viernes, 25 de mayo de 2012

¿De que hablamos cuando hablamos de Patria?

Mauricio Epsztejn
Año a año, de abril a julio, entre nosotros fluye generosa la palabra Patria. Así, con mayúscula o enfatizada a viva voz, pero siempre destacada. Suena particularmente firme al conmemorarse las efemérides, tanto si la pronuncian reconocidas figuras públicas, como si sale de bocas menos estelares a lo largo y ancho del territorio nacional, sea durante los actos centrales del Estado o en el de la sociedad de fomento de un asentamiento en La Matanza cuyo edificio apenas se sostiene; sea el organizado por un sindicato obrero o por su contraparte patronal. Siempre está presente.

Esos días se embanderan ciudades y pueblos, la gente luce la escarapela delante del corazón y saca pecho apenas suenan los primeros acordes del Himno, que canta o guarda respetuoso silencio.
Son ceremonias en las que se honran acontecimientos y figuras ilustres de la Nación, término que se suele usar como sinónimos de Patria. Vale la pena poner atención al significado que en cada oportunidad y lugar se le da a esta vapuleada palabra que se volvió a poner sobre la palestra en marzo, al tratarse el tema Malvinas, como a partir del 16 de abril cuando la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner impulsó el debate sobre la nacionalización de YPF.

Es a partir del posicionamiento frente a tales temas donde surgen las divergencias. ¿Cuándo hablamos de Patria, todos pensamos en lo mismo, le asignamos iguales valores?

Distintas concepciones nos colocan en distintos campos. No se trata de buscar palabras ni inventar términos para tapar los huecos o inconsistencias de los diccionarios o enciclopedias, sino analizar los intereses en pugna que se jugaron y juegan cada vez que se la invoca para explicar buena parte de lo que somos como país en la breve travesía de nuestra historia.

Por eso no tiene sentido recurrir a la etimología del término sino indagar en el uso político y sociológico que se le da.

Si de diccionarios, enciclopedias y sinónimos hablamos

El diccionario de la Real Academia Española (RAE) da dos acepciones:

“1-Tierra natal o adoptiva ordenada como nación a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos”.

“2-Lugar, ciudad o país en el que ha nacido”.

Es el clásico lenguaje neutro, conservador, bastante usual en las academias, que sólo sanciona lo que la vida cotidiana impuso y respecto a lo cual vale recordar el genial alegato del Negro Fontanarrosa cuando cerró en Rosario el Congreso de la Lengua y frente a un auditorio de notables les pidió “una amnistía para las malas palabras”.

Hoy, a través de Wikipedia, accedemos a visiones más dinámicas.

¿Qué agrega sobre el tema Patria?

“El significado suele estar unido a connotaciones políticas o ideológicas, y por ello es objeto de diversas interpretaciones así como de uso propagandístico”. (Las negritas son nuestras)

Quien preste atención a lo que en cada nación se le atribuye a la Patria, descubrirá curiosas contradicciones, muchas inconciliables, que se corresponden con los intereses en disputa. De allí que las actuaciones según los distintos puntos de vista, no producen resultados neutros, inocuos. Al decir Patria no nos acotamos al territorio, al Estado o a los símbolos unánimemente aceptados.

Quienes emplean como sinónimo de Patria a las palabras país o nación, se equivocan. La política, la ideología, el espacio físico o la organización jurídica tienen puntos en común, complementarios, pero no son lo mismo.

Incluso hay quienes, desde su postura ideológica identifican a la Patria con un confuso “Ser nacional”, noción habitualmente utilizada por los grupos que le dieron letra y sustento material y humano a cuanto régimen dictatorial y antidemocráticos gobernó estas tierras.

Si alguien cree que lo aquí escrito esquematiza, deberá demostrarlo.

La historia incomoda con preguntas

Desde el temprano mayo de 1810 se libra una dura lucha, no pocas veces sangrienta, por definir el rumbo a seguir por los pueblos y territorios liberados. Quienes en ese proceso conquistaron la hegemonía y la consolidaron culturalmente durante muchas décadas, le impusieron al resto de la sociedad su idea de Patria e invisibilizaron los enfoques alternativos.

Así quisieron que junto con el cuerpo de Mariano Moreno se hundieran en el océano sus ideas. A Castelli, Monteagudo y al resto de los más decididos promotores de la gesta, la historiografía dominante los relegó al papel de actores de reparto. Al abogado Manuel Belgrano, ideólogo y luchador por un desarrollo económico independiente, primero lo persiguieron y después de muerto lo inmovilizaron como general, a caballo y en el bronce. Del general San Martín sólo destacaron sus dotes militares y se olvidaron tanto de la presión política que debió ejercer sobre los remisos y vacilantes a declarar la independencia, como de sus ideas sobre la Patria grande.

Entonces ¿de qué Patria estamos hablando cuando la invocamos?

¿La de Belgrano que organizó el éxodo jujeño e impuso la táctica de tierra arrasada frente a la tropa realista invasora o la de los hacendados que resistieron su mandato porque preferían las fuerzas de Pío Tristán, antes que abandonar sus propiedades?

¿La del general Roca que con la llamada Campaña del Desierto consolidó la Argentina latifundista o la de un territorio poblado con agricultores?

¿La de los estancieros patagónicos que homenajearon en inglés al Teniente Coronel Varela o la del entrerriano Facón Grande, a quien el militar asesinó porque junto a sus compañeros exigía trabajo y condiciones de vida dignas?

¿La cívico-militar de la Liga Patriótica, que bajo el lema de “Patria y orden” masacró trabajadores y participó del golpe de 1930, entre cuyo fundadores se destacan apellidos civiles como los de Carlés, Cristophensen, Anchorena, Tornquist, Martínez de Hoz, Pereda, Unzué, Lanusse; eclesiásticos como el de Monseñor Miguel De Andrea; militares como los de los generales Luis Dellepiane y Eduardo Munilla y contraalmirantes Manuel Domeq García y Eduardo O´Connor?

¿La del voto general, secreto y obligatorio o la del “fraude  patriótico” y represión cuyo pacto emblemático fue el Roca-Runciman con sueños de ser “parte del Imperio británico”?

¿La del general Mosconi propulsor de YPF o la del general Uriburu el del golpe de estado del ´30, con olor a petróleo?

¿La de quienes el 16 de junio de 1955 bombardearon la Plaza de Mayo y asesinaron a centenares de civiles, bendecidos por la jerarquía católica y escudados tras los emblemas de Cristo Vence o la de sus víctimas?

¿La del cura Mugica o la de la Triple A?

¿La de Videla, Martínez de Hoz y compañía que “en defensa del ser nacional” produjo el peor genocidio de nuestra historia, al que le sumó la aventura de Malvinas o la de quienes de una u otra forma se le resistieron?

La lista de preguntas se podría prolongar, pero con las formuladas alcanza. Son alternativas que atravesaron y aún lo hacen, nuestra historia; definen campos, grandes líneas divisorias que nos convocan a decidir de qué lado nos colocamos, respetando la vastedad de matices que implica la democracia. Son dilemas que valen tanto para los argentinos nativos como para los inmigrantes que día a día le ponen el hombro a este país al que también adoptaron como su Patria.

¿Con cuál de esos contenidos de Patria nos identificamos? Esta publicación lo tiene definido.

Un ejemplo paradigmático que vale destacar es la conjunción y delimitación de campos que se dio en el Parlamento nacional hace pocos días, cuando se votó la nacionalización de YPF.

¿Qué opinás, amigo lector?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por participar, compartir y opinar