miércoles, 30 de abril de 2014

La palabra y los libros

Mario Méndez—

Cuando salga esta nota, todavía estará a pleno la Feria Internacional del libro de Buenos Aires, en su edición número 40. Llena de gente, de un público que le es fiel año tras año, respaldada por las editoriales que, aunque pierdan plata o a lo sumo “salgan hechas” saben bien que en la Feria hay que estar; sostenida por los medios de comunicación masivos y auspiciada, con mucha publicidad y con presencia por el gobierno de la ciudad de
Buenos Aires, por el Estado Nacional que tiene su amplísimo stand y por instituciones de todo tipo, desde Aguas Argentinas hasta embajadas, delegaciones provinciales, municipales, y emprendimientos empresarios, la Feria, la multitudinaria Feria, seguirá su camino de éxito. Y estará muy bien. En mi caso, porque por más que, junto con otros escritores o editores, tengamos algunas quejas y lamentos zonzos o divertidos, a todos, casi sin excepción (me atrevería a asegurarlo) nos apasiona este lugar de encuentro, rodeado de libros.

Cuando salga esta nota habrán pasado unos diez días desde el cierre del Primer Encuentro Federal de la Palabra, que la Presidencia de la Nación auspició en Tecnópolis. Un encuentro que contó con shows musicales de excepción, como el tributo a Spinetta que dirigió Lito Vitale, con la participación de Javier Malosetti, Bersuit, Palo Pandolfo, Willy Crook y otros músicos reconocidos e importantes. Un encuentro que fue visitado por autores de la talla de Antonio Skármeta, que entrevistado por el escritor y periodista Eric Nepomuceno, dijo que Mario, el cartero de su Ardiente paciencia o El cartero de Neruda era una metáfora de la inclusión, como cuando Mario dice “Puta que me gustaría ser poeta”, y recibe de Neruda una clase acerca de lo que es una metáfora. También estuvieron Ricardo Piglia, Ana María Shua, Mempo Giardinelli, Juan Sasturain, Liliana Bodoc, María Cristina Ramos, Ricardo Mariño, Silvia Schujer, José Pablo Feinmann, Paula Bombara, Claudia Piñeiro, entre muchos otros, dando conferencias magistrales o participando del ciclo “Viaje a la cabeza de un escritor”, que dirigió Tom Lupo. Hubo pensadores, filósofos, actores, músicos, artistas e intelectuales de todas las disciplinas. Y se montó una hermosa muestra de homenaje a Julio Cortázar, con Rayuela como eje. Y se armó una exhibición de fotos, dibujos y trabajos de Spinetta. Hubo teatro, radio, circo, narración, cine. Hubo mucho y bueno, todo con la idea de que había que festejar la palabra, bajo el lema de que la palabra incluye. Pero este festival, que debía convocarnos y enorgullecernos tanto como la Feria del libro, o el festival de cine independiente (el BAFICI, que también estuvo por esos mismos días), no contó con tanta gente, ni con el respaldo de la prensa y los medios (más bien fue ninguneado, o descalificado por los medios más poderosos, con frases del tipo “no va nadie”, “lo hicieron para opacar la Feria”, “van en esos colectivos por el sándwich y la coca”).

Cuando esta nota salga, yo seguiré disfrutando de la Feria del libro. Ya habré olvidado (pero sólo porque me tocó una película olvidable) mi participación como espectador del BAFICI y seguiré lamentando que tanta gente que tendría que haber disfrutado a pleno del Encuentro Federal de la Palabra no lo haya hecho.

Cuando salga esta nota yo seguiré festejando la palabra y los libros, más allá de los antagonismos que se fomentan desde muchos sitios. Y el año que viene volveré a decirles a mis alumnos de la carrera de Edición, futuros profesionales de la palabra, que no pueden permitirse no ir a la Feria, y disfrutarla como la fiesta que es, así como tampoco deberían permitirse desaprovechar oportunidades como el Encuentro Federal de la Palabra, esa que nos incluye a todos.

2 comentarios:

  1. Compañero, gracias por la nota. Sos un imprescindible del lado de los nuestros. Que tengas una buena vida y que sigas diciendo cosas tan cojonudas. Abrazo.

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  2. Muchas gracias, Mario. Un abrazo.

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