. Si siempre fue importante, con el poder de
penetración y formación de opinión que hoy adquirieron los grandes medios de
comunicación, es decisivo porque sólo a través de ganarla se pueden materializar
en organización y construir la fuerza capaz de solidificar, cohesionar y darle
continuidad a este sueño emancipador e igualitario que se expande e inspira a
otros desde esta Sudamérica profunda.
Los debates, algunos de cuyos tramos fueron recogidos por programas
especiales de la Televisión Pública cuya presentación estuvo a cargo de Ignacio
Ramonet y que reproducimos a continuación, terminaron con un documento que insertamos
al pie.
Primer programa
Segundo programa
Tercer programa
“Manifiesto de Buenos Aires por la Emancipación y la Igualdad”
Público escuchando y viendo desde la plaza |
Reunidos en Buenos Aires, los días 12, 13 y 14 de
marzo de 2015, en el marco del Foro Internacional por la Emancipación y la
Igualdad, realizado en el ámbito del Teatro Nacional Cervantes de esta ciudad,
referentes políticos, sociales e intelectuales que suscriben, provenientes de
17 países de América y Europa, desean expresar su compromiso público y mundial
con las luchas sociales y políticas que en este momento anida la humanidad en
aras de construir un destino mejor para nuestros pueblos.
Estamos viviendo una época histórica en la que se
cruzan experiencias políticas que iniciaron en los últimos años una profunda
revisión crítica de la hegemonía neoliberal. Un aire fresco de renovación, aquí
y allá, que intenta recuperar las tradiciones emancipatorias e igualitaristas,
abriendo líneas de diálogo entre las dos márgenes del Atlántico. Se trata de
lenguajes y prácticas que emergen de la especificidad de sociedades que buscan
escapar de quienes sostienen el fin de la historia y la muerte de las
ideologías. Se trata de movimientos políticos y culturales que se resisten a la
ampliación de una lógica de la desigualdad fundada en la dominación del poder
financiero global. Pero estas experiencias políticas saben de las oportunidades
y los peligros de este momento, saben de los enormes desafíos y conocen también
los riesgos de expansión de una nueva ola reaccionaria.
Latinoamérica, por un lado, con los gobiernos
populares y progresistas que comenzó su camino a principios de siglo, tuvo uno
de sus momentos clave hace una década, cuando cuatro presidentes de América del
Sur se dieron la mano para decirle no al atropello de quienes pregonan el libre
comercio mientras protegen con furia a un puñado de corporaciones y saquean las
soberanías nacionales. Allí comenzó un ciclo político que todavía desafía el
tiempo, contra viento y marea.
Europa, por el otro, ha comenzado a cuestionarse
en los últimos años la imposición de brutales planes de ajuste asociados al
desmontaje del Estado de Bienestar, y países que ayer ingresaban a mercados
comunes con la promesa de una solidaridad continental, de beneficios para el
progreso humano, se han encontrado, a la vuelta de la esquina, con la
destrucción de sus economías, el aumento del desempleo y la intemperie social
de sus jóvenes. Buscan un camino alternativo, un punto de inflexión que tuerza
la correlación de fuerzas.
La polarización entre una concepción mercantil de
la sociedad que solo admite consumidores desiguales y una concepción
democrática que supone ciudadanos sujetos de derechos fue y es una disputa en
el campo teórico y en el campo de la política, fue y es una lucha
civilizatoria. Construir una alternativa al modelo neoliberal supone la
reconstrucción del Estado y su carácter imprescindible como sostén de los derechos
sociales, la promoción de formas autogestionadas de producción, la función
social de los bancos públicos, las políticas inclusivas en salud, educación y
vivienda. El Estado y las comunidades deben volver a ser instrumentos de
universalización de derechos, de construcción de ciudadanía, de hegemonía de
los intereses públicos por sobre los mercantiles. Nuevas alternativas de
expansión democrática deben ser reconocidas en el camino de una humanidad que
necesita romper ataduras en su búsqueda de nuevas formas de convivencia entre
los seres humanos, y con la naturaleza en todas sus expresiones vitales.
Los problemas que estamos tratando son a escala
planetaria. Se trata de un mundo sumergido en guerras injustas, con poblaciones
pauperizadas y formas irracionales del capitalismo, que imponen la necesidad de
redefinir los alcances de un nuevo ideario humanista capaz de recoger los
mejores legados emancipatorios, libertarios, populares e igualitaristas; de un
diálogo intenso entre las tradiciones latinoamericanas y su profundidad
histórica, por un lado, con las historias singulares de los países
mediterráneos dispuestos a emprender la larga tarea de redefinir a Europa, por
el otro. Una América Latina orgullosa de su indigenismo autorrenovado, de los
movimientos campesinos, de los trabajadores organizados, y de los jóvenes que
intentan salir del vacío en serie de la industria cultural. Una Europa obligada
a descolonizar su mirada y abonar el surgimiento de procesos políticos y
culturales que reivindiquen ser aquella tierra en donde se gestaron los
derechos universales del hombre, las ideas de la emancipación, la libertad y la
igualdad, que siguen insistiendo en el interior de un mundo injusto, junto con
la creación de los movimientos sociales más avanzados.
Por todo esto, quienes suscribimos este Manifiesto
de Buenos Aires por la Emancipación y la Igualdad, entendemos impostergable
definir una serie de prioridades que deberán guiar el ideario social y político
de nuestros pueblos y sus líderes en los próximos años, y que pueden resumirse
en estos principios:
1. Reivindicar la política y los partidos
políticos, sindicatos, poderes comunales y otras organizaciones populares,
sociales y ciudadanas de cada país y de cada región, como el ámbito y los
canales primordiales que fundan una democracia participativa universal, única
garantía para la expresión cabal y representativa de los derechos y la voluntad
de miles de millones de ciudadanos anónimos.
2. Repudiar enérgicamente los intentos
destituyentes por parte de los países poderosos, asociados a empresas
multinacionales y a grandes medios de comunicación, que cotidianamente horadan
la legitimidad tanto de los gobiernos populares y progresistas de América
Latina como de los nuevos movimientos políticos y gobiernos transformadores que
proponen el cambio social en Europa.
3. Establecer límites eficaces frente al poder
infinito del capital financiero, los fondos buitres y las instituciones de
crédito dominadas por las grandes potencias, a través de mecanismos
multilaterales de negociación que respeten las soberanías nacionales, expresen
la igualdad de posibilidades de los pueblos y garanticen tratos justos,
igualitarios y sustentables que no provoquen el ahogo presupuestario y la
consecuente exclusión social de millones de personas.
4. Generar formas económicas de producción
cooperativas, autogestionadas, solidarias y sustentables, que promuevan una
mejor distribución de la renta; mecanismos de copartipación obrera y empresaria
en las ganancias, sistemas regulados de paritarias libres entre el capital y el
trabajo, protección social pública para jubilados y desempleados, así como el
estímulo de una explotación de la tierra y los recursos naturales que respete
tanto la soberanía y el desarrollo económico de los países como su carácter no
renovable.
5. Defender por todos los medios políticos,
institucionales y académicos la soberanía política, cultural y económica de
todos y cada de los pueblos latinoamericanos y europeos que luchan por su
dignidad, promoviendo espacios de encuentro entre los representantes legítimos
de los estudiantes, los trabajadores, los movimientos sociales, los colectivos
en favor de los derechos de la mujer, los pueblos originarios, la diversidad
sexual, y de todas aquellas organizaciones que enfrentan a los poderes
dominantes en defensa y ampliación de sus derechos sociales y políticos.
6. Realizar una crítica abierta y permanente del
contenido y del régimen de propiedad de los medios masivos de comunicación que,
en el presente mundial, se han convertido en redes globales de desinformación,
difamación pública y tergiversación de toda temática social, económica y
cultural que afecte sus intereses corporativos, cumpliendo un rol político
injuriante de la dignidad de las poblaciones desfavorecidas y los movimientos
sociales y políticos que intentan representarlas. En tal sentido, se reafirma
una vez más tanto la necesidad estratégica de regulaciones antimonopólicas en
el mundo empresario de la prensa gráfica, audiovisual y digital, como el
fortalecimiento de los sistemas públicos y comunitarios de comunicación, y el
carácter impostergable de una crítica cultural de los abusos sociales que
producen la industria cultural y la sociedad de espectáculo.
Teatro Nacional Cervantes, Buenos Aires, 14 de
marzo de 2015.
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