domingo, 31 de agosto de 2014

Una y mil noches de Sherezada: brillante versión de Ana María Shua

Reseña de Mario Méndez—

Ana María Shua
En el prólogo a su versión, recorte, adaptación, de Las mil y una noches, Ani Shua dice, escueta, humildemente, que “los lectores tienen la palabra”. Antes, en ese mismo prólogo magnífico, la autora nos ha explicado que eligió los relatos más conocidos: “Alí Babá y los cuarenta ladrones”; “Los siete viajes de Simbad el marino”; “Aladino y la lámpara maravillosa”, y algunos otros menos conocidos. Los listo: “El pescador y el genio”; “Abu Hassán, el que soñaba despierto”; “Otra aventura de Abu Hassán” y “Las malditas babuchas de Abu Kássem”. En el prólogo la autora nos ha hablado, también, de la historia del arqueólogo francés Antoine Galland, responsable de la llegada de los cuentos de Sherezada a Occidente.
Pero, volvamos unas líneas atrás, y preguntémonos: ¿Sobre qué tenemos la palabra los lectores? Sobre la intención de Ana María Shua de contarnos estos milenarios relatos “de una manera entretenida, para los lectores de hoy, pero con todo detalle para que no se pierdan nada interesante”. Yo, lector, tomo la palabra y declaro, entonces, que Ana María Shua, una vez más, lo ha logrado. Su versión y recorte de Las mil y una noches, en la que por supuesto enmarca los relatos con la historia de la condenada Sherezada y su absolución final es, diría, la mejor que he leído. Divertidísima, ágil, con todos los detalles, las historias maravillosas de Simbad, de Alí Babá, de Aladino y los demás personajes no tan conocidos, como la inteligentísima esclava Luz-de-la-noche, que salva a la familia de Alí Babá varias veces, hasta terminar formando parte de la familia; el malvado brujo africano que lleva a Aladino hacia la lámpara, la bella Bedrú –l- Budur, la hija del sultán con quien se casa el héroe; el tacaño y malaventurado Abu Kássem; el tocayo de Simbad el marino, Simbad el Cargador, que oye los relatos fantásticos del famoso mercader y tantos otros, están tan vívidos en estos relatos que se hacen, sencillamente, inolvidables.

Ana María Shua ha logrado, con sus relatos vueltos a contar, que yo, que ya soy un lector experimentado y que rozo la cincuentena, me haya sentido, una vez más, como el chico que fui, el que leía, maravillado, las historias más maravillosas, el que se negaba a dormirse hasta saber cómo terminaban. Un lector con las mismas preguntas del sultán Shariar, cuando su astuta esposa Sherezada corta los relatos porque ha llegado la mañana, y los deja ahí, en suspenso, hasta que llegue otra noche y la magia recomience.

Este libro que editó Alfaguara Juvenil, con bellas ilustraciones de Fernando Falcone, está en la serie azul (supuestamente para lectores a partir de los doce años). Yo considero que es un libro para niños, adolescentes y adultos, tal como eran las historias que contaban los antiguos árabes en los mercados: para el disfrute de todos.

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