Por el profesor
José Pecora—
Para hablar de la edad de
oro del ajedrez en la argentina, tenemos que hacer un poco de historia y
remontarnos a fines del siglo diecinueve y a los primeros años del siglo
veinte, en los que fueron restaurados los juegos olímpicos, inspirados en los Juegos que los antiguos griegos organizaron en la
ciudad de Olimpia entre los años 776 antes de Cristo y
393 después de Cristo.
Las olimpiadas modernas
comenzaron a ver la luz en 1894, cuando el barón
francés Pierre de Coubertin fundó el Comité Olímpico
Internacional (COI), con la idea de promover la paz y la unión de los hombres
de todo el mundo a través del deporte. Dicho órgano desde entonces coordina el
movimiento olímpico a nivel mundial.
La primera edición de
dichos juegos, tuvo lugar en Atenas en 1896, y
participaron sólo 245 atletas. A partir de ahí, el número fue creciendo,
incluyendo a las mujeres, que compitieron por primera vez en los de París 1900 aunque sólo en algunas modalidades.
Las
olimpíadas se celebran cada
cuatro años en diferentes ciudades del mundo. Sólo las ediciones de 1916, 1940
y 1944 no se efectuaron debido a la Primera y a
la Segunda Guerra Mundial. Cada Olimpiada ha tenido características propias y no
han sido ajenas a lo que sucedía en la sociedad en ese momento.
Sin embargo, la gran
idea no pudo concretarse porque surgieron problemas a la hora de distinguir
entre “ajedrecistas profesionales y amateurs”. En esa época que hoy nos parece
tan lejana, sólo los atletas que no recibían dinero en las actividades
deportivas podían actuar en las Olimpiadas y como la mayoría de los
ajedrecistas ganaban pequeñas o medianas cifras por sus actuaciones, entonces
el ajedrez no pudo ser parte de los Juegos de 1924.
Esto no detuvo a la
Federación francesa y después de varias y complejas gestiones se pudo organizar
la primera Olimpiada de ajedrez, aunque no es reconocida como tal por la
Federación Internacional (FIDE) que se creó el día de la clausura del evento
parisino. La primera Olimpíada aceptada por la FIDE fue la de Londres 1927.
En esta primera cita no
oficial el triunfo le correspondió a la representación de Checoslovaquia,
aunque a través de un complicado sistema mediante el cual los hombres competían
de forma individual y luego se sumaban los puntos de cada uno para determinar
al campeón por equipos.
Asistieron 18 naciones
y 54 jugadores, aunque se notó la ausencia de importantes deportistas. Como
ejemplo podemos mencionar que el campeón mundial, el cubano José Raúl
Capablanca, no estuvo presente, al igual que el ex titular Enmanuel Lasker y quien
sería a la postre el futuro campeón Alexander Alekhine. Sin embargo, éste
último que había adoptado la ciudadanía francesa y residía en París, fue el
director del certamen.
El representante en esa
ocasión de la federación Argentina fue el maestro Roberto Grau y nuestro país
finalizó en quinto lugar en la competición por equipos.
Roberto Grau fue Campeón
Nacional de Argentina en seis oportunidades y representante olímpico en los
Torneos de París (1924), Londres (1927), La Haya (1928), Varsovia (1935), Estocolmo (1937) y Buenos Aires (1939). Fue
fundador del Círculo de Ajedrez de Buenos Aires, de la Federación Argentina de
Ajedrez y miembro fundador de la FIDE (Federación Internacional de Ajedrez),
además de ser periodista y escritor. Su célebre Tratado General de Ajedrez, aun
se sigue utilizando para la enseñanza de muchos aficionados en el mundo de
habla hispana.
En el congreso de la
FIDE realizado en 1937 en Estocolmo, consiguió que Buenos Aires sea la sede para la Olimpíada de 1939. Dicho torneo,
que por entonces se llamaba Torneo de las Naciones, se llevó a cabo en el
Teatro Politeama de nuestra ciudad, con la participación de lo más granado del
ajedrez mundial de la época. Este acontecimiento tuvo más trascendencia que el
mero hecho deportivo, pues durante su transcurso estalló en Europa la Segunda Guerra Mundial, lo que cambió el destino del mundo y de muchos
jugadores que no pudieron regresar a sus países de origen.
Vista de la sala despojada de sus
butacas del desaparecido Teatro Politeama, ubicado en la Calle Corrientes y
Paraná, sede de la Olimpiada de ajedrez de 1939
En aquel teatro, se reunieron 27 equipos y las
entradas costaban entre uno y dos pesos. De todos los equipos participantes, el
más llamativo fue el de Palestina, conformado íntegramente por jugadores
europeos de origen judío, aunque en Palestina también vivían árabes y los británicos
tenían la administración de dicho territorio. En declaraciones al diario La
Nación, su capitán Moshe Czerniak, de origen austríaco, aclaró que ellos
únicamente eran los representantes de los 500.000 judíos que vivían en dicho
país.
Días previos al comienzo de la Copa de las Naciones,
hicieron su arribo al país la mayoría de los competidores de las delegaciones a
bordo del buque de bandera belga Piriápolis, sin saber muchos de ellos que
estas tierras serían las que los acogerían por el resto de su vida.
Los juegos en pleno desarrollo en el
teatro Politeama
La de Buenos Aires fue
la primera olimpíada ajedrecística en disputarse fuera de Europa. Paralelamente
se jugó el campeonato mundial femenino, ganado una vez más por Vera Menchik. El
número de competidores fue un nuevo récord, porque muchos equipos
latinoamericanos participaron por primera vez y el total de conjuntos europeos
no disminuyó tanto como habría podido suponerse por la enorme distancia que
debían recorrer. Después de varios años de ausencia reapareció el equipo alemán, pero entre los
protagonistas principales faltaron a la cita Estados Unidos (ganador de
cuatro medallas de oro anteriores), Hungría y Yugoslavia.
En ese momento soplaban
vientos de guerra en Europa. Austria y Checoslovaquia habían
dejado de existir como naciones independientes, anexadas por la Alemania nazi. Por
esta circunstancia, dos jugadores austríacos integraban y reforzaban el equipo
alemán: Eliskases como primer tablero y el Dr. Becker como cuarto tablero y capitán.
A los checoslovacos se
les permitió competir como equipo separado de Alemania, pero bajo el nombre de
"Protectorado de Bohemia-Moravia" y se los autorizó a participar con
la tradicional bandera tricolor de Checoslovaquia.
Imagen
del poderoso equipo alemán, con dos jugadores austríacos en su composición
Equipo de Bohemia y Moravia
El
23 de agosto de 1939 se realizó el acto de apertura, con la presencia del
presidente de la Nación, Roberto M. Ortiz.
Roberto M. Ortiz, presidente de la nación desde 1938
hasta 1940
El
clima imperante no era de los mejores por las graves noticias que llegaban de Europa.
El día primero de septiembre, justo en la fecha en que aquí iba a comenzar a
disputarse la final, Hitler lanzó la invasión a Polonia, con lo que dio inicio
a la segunda guerra mundial.
En
Buenos Aires, su primera consecuencia fue el retiro del equipo inglés.
Equipo inglés que se retiró al comienzo de la guerra
Aunque
muchos otros equipos querían seguir su ejemplo, los dirigentes de la federación
argentina los consiguieron convencer que
se quedaran.
Para
colmo, a los próximos días debían enfrentarse los polacos contra los alemanes,
por lo que los organizadores, en una polémica decisión, decidieron anular el
match y darlo por empatado.
El
equipo de Polonia, era muy fuerte y, al igual que los alemanes, candidato a
quedarse con el título.
Equipo de Polonia. En la foto falta Miguel Najdorf
Finalmente,
el torneo lo ganó el equipo alemán, relegando a la segunda posición, por medio
punto, al de Polonia. Nosotros terminamos en quinto lugar, refirmando que el
tercer puesto en los juegos de Estocolmo de 1937 no fue una casualidad.
Equipo argentino, integrado por Jacobo Bolbochán,
Isaías Pleci, Roberto Grau, Luis Piazzini y Carlos Guimard
El
premio a la mejor partida de la competencia también le correspondió a un
argentino: Isaías Pleci . La misma la podemos ver comentada en el video que va al pie de esta nota.Terminados
los juegos, muchos participantes se encontraron con que por la guerra no podían
retornar a sus países y decidieron quedarse en el nuestro. Esto trajo aparejado
una gran mejora en el ajedrez argentino y fue el motor que impulsó su
desarrollo. De todos los jugadores que se quedaron, el caso más emblemático fue
el de Miguel Najdorf , quien perdió contacto con su familia en Polonia. Años
más tarde se enteró que a todos los habían matado. Prácticamente tuvo que
reconstruir su vida desde cero. Fue la figura más importante del ajedrez argentino
durante varios años, figurando entre los mejores del mundo.
Miguel Najdorf en uno de sus enfrentamientos con
Bobby Fischer
Como
conclusión podemos decir que debido a algo tan terrible como fue la segunda
guerra mundial, por las circunstancias mencionadas, el ajedrez en la argentina
se vio favorecido y en las dos décadas siguientes nuestro país se convirtió en una potencia
mundial en este deporte, alcanzando tres medallas de plata durante las
olimpíadas de 1950 en Dubrovnik, 1952 en Helsinski y 1954 en Amsterdam. También
se consiguieron dos medallas de bronce en Munich en 1958 y en Varna en 1962.
Las
conformaciones de los distintos equipos fue la siguiente:
Año Conformación del equipo
1950
Najdorf, Bolbochan, Guimard, Rossetto y Pilnik
1952 Najdorf, Bolbochan, Eliskases, Pilnik y Rossetto
1954 Najdorf, Bolbochan, Panno, Guimard, Pilnik y Rossetto
1956 Najdorf, Bolbochan, Panno, Pilnik, Sanguinetti y Wexler
1958 Pilnik, Panno, Eliskases, Redolfi, Sanguineti y Emma
1960 Najdorf, Eliskases, Wexler, Bazán, Schweber y Foguelman
1962 Najdorf, Bolbochan, Panno, Sanguineti, Rossetto y Foguelman
1952 Najdorf, Bolbochan, Eliskases, Pilnik y Rossetto
1954 Najdorf, Bolbochan, Panno, Guimard, Pilnik y Rossetto
1956 Najdorf, Bolbochan, Panno, Pilnik, Sanguinetti y Wexler
1958 Pilnik, Panno, Eliskases, Redolfi, Sanguineti y Emma
1960 Najdorf, Eliskases, Wexler, Bazán, Schweber y Foguelman
1962 Najdorf, Bolbochan, Panno, Sanguineti, Rossetto y Foguelman
Foto del equipo subcampeón en Dubrovnik en 1952
A
esto debemos agregarle el campeonato mundial juvenil en 1953 logrado por Oscar
Panno y el alcanzado por Carlos Bielicki en 1959.
Oscar Panno, campeón mundial juvenil en 1953. En la
foto, aparecen a la izquierda Olafson y a la derecha Larsen y Darga
En
las últimas décadas y como consecuencia de la falta de una clara política de
impulso al deporte a nivel nacional, nuestro país entró en un cono de sombra y,
si bien la práctica del ajedrez sigue generando buenos jugadores, la formación
de los mismos es en base a esfuerzo personal, a causa de lo cual en estos
momentos nuestros mejores jugadores están por debajo de los primeros 100
lugares del ranking internacional. Es de esperar que en un futuro no muy lejano,
con una política deportiva adecuada, esta situación pueda revertirse y mejorar.
Otra nota histórica, que ilustra a los amantes del ajedrez. Como siempre de colección y material para publicar un libro. Profesor gracias por estos años de problemas que desafiaban el ingenio e invitaban a estudiar el juego ciencia y conocer su pasado. Se lo va extrañar.
ResponderEliminarMuchas gracias Pedrín. Veremos la forma en que podamos continuar en contacto. Un abrazo
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