martes, 31 de marzo de 2015

2015 es uno de esos años que puede hacer historia

Mauricio Epsztejn—
Agenda electoral nacional 2015
Decimos que puede hacer historia, para bien o para mal, porque se conjugan factores nacionales e internacionales que colocan en un marco dramático las elecciones nacionales del próximo octubre. Y no se trata de amedrentar con fantasmas inexistentes, trampa en la que es difícil hacer caer a nuestros lectores, sino describir, aunque sea a trazos de brocha gorda, una realidad a la que nos enfrentamos en Argentina, pero también en Latinoamérica, sobre cuyo rumbo nos toca decidir con el voto en octubre. Lo que se jugará allí no es la alternancia o competencia normales y lógicas entre personas o grupos que se sienten capaces de conducir el gobierno en un mismo proyecto de país, sino que el meollo de la disputa es justamente el proyecto de país que elegiremos los argentinos. Como el resultado de los comicios no será inocuo, todos y cada uno deberemos hacernos cargo de lo que suceda, sin derecho a descargar en otro los méritos o culpas.

La cosa no es sencilla porque se cuestionan muchos privilegios e injusticias naturalizados por décadas, cuyos usufructuarios han logrado reagrupar fuerzas y elaborar una estrategia común, bajo el comando unificado del gran capital financiero internacional, que busca aniquilar los procesos emancipatorios surgidos en esta Sudamérica y en Europa. No es casual el ataque simultáneo y con métodos semejantes se haya lanzado contra los gobiernos democráticos, nacionales y populares de Argentina, Venezuela, Ecuador, Brasil y Bolivia. Y si lo logran voltear a uno, seguirán por los demás, sin que se salve Chile, ni Uruguay, ni Centroamérica. Ya sufrimos tales experiencias.
Entonces conviene limpiar de maleza los discursos de campaña electoral y dejar al descubierto la esencia de las propuestas que impulsan y los personajes que las sostienen y circulan como contratados por los grandes medios opositores: lo que dicen y lo que ocultan, porque cada uno de ellos arrastra su historia, no siempre digna. Una vez despejado el campo veremos que sólo quedan dos proyectos de país y nada más que dos, cuyos objetivos apuntan en direcciones diametralmente opuestas. Para quienes superan la mediana edad les puede alcanzar con recordar la trayectoria de tales personajes y a quienes tienen atrás: son pistas que no fallan porque desnudan a quienes sirven, más allá de las frases de circunstancias. Si a los candidatos los respalda la Sociedad Rural, los principales grupos económicos, financieros y mediáticos y la embajada norteamericana a la que acuden en busca de consejo o a rendir cuentas, no hace falta más para saber hacia dónde rumbean. Pueden ser políticos, gremialistas, periodistas, empresarios o intelectuales, pero si forman parte de ese colectivo, no pueden alegar ignorancia sobre el juego al que decidieron adherir.
Algunos candidatos opositores
Cuando uno recuerda que Macri se opuso a la recuperación del sistema previsional por el Estado, a lo mismo con Aerolíneas Argentinas, a la Asignación Universal por Hijo, a la re-estatización de YPF y que en el distrito que gobierna reduce año a año el presupuesto destinado a educación y salud pública en favor del negocio privado, que no hace nada por resolver el déficit de vivienda y que ha endeudado exponencialmente a la ciudad sin que nada lo justifique, que mide la gestión con la vara del negocio, que su modelo de país es la España de José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero o Mariano Rajoy con más de 25% de desocupados y que llega a casi el 50% entre los jóvenes, ya sabe lo que nos espera si llega a la presidencia.
La otra esperanza blanca que se va desinflando es +S.A., cuyos principios de lealtad a la palabra empeñada quedaron a la vista cuando le mejicaneó los votos a Macri, su ex socio y hoy lucha por retener a una tropa que lo ve con más destino de arpa que de bombo.
¿Qué decir de los partidos y coaliciones que se arman y desarman a diario, con el único fin de retener ciertos cargos o sumarle votos al opositor mejor ranqueado, formando un conjunto que evoca el fantasma de la Alianza?
Frente a ese panorama opositor, se encuentra un kirchnerismo que también debate su futuro, con demasiados aspirantes a la Rosada, sin que ninguno aparezca dotado del carisma y la autoridad política capaz de cohesionar, homogeneizar y disciplinar al conjunto cobijado bajo ese rótulo.
Sin embargo vale recordar cómo nació, creció y maduró esta fuerza, la cantidad de cuadros y dirigentes jóvenes y capaces que promovió a puestos de responsabilidad política y de gestión, que ejercen con solvencia, eficacia, responsabilidad y firmeza en función de un proyecto de país ampliador de derechos, inclusivo e independiente, a pesar de lo que aún falta. Vale destacar tal diferencia con la oposición porque esa generación que no tira veteranos por la borda tiene futuro y nutre sus raíces con esos saberes sin dudar en adaptar a los nuevos tiempos las premisas que van quedando obsoletas.
También vale la pena recordar que Néstor Kirchner llegó al gobierno en 2003 en medio de una crisis abismal, aupado por una de esas casualidades en las que a la necesidad histórica se le cruzó por delante la personalidad adecuada. Como era de esperar y no podía ser de otro modo, el proyecto nació impuro dentro de un conglomerado complejo, cuya importancia como germen de nueva alternativa de poder frente a los intocables de siempre, era difícil de vislumbrar incluso para sus originales impulsores y protagonistas. Seguramente su núcleo duro tenía claros y definidos algunos ejes centrales, básicos, fundacionales, pero no una teoría, una doctrina, que alumbrara los nuevos tiempos. Esa se fue construyendo bajo las exigencias de la gestión de gobierno y solucionando las urgencias cotidianas. Además, al confluir con fuerzas que venían de experiencias políticas y sociales distintas sumó otros saberes y fue conformando un plexo de doctrina que enriqueció al conjunto y ayudó a delimitar los campos, los compromisos individuales y los de grupo. Del magma original nació una nueva identidad, el kirchnerismo, en proceso de maduración, consolidación y crecimiento, que se corresponde al peronismo de esta época, pero del que participan no sólo quienes se reconocen tributarios puros de esa tradición sino los que creativa y críticamente llegan desde otros manantiales y se sienten cómodos con la nueva identidad que muestra capacidad para superarse a si misma.
Los nuevos desafíos en puerta
Esquemáticamente, esta parecería la situación política que enfrenta la Argentina en 2015, un año electoral en el que, además de presidente y vice, se renuevan los senadores nacionales de ocho provincias, la mitad de los diputados, todos los gobernadores menos dos, legisladores provinciales, intendentes, concejales y otros cargos electivos.
Es una realidad cualitativamente distinta a la de hace doce años atrás, pues si bien los gobiernos de Néstor y Cristina fueron jaqueados desde su primer día, como le sucedió a Chávez en Venezuela, a Correa en Ecuador, a Evo en Bolivia o a Lula y Dilma en Brasil, en los últimos 30 años nunca antes la ofensiva de la derecha continental y mundial había adquirido tal nivel de virulencia. Pareciera que por fin lograron articular en la región un bloque de fuerzas con poder, estrategia común y comando unificado, capaz de lanzarse a la gran batalla contra el proceso emancipador que recorre el continente. Tampoco este propósito tuvo que enfrentar antes el grado de unidad y voluntad de resistir al vasallaje no sólo de los pueblos, sino de la mayoría de los gobiernos. Eso hace prever que se acercan momentos de gran tensión y definitorios, donde las próximas elecciones en Argentina  son un hito trascendente y por eso no es casual que en Venezuela, Brasil, Argentina, Bolivia y Ecuador, las derechas locales estén lanzadas a destituir a los respectivos presidentes como lo lograron en Honduras y Paraguay.
El pretexto, con matices, en todos lados es idéntico: hay que desalojar como sea a los gobiernos populistas, antidemocráticos y corruptos. Por eso, sin renunciar a los tanques, armas tradicionales de los golpes de estado, hoy le dan ese rol a la prensa hegemónica y a la banca internacional.
En ese marco se inscribe y entiende el operativo mediático y de parte del Poder judicial para transformar en santo y mártir a Alberto Nisman, un funcionario judicial ligado a los servicio de inteligencia locales, a la CIA y al Mosad israelí, que de estar vivo debería ser procesado al menos por los delitos de malversación de fondos públicos, peculado y por aliarse a poderes extranjeros en contra del propio Estado y de los intereses nacionales.


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