Osvaldo Riganti—
Aquel inolvidable gol de Cárdenas
En setiembre de 1965 Juan José Pizzutti
se hizo cargo de la conducción técnica de Racing Club, el club en que había sido
artífice de los campeonatos de 1958 y 1961.
Atrás había quedado el ambicioso
proyecto del presidente de Racing, Santiago Saccol, de armar un cuadro a la usanza del “fútbol espectáculo”
del cual eran cultores Alberto J. Armando y Antonio Liberti, presidentes de
Boca y River, los dos clubes más importantes. Con suerte dispar pasaron
adquisiciones como Dorval, Menotti, Pastoriza y otros. Ahora el club estaba en
una posición económica difícil y
sumergido en el último lugar de la tabla. Pero el día del debut de Pizzuti le
ganó al puntero, River, permitiéndole a
Boca alcanzarlo en la cima de la tabla.
Allí nació un grito de guerra. “Y ya lo ve… y ya lo ve, ¡es el equipo de
José!” Ese día dejó de llamarse Juan José y —para la Guardia Imperial (como
se bautizó a la hinchada de Racing) — empezó a ser sólo “José”.
Se iniciaba una racha espectacular, que
fue quebrada paradójicamente por River al año siguiente, cuando lo venció en el
Monumental por 2-0 y terminó con la racha invicta de 39 fechas. Pero cuando
todos esperaban que River (que ese día pasó a compartir la punta con Racing)
despegara hacia el título (cuando empezaba a apremiar la racha sin campeonatos)
emprendiera una marcha avasallante hacia
el título, se cayó, y Racing sacó fuerzas de flaquezas, adjudicándose holgadamente el campeonato. Entonces el país
vibró. “Los hinchas de Racing florecieron
como hongos después de la lluvia” dijo un diario.
En el Metropolitano 1966 fue subcampeón.
Mientras en el desempate ante Nacional de Montevideo jugado en el estadio Nacional
de Chile se clasificó campeón de América al ganar por 2-1.
Era ahora el momento de intentar
conquistar la Copa Intercontinental, que
Independiente —primer campeón
argentino de América (bicampeón, además) —había visto escurrírsele en 1964 y
1965.
El primer partido con el Celtic Football
Club, de Escocia, se jugó en el Hampden Park de Glasgow, que los escoceses ganaron
1a 0.
Pintaba feo cuando en la revancha (una jornada
en que la presencia del dictador Onganía en el
Cilindro desató una estruendosa rechifla), el Celtic se colocó en
ventaja, pero los goles de Raffo y Cárdenas le dieron el triunfo a Racing, que
así tuvo acceso al desempate jugado en el Centenario de Montevideo.
En un partido pródigo en asperezas y
ante un público uruguayo hostil a la “Academia” que, a la tradicional rivalidad
rioplatense hay que agregar que el cuadro argentino le había “soplado” la
Libertadores a los nacionalófilos. A poco de iniciado el segundo tiempo Racing
obtuvo el único gol del partido, con un memorable zurdazo conectado desde lejos
por Cárdenas, su Nº 9, que aún perdura hoy en las evocaciones de los hinchas
académicos. Cejas, Martín, Perfumo, Basile y Chabay, Cardoso, Rulli y Maschio
(el hombre que tras su exitoso paso por el fútbol italiano durante una década
había retornado el año anterior y llevaba de la mano al conjunto que
protagonizó el histórico resultado), Raffo, Cárdenas y J.J. Rodríguez, integraron
la memorable formación. En el segundo tiempo fueron expulsados Basile y el
escocés Johnstone. La imagen de Basile saliendo y golpeándose el pecho en
actitud desafiante ante un público uruguayo que no paraba de silbarlo, suscita
también una evocación permanente.
Una multitud se volcó a Ezeiza a recibir
al primer campeón mundial argentino. Juan José Pizzutti y sus dirigidos vivían su
mayor momento de gloria. Ese sucedió el 4 de noviembre de 1967.
En su reintegro a la disputa del
campeonato Nacional, el campeón del Mundo fue vapuleado por River en su
escenario: le ganó 4-2. El “millonario” estuvo en los hitos de aquel equipo de
José. Cuando en 1964 se produjo su inicio triunfal ganando en Avellaneda la
“Academia” por 3-1; cuando el cuadro de la banda roja le sacó su invicto en el
Monumental ganándole 2-0 y cuando le infligió esa categórica derrota a los
recién consagrados campeones mundiales.
Pero esto último no afectaba mayormente
a la hinchada racinguista. Sin embargo, al año siguiente, tras ganar la
Interamericana, para la Academia comenzaría gradualmente un largo período de
penurias.
Don Osvaldo, vengo siguiendo sus notas de fútbol e historia Argentina, que me acompañaron en este blog estos últimos años. Le agradezco sus notas y tambien lo voy a extrañar. De despedida le quiero recomendar el libro LOS DESAPARECIDOS DE RACING, del sociólogo Julián Scher que describe pasión futbolistica y terrorismo de estado. Un abrazo. Pedro c. Fernandez
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