miércoles, 21 de octubre de 2015

En la recta final

Mauricio Epsztejn—
A escasos días de que se devele cuál de los encuestadores arrimó mejor el bochín a los resultados finales, se puede anticipar que los seis políticos anotados para el premio mayor parecen haber llegado a un consenso sobre el que encabezará el pelotón. La incógnita que resolverán las urnas el mismo 25 de octubre será el porcentaje que obtendrá Daniel Scioli y la luz que le sacará al segundo: si supera el 40% y aventaja por más de 10 puntos al que le sigue, ese día automáticamente se consagrará presidente; de lo contrario, habrá segunda vuelta. Si en el mundillo de los políticos ya hay varios que se muerden los codos, en el más amplio, el de la gente común, proliferan las apuestas que juegan desde plata hasta asados.

En cambio los candidatos a senadores y diputados nacionales la tienen más fácil: ese mismo día se acaba la competencia y se resuelve quienes entran y quienes quedan afuera.
Además de la disputa nacional, el 25 también habrá elecciones para gobernador y otros cargos en once provincias.
Al momento de escribir esta nota, pareciera que la máxima apuesta opositora sería la de intentar llegar a una segunda vuelta donde los poderes fácticos jugaran la postrer carta de unificar los votos del espectro antiK, opción que no excluye la intervención de la embajada norteamericana, ducha en estas lides, donde más de un candidato o asesor de la contra es un habitué de la casa que le ha escuchado buchonear y confesarse.
Durante los días que restan, ¿Puede haber maniobras y operaciones de última hora que intenten torcer un resultado que aparece como el más probable? Las diputadas Patricia Bullrich y Laura Alonso tienen muchas millas por ese recorrido y la experiencia de Tucumán es demasiado reciente para olvidarla o pecar de ingenuos; y aunque la credibilidad pública sobre las tapas de Clarín y La Nación está bastante devaluada y vaya a contramano de sus propulsores y la desesperación sea mala consejera, no cabe descartarlas ni subestimar el daño que pueden provocarle al sistema democrático.
En tren de debates y propuestas
Si uno se atiene a lo sucedido a partir de 2011 apenas se conoció el arrasador triunfo de CFK, verá que la campaña electoral opositora empezó realmente en ese momento. A partir de entonces, todo el arco antiK se dedicó obsesivamente a poner palos en la rueda y combatir cualquier iniciativa de inclusión social o de recuperación del patrimonio nacional impulsada por el oficialismo con el argumento de que eso nos aislaba más del mundo y que el único objetivo perseguido era llenarse los bolsillos a través de la corrupción, mientras la economía del país se iba al diablo. Los políticos dejaron el comando de esa campaña esmeriladora y golpista en manos de los grandes medios hegemónicos y del gran capital especulativo que les diseñaron el libreto y la estrategia.
Las conclusiones que sacaron sobre los resultados electorales de medio término parecieron darles la razón y entonces importaron la figura del famoso “pato rengo” para anunciar la proximidad del “fin de ciclo”. Sin embargo, algo falló en tales pronósticos de mal agüero: no hubo pato rengo, ni fin de ciclo; el apoyo internacional a la Argentina es inmenso, tanto contra los fondos buitres, como respecto al tema Malvinas y otros, mientras la valoración positiva sobre el gobierno encabezado por Cristina, a dos meses de terminar su mandato marca niveles que superan el 50%. Todo augura que ella va a gobernar plenamente hasta el último minuto constitucional, antes de transferirlo al nuevo gobernante elegido por la voluntad popular, muy probablemente Daniel Scioli de su misma fuerza política, quién lo recibirá con un nivel de estabilidad, gobernabilidad y normalidad institucional pocas veces visto en la historia de este país.
Frente a estos hechos, a esta realidad y esta trayectoria, es lógico que hayan caído prontamente en el olvido las dos horas de televisión donde el pelotón rezagado de cinco pretendientes a la Rosada revoleó generalidades y macanearon a granel, aunque conservando los buenos modales y las pautas establecidas.
Algo para tener en cuenta
Este año hubo una maratón de elecciones de diversos niveles y categorías. Eso produjo en buena parte de la ciudadanía cierto cansancio y fastidio por el bombardeo de slogans y candidatos que agitan cuestiones insustanciales, ajenas a su vida cotidiana, a la de su entorno y a la del país. Sería erróneo considerar esta reacción como desinterés por las cosas públicas o por la política. Más bien es saturación ante mensajes percibidos como puro marketing vacío de ideas, que consideran al ciudadano un consumidor al que son capaces de venderle un candidato. Es un desprecio y una subestimación del nivel de conciencia política y social alcanzado por nuestro pueblo. A criterio de este escriba, es un mérito adicional del kirchnerismo no haber caído en esa trampa y persistir en la búsqueda de que los opositores discutan de política y exhiban sus verdaderas propuestas o queden con la anatomía al aire. Por eso, nadie con dos dedos de frente, se tragó la repentina conversión de Macri al kirchnerismo y al peronismo. Al contrario, al oficialismo le sirvieron en bandeja la materia prima para una seguidilla de humor desopilante. Por eso, y en su favor, sería bueno que los conservadores, la derecha, se presenten como tales y aporten sus verdaderas propuestas al debate de ideas, donde hasta en algunos casos pueden llegar a tener razón, una razón que se descalifica sola cuando intenta mimetizarse y engañar a un adversario que no es tonto.
Por último habría que pensar si no sería conveniente unificar nacionalmente las fechas electorales de determinadas categorías y no tener casi un año a todo el país en campaña electoral.
Y por último, último, cuando el amigo lector lea la presente edición especial, es posible que esté casi con un pie en la calle o ya en camino a la escuela donde le toca votar. Buena ocasión para festejar los 32 años continuados en el ejercicio de tal derecho, a pesar de los nostálgicos de un pasado que no debemos olvidar, para evitar que se repita.

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