viernes, 25 de mayo de 2012

Tango y Argentinidad

 Ana María Cafarelli--

Pascual Contursi
Cuando se dice “TANGO”, se dice “ARGENTINO”. Cuando se dice “ARGENTINO”, también se dice “crisol de razas”.

El tango es una de las expresiones culturales más completas, puesto que abarca la danza, la música y la poesía.

En su primera época surge como danza, pero sus verdaderos orígenes e influencias aún son difusos e inciertos porque los investigadores no se ponen de acuerdo. Aunque no niegan la marca que dejaron los negros y el aporte de danzas traídas por las diversas corrientes inmigratorias como, por ejemplo, la mazurca, el tango andaluz y la habanera, entre otras. Pero además, en su coreografía se adivinan los movimientos propios del gaucho con sus amagues y su forma de avanzar las piernas.
La letra de su poesía denuncia injusticias, muestra realidades sociales, amores y desamores, nostalgias del pasado, del barrio, los amigos y la novia, de las cosas que ya no “son”, expresa el matiz melancólico del inmigrante que dejó su tierra y sus seres queridos. Un inmigrante que lo abandonó “todo”, sin saber si volverá a ver su tierra, sus seres queridos o si alguna vez alguien de los que quedaron allá recibirá noticias sobre su vida.

Todo se relaciona con el tipo de comunicaciones existentes a fines el siglo XIX.

La música surge y crece junto con la danza, hasta llegar al primer “tango canción” — “Mi noche triste”, de Pascual Contursi, en 1917 —, momento clave para el nacimiento de este nuevo tango. Con el tiempo se complejiza la música de tal manera que cada vez hay más virtuosismo en sus ejecutantes, que en los orígenes eran apenas intuitivos. De a poco se incluyen compositores e intérpretes provenientes del género clásico y del jazz, sin olvidar la influencia que ejercieron las canciones italianas.

Así se construyó este hibridaje llamado TANGO que nos caracteriza, nos representa y que al fin se ha convertido en “Patrimonio cultural intangible de la humanidad”.

Allí llegó después de recorrer un camino lleno de obstáculos en que, según cada etapa, lo fueron ubicando en diferentes lugares.

Rechazado en un principio por los sectores sociales altos, logró un profundo arraigo entre las masas urbanas y pueblerinas. Transmitido de generación en generación, resistió ataques que lo inmovilizaron y acallaron. Pero nunca murió. En todo caso, se aquietó, se escondió muchas veces en el olvido, pero no perdió la oportunidad de colarse a través de cualquier intersticio que se le apareciera por delante.

Fue una víctima, desplazado en medio de la penetración cultural que priorizó la música extranjera, como reflejo de la dominación económica que acompañó el despojo de nuestra identidad. Sin embargo, es curioso que aún en esas condiciones, paralelamente saliera al mundo y lo primero que allí atrajera la atención, fuera la danza, a la que le siguió la música.

A partir de los ´60, con la seguidilla de los gobiernos de facto, el tango fue relegado a simple espectáculo de escenario, ya que el baile, como fenómeno social, agrupa, comunica, justamente lo que aquellos querían evitar.

En el transcurso de su existencia, durante los gobiernos populares vimos un TANGO masivo; luego conocimos el amordazado y acallado, bajo el dominio de los militares; también tuvimos del otro, del usado como producto de consumo por parte de los gobiernos neoliberales que priorizaron el negocio empresarial y el marketing.

Sin embargo, a pesar de tantos avatares, no murió. Parafraseando una conocida canción no tenemos duda en afirmar que:

“cuántas veces lo mataron // otras tantas resucitó…”

—Señores… para todo el mundo ese es el TANGO ARGENTINO.

1 comentario:

  1. Me gustò. Una buena sintesis. El tango como expresiòn popular acallado por las dictaduras, no habia leido nada al respecto. Felicitaciones.

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